Mientras la Unión Europea se preocupa por un posible corte del suministro de gas ruso el próximo invierno, Bruselas está desesperada por encontrar una forma de resolver su problema energético

La Unión Europea y el suministro de energía: ¿un enigma sin solución?

PHOTO/REUTERS - Gasoductos en la estación de compresión Atamanskaya, instalación del proyecto Power Of Siberia de Gazprom en las afueras de la ciudad del extremo oriente de Svobodny

Tras más de dos décadas de avance hacia la dependencia energética europea bajo los mandatos de los cancilleres alemanes Gerhard Schröder y Angela Merkel, la UE parece estar ahora atrapada en un vicio de su propia seguridad energética. Desde hace más de dos décadas, Alemania está al frente del gasoducto más conocido de Europa: el Nord Stream 1, cuyo cierre temporal durante diez días por "reparaciones esenciales" ha causado gran preocupación en Bruselas. A través de este gasoducto, Rusia habrá aportado 155.000 millones de cm (metros cúbicos) de importaciones de gas a la UE en 2021, es decir, alrededor del 45% del total. Ante esta exacerbada dependencia energética, la Comisión Europea espera que esta cantidad se reduzca a 102.000 millones de metros cúbicos a finales de año. Para hacer frente a este reto, la UE también está pensando en diversificar sus proveedores de energía y ahora se dirige a Estados Unidos, socio con el que ha firmado varios contratos para suministrar a la UE gas natural licuado (GNL) a largo plazo (unos 40 años). Sin embargo, esta sustitución del gas ruso por el americano tiene un coste, en particular los costes de transporte -ya que es más largo y lejano- y los costes técnicos relacionados con la regasificación del gas natural americano una vez que llega a Europa. Sin embargo, a pesar de todas las soluciones que baraja la UE, una cosa está clara: la UE sufrirá un déficit energético que sólo podrá suplir con las importaciones rusas. Este año, la UE tendrá un déficit de 53.000 millones de metros cúbicos.

Ante este constante y preocupante temor a una interrupción del suministro ruso en cualquier momento, se ha pedido a Asia Central, que cuenta con vastas reservas de gas, que suministre a la UE los hidrocarburos que necesita. A corto plazo, esto es imposible, ya que la construcción de la infraestructura de gas requiere al menos cinco años. El suministro energético europeo a través del gasoducto transadriático ha sido un rayo de esperanza para la UE, pero su capacidad actual de 10.000 millones de centímetros cúbicos desvanece las esperanzas al ser tan pequeña en comparación con los suministros rusos. Además, el paso de este gasoducto por países inestables como Turquía -estrecho aliado de Putin- o Grecia -enemigo número uno de Turquía- constituyen incertidumbres adicionales que no permiten considerar esta opción con serenidad.

AP/MICHAEL SOHN  -   Tuberías de las instalaciones de aterrizaje del gasoducto "Nord Stream 2" en Lubmin, en el norte de Alemania

Los recursos de los países de Asia Central -Kazajistán, Turkmenistán y Uzbekistán- podrían haber sido la principal fuente de energía de la UE, pero el gobierno de Tashkent -capital de Uzbekistán- ha anunciado que dejará de exportar gas porque necesita su producción de 53.000 millones de metros anuales para su creciente mercado interno. Kazajstán, mientras tanto, está demasiado ocupado sirviendo a China con gas como para preocuparse por la situación europea. Por último, Turkmenistán lleva más de dos décadas empantanado en la construcción de un oleoducto a través del mar Caspio y Rusia ha utilizado hasta ahora sus derechos costeros en el Caspio para bloquear la actividad en esta ruta hacia los mercados europeos. Resolver los problemas geopolíticos de esta región es la clave para abrir la puerta a soluciones para el problema del gas de la UE en un plazo razonable.

Aunque el Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales de Alemania publicó recientemente un informe que revela la existencia de 14 billones de metros cúbicos de reservas de gas de esquisto en tierras europeas -más que suficiente para el siglo XXI-, la cuestión principal sigue siendo cómo la UE va a equilibrar la garantía de su suministro energético con el cumplimiento de los compromisos establecidos por la propia UE, aunque el gas de esquisto no sea una fuente de energía viable para cumplir los propios objetivos de la UE para 2050.

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