La versión silenciada del Sáhara

Entrevista a Jamal Eddine Mechbal

Noor Ammar Lamarty

Jamal Eddine Mechbal, nacido en Larache (Marruecos), es un exdiplomático marroquí, jurista de especialidad y autor de numerosos artículos en medios árabes y españoles. Miembro fundador de la Organización de Derechos Humanos de Marruecos (OMHD) y también miembro fundador y secretario general de la Asociación de Hispanistas Marroquíes, en España perteneció como socio-colaborador a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. 

El carácter bastante ilustrado de su familia, así como la presencia de temas de índole jurídica e histórica con una perspectiva internacional, le permitieron crecer en un ambiente de muchas alternativas, entre las cuales también estaba la política, dado que en su momento seguía rigiendo el Protectorado Español en el Norte de Marruecos, lo que le beneficiaría para aprender castellano. 

Mechbal goza de un carácter patriótico, lo que no quita que también sea un devoto de España, vínculo que se estrechó por sus servicios como diplomático en el país durante muchos años. Todo ello tras culminar sus estudios universitarios en la Escuela Nacional de la Administración Pública de Rabat, tras los cuales fue destinado a diversos lugares antes de ejercer como ministro plenipotenciario en la Embajada de Madrid. 

Acaba de publicar un libro que recoge ensayos, una ponencia académica y una conferencia en una universidad española. Se trata de un análisis de la historia y los entramados del conflicto territorial, así como de la posible solución pacífica. Lo hace desde el rigor jurídico e histórico-político, todo con una carga argumentativa y una base probatoria fundada en hechos oficiales, actas, resoluciones internacionales, iniciativas y declaraciones gubernamentales de los países implicados y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como mediadora del conflicto.

Mechbal explica un punto de vista de apoyo a la autonomía del Sáhara bajo la soberanía de marruecos que en España se contrapone con una opinión habitualmente más favorable al Frente Polisario. Así pues, ha vivido lo suficiente para contar, y asegurar porque es necesario conocer, entender y sobre todo apreciar a la otra parte, sin que pesen los prejuicios y los errores del pasado, sino con la conciencia de lo necesario de darle una solución realista al futuro del Sáhara.

¿Cuál la intención final del libro? ¿Cómo surgió?

Mis escritos sobre el tema del Sáhara se remontan a tiempos anteriores a la entrada del Frente Polisario en la escena, cuando aún el territorio se le denominaba Sáhara español y el conflicto estaba entre Marruecos y España. La idea de publicar el libro le surgió a José María Lizundia, a quien tuve el placer de conocer en un coloquio. 

Tras las diferentes conversaciones y vivencias me sugirió que publicase un libro cuyo contenido fuese una serie de trabajos y artículos sobre el Sáhara, sobre todo, por lo poco que está escrito en español, que tuvieran una visión y versión diferentes al discurso monocolor, de pensamiento único imperante y que pertenece a la organización político-militar Frente Polisario. Esto, en una sociedad democrática y plural como la española no solo es una aberración sin sentido, sino en cierto modo y circunstancias, puede atentar contra la democracia y los intereses de España y Marruecos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               Lo que suscitó el interés de mi amigo José María Lizundia es que utilizo en mis trabajos fuentes y referencias de responsables españoles, junto a otras de la propia ONU. Se trata de información que inexplicablemente está silenciada y es poco conocida. Al mismo tiempo, y en su lugar, muchas de las erróneas versiones y argumentos falaces son a menudo divulgados como si se tratase de una intocable verdad inmaculada.

Como jurista y exdiplomático ¿Qué papel cree que deberían adoptar España y Marruecos, así como sus instituciones con respecto a un tema tan delicado como el Sáhara? 

Los diferentes Gobiernos de España y de Marruecos, en general desde la instauración de la monarquía y la democracia en España, están mejorando sus relaciones y fortaleciéndose bilateralmente cada vez más. Aprendieron y aprenden de sus mutuos éxitos y errores para ampliar más los horizontes de su cooperación y disponer de altas miras para el futuro. 

España sabe que el asunto del Sáhara para Marruecos es una cuestión no solo de integridad territorial, sino de supervivencia. Nunca permitirá que se le corte sus raíces africanas. Es como crear Estados independientes en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña que separarían a España de Europa. Se trata de líneas rojas, de su presente y de su futuro. 

¿En qué deberían mejorar pese a la diferencia de opiniones?

Existen hoy día excelentes relaciones entre España y Marruecos a todos los niveles y cada parte es consciente del papel del otro, tanto en la cooperación bilateral como la multilateral, en todos los campos donde la seguridad de un país empieza en el territorio del otro. Los dos países mantienen una íntima colaboración en la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado y la migración irregular. Gracias a ello, ya no se puede volver a los años 80 cuando se atacaban barcos de pesca españoles, matando marineros y secuestrando otros para conducirlos a Tinduf como rehenes para que fuesen moneda de cambio y de chantajes.   

Actualmente las relaciones entre las dos naciones apuntan a grandes horizontes con altas miras. El problema del Polisario resulta de poca monta, sobre todo, el hecho de que este prefiere vivir en el inmovilismo y dependiendo de Argel, convirtiendo la ‘causa’ en un fondo de comercio y en un motivo para el enriquecimiento. 

España en la actualidad cuenta con Marruecos para entrar en África, donde llevar a cabo interesantes inversiones, y Marruecos espera lo mismo de España para introducirse en Iberoamérica. Todo ello enmarcado en un mundo globalizado en el que están desapareciendo varias fronteras y en el que los ciudadanos son tratados como consumidores en detrimento de absurdos y desfasados nacionalismos. 

En este contexto, pensar en crear mini Estados con poblaciones de una barriada de Madrid sobre un territorio superior a Gran Bretaña e Irlanda es ir en sentido contrario de la evolución. Exactamente, como los extremistas yihadistas que predican un Estado Islámico. Es decir, proyectos para crear Estados fallidos con graves resultados que se sumarían a otros Estados fallidos que tenemos en nuestro entorno y que solo producen muertes y refugiados hacia países de Occidente que tanto insultaban en sus proclamas.

Usted desvela mucha información que bastante población desconoce y que, sin embargo, es información pública ¿Considera que es una manera de coartar el criterio propio de los ciudadanos que solo reciben una versión del conflicto?

Debemos tener mucho cuidado con los estereotipos, sus usos y sus abusos. Me explico, la cooperación hispano-marroquí es hoy día excelente, es un ejemplo en las relaciones internacionales. Como vecinos, con la larga historia en común, se ha ido formando con el tiempo y mejorando con los años. A pesar de ello, los periodos de enfrentamientos y desencuentros del pasado aún alimentan la imagen negativa del otro y muy a menudo basada en la desinformación y las falacias. 

Las relaciones hispano-marroquíes son en la actualidad excelentes a todos los niveles. España ha desplazado a Francia como primer país exportador. Existe un futuro prometedor de expansión en mercados de África, algunos en operaciones triangulares con otros países. También existen intentos de llevar operaciones conjuntas en Iberoamérica. Pero, lamentablemente, muchos medios de comunicación y ciertos sectores de la sociedad civil en vez de apoyar esta cooperación y animarla para que sus dividendos sean en beneficio de ambos países, estos siguen fuera de nuestro tiempo actual y se mantienen en el pretérito a veces en beneficio de intereses exógenos.

Creo que los poderes públicos, las representaciones diplomáticas y la sociedad de cada país deberían tomar cartas en el asunto e intervenir cuando se falsean datos o se ofrecen informaciones infundadas y se distorsiona la verdad, especialmente cuando no se respeta la deontología en la universidad o en los medios de comunicación para servir intereses como los del Polisario, siendo las primera víctimas los alumnos y los usuarios de los medios que tiene derecho a una información veraz y contrastada.

En esto, la acción diplomática tiene mucho que hacer. No se debe olvidar que entre sus misiones no solo está la protección de los intereses del país representado y el de sus ciudadanos, sino también el de la protección de la imagen de ese país, desmintiendo la toda información infundada, e informando a las autoridades del país receptor de las acciones que pueden perjudicar las relaciones entre ambos países y promocionando las acciones mediáticas en favor de la opinión pública, para que tenga una imagen lo más próxima posible a la realidad. 

Personalmente, creo que es la parte débil y la asignatura pendiente en la que Marruecos tiene que tomar las riendas, en favor de una política de información hacia el exterior y de comunicación con los diferentes sectores de la sociedad. Una diplomacia encerrada en las paredes de los despachos atrofia la acción diplomática moderna que es esencialmente saber y poder comunicar.  

Usted cree que lo mejor es lograr la autonomía del Sáhara bajo la soberanía de Marruecos. ¿Porqué nunca se habla de esa opción o este plan B? ¿Qué cree que genera socialmente promover solo la opción independentista del Sáhara?

Salvo la propuesta de Marruecos basada en una autonomía, no hay otra presentada sobre la mesa de las negociaciones que preconiza la ONU que sea seria, creíble, realista, pragmática y que haya recibido la buena acogida unánime de los miembros del Consejo de Seguridad.  

En mi libro, explico que en 1991 existía un plan de arreglo basado en un referéndum para elegir entre la integración o la independencia. La misma ONU consideró no era un plan realizable, entre otras razones, porque contenía dos opciones extremas: la integración total en Marruecos y la independencia total. Como alternativa a estas dos opciones extremas, se presentó otro plan basado en una autonomía como solución intermedia. Marruecos aceptó la propuesta, mientras Argelia y el Frente Polisario la rechazaron. Incluso el presidente argelino en persona viajó a Houston (Texas), donde se entrevistó con el que fuera enviado especial de la ONU, James Baker, al que propuso en nombre de Argelia y del Polisario el reparto del territorio y por consiguiente la distribución de la población y las familias del Sáhara. Esta propuesta fue rechazada categóricamente por Marruecos.

Baker volvió a presentar otro plan posteriormente, pero que era prácticamente innegociable dado que incluía además de la autonomía, las dos opciones maximalistas, independencia e integración, que la misma ONU criticó. Fue una amalgama entre el primer plan de arreglo y el segundo, un quita y pon, que Marruecos no podía aceptar. 

Para salir de esta situación de bloqueo, Marruecos elaboró con participación de la población saharaui un plan de autonomía consensuado entre todos los componentes de la sociedad: los representantes electos en los ayuntamientos, provincias y de las dos Cámaras; las diferentes asociaciones del Sahara y las fuerzas vivas del territorio. 

Marruecos aceptó abandonar la integración total del Sáhara en favor de una tercera solución basada en una amplia autonomía, mientras el Polisario y Argelia solo aceptaron abandonar la opción de independencia y presentaron la propuesta del reparto. Pero pronto volvieron a la opción maximalista de la independencia donde permanecen inmóviles.

En definitiva, Van Walsum, que fue Enviado Personal del Secretario General de la ONU para el Sahara Occidental escribía en el diario El País: “Si el Polisario sigue exigiendo un referéndum para la independencia, Marruecos lo rechazará de nuevo y el Consejo de Seguridad insistirá en alcanzar una solución consensuada”.El mismo Van Walsum declaró ante el Consejo de Seguridad que la independencia no era una opción realista. Pero si es una opción de mala fe y de mala intención por parte del desaparecido expresidente de Argelia, Haouari Bumedian, que declaró ante responsables del Polisario que este asunto para Argelia era una chinita en el calzado de Marruecos.  

A raíz de esta declaración, muchos responsables del Polisario entendieron el mensaje y abandonaron para siempre Argelia, como es el caso de Omar Hadrami, que retornó a Marruecos. Estos sencillamente no querían ser una simple chinita en un calzado para entorpecer el desarrollo y el avance de un país vecino, cuyo pueblo siempre lo consideraron y siguen considerándolo como un hermano.  

Esperemos que sea cual sea el futuro del Sáhara no cause sufrimiento a su gente y logre una conciliación por parte de los países implicados en lo que este asunto concierne.

Que el fin sea, realmente, lo mejor para el Sáhara.

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