Diego Santos y Josephine Baker “okupan” e introducen al visitante en la casa malagueña del hispanista británico

Laberinto y locura en casa de Gerald Brenan

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El poeta británico Edward Fitzgerald Brenan (1894-1987) es uno de los hijos adoptivos y predilectos de esa tierra acogedora y con los brazos abiertos al mundo que es Málaga. Tanto es así que la casa que adquirieran él y su esposa, la también poetisa norteamericana Gamel Woosley, en el barrio de Churriana en 1935, vuelve a ser punto de encuentro de artistas e intelectuales anglosajones y españoles, como lo fuera durante los casi cuarenta años que vivieran en ella. Desde el momento de habitarla, Gerald y Gamel fueron testigos reflexivos de la Guerra Civil española que ya se estaba fraguando, y más en concreto de la batalla de Málaga, más conocida como “La Desbandá”, cuya consecuencia personal será la publicación de su obra más conocida, El Laberinto Español, publicada en 1943 y de inmediato prohibida en España, si bien obtuvo una notoria difusión a partir de la editorial Ruedo Ibérico, establecida en Francia.

Ernest Hemingway, Caro Baroja, Anne Wright, Lars Pranger, lord Timothy Willoughby de Eresby o Virginia Wolf fueron visitantes asiduos y contertulios de veladas que, como afirmaba el propio Brenan, solo pueden celebrarse en un paraíso como éste. Abierta al público, lo primero que se encuentra el visitante este verano es la exposición de Diego Santos, titulada Laberinto y Locura. 

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El pintor Diego Santos, nacido en Churriana a pocos metros de la casa, ofrece una muestra en la que recorre la biografía de la multifacética artista franco-americana Joséphine Baker, recogiendo en diversas instantáneas los capítulos de su ajetreada vida, su personalidad, vivencias, su implicación y lucha contra la injusticia y su inigualable fiereza escénica.

A través de la figura de Baker, Santos nos sumerge en la atmósfera refrescante de los años 20 y 30 del siglo XX, evocando el jazz y el charlestón, hay derroche de Art Decó y rescatando la memoria de estos ritmos y de esta estética los traslada a la actualidad y al marco mismo de la casa. Como afirma la comisaria de la muestra, Mónica López Soler, Diego Santos resucita a Joséphine Baker, de la que nos contagia su gozoso atrevimiento”. Al fin y al cabo, ella actuaba siempre desnuda, cubierta su pelvis con dieciséis bananas, ni una más ni una menos. 

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Reviviscencias y reflexiones para visitantes sin extraviar

Quienes visitan este recinto, este oasis de paz, no se han perdido por el camino. Aunque no es difícil  llegar a la calle Torremolinos 56 de Churriana, lo cierto es que el perfil de quienes se detienen, entran y recorren las estancias de la casa de Gerald Brenan es el de los que buscan a ciencia cierta sus numerosas, intensas y muy profundas reflexiones.

Antes de ser testigo directo de nuestra Guerra Civil, Brenan ya había combatido en las batallas de Ypres, Somme y la segunda del Marne, en la gran carnicería que fue la I Guerra Mundial. Para entonces ya había muerto Dora Carrington, el gran amor tortuoso del propio Brenan, al tiempo que Leonora Carrington era la compañera, no menos tortuosa, de Max Ernst. Me lo cuenta Javier Martín Domínguez, director de la película dedicada a esta última, El Juego Surrealista, y que con el motivo de su rodaje tuvo la fortuna de conversar con ella en su casa de la calle Chihuahua en México DF poco antes de su muerte. 

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La Biblioteca de la Casa Brenan, puesta en marcha por su director, Alfredo Tajan, no solo ha reeditado y presenta las obras de sus ilustres antiguos propietarios sino que también ha puesto en marcha la edición de nuevos autores relacionados con el escenario, la vida y peripecias de Brenan, quizá uno de los mejores conocedores del espíritu de los españoles, tal y como reza uno de los fragmentos de su obra esparcidos por sus paredes: “La verdad es que los españoles son una raza sencilla en comparación con la inglesa o la francesa. Hay dos aspectos en el alma española que se corresponden al día y la noche. El español diurno es el hombre que todos vemos: sociable, positivo, capaz de grandes explosiones de energía y animación. En su conducta ordinaria es un hombre sencillo pero profundo. Como si dijéramos, es una literatura sin Montaigne, Racine, Pascal, Rousseau, Shakespeare, Proust o Blake… pero posee un Miguel de Cervantes, cuya complejidad supera a todos los demás. El otro aspecto de la naturaleza española es el que yo llamo aspecto nocturno del alma española, que está asociado con las ideas de muerte y desdén por la vida. Los españoles, aunque parezca lo contrario, son muy realistas. Desde luego, examinan las cosas con minuciosa objetividad. Y es precisamente la crueldad y precisión de su visión lo que les devuelve a sí mismos. De aquí viene su nobleza, su generosidad y prodigalidad”.   

  
 

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