La Gran Presa del Renacimiento Etíope ya es una realidad

Las aguas de la discordia: el Nilo, Egipto y Etiopía

photo_camera AFP PHOTO/ADWA PICTURES - Vista aérea de la Gran Presa del Renacimiento Etíope en el río Nilo Azul en Guba, al noroeste de Etiopía, el 20 de julio de 2020

Tras el inicio de su llenado el julio pasado y la continuación de los intentos de diálogos entre países, Etiopía no parece querer renunciar a los beneficios que le otorgará la Gran Presa del Renacimiento Etíope y Egipto tendrá que compartir el uso casi exclusivo que ejercía sobre las aguas del Nilo.

En el año 2011 comenzaron las tensiones que ahora discurren río abajo por las aguas del Nilo. Ese año Etiopía decidió comenzar la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope que pasaría a ser la más grande del continente. Con una capacidad para albergar 63 millones de metros cúbicos de agua y contando con un total de 16 turbinas, sería capaz de generar 6.450 megavatios de electricidad –unos 15 000 GWH al año–. Relevante en tanto multiplicaría por cuatro la actual producción de energía del país.

La tensión reside en la obtención del agua de la presa. Procede de un afluente del río Nilo: el Nilo Azul, responsable de un 80% del caudal que recibe el histórico río africano –en la temporada seca aporta un 20%. Así, río abajo, la noticia discurrió hasta llegar a oídos de Sudán –donde se juntan el Nilo Azul y el Nilo Blanco para dar lugar al río Nilo–y Egipto. Este último extrae casi el 90% de sus recursos hídricos del Nilo. A ello se le añade, además, la cantidad ínfima de precipitaciones anuales que recibe dadas sus tierras desérticas.

Desde entonces, surgieron tensiones entre los tres países que han continuado nueve años después. Etiopía no ha cesado su empeño en la construcción de la presa; Egipto, por su parte, se mantiene firme en su oposición a la misma y Sudán parece haberse alejado de una posición más en sintonía con Egipto para acercarse a la de Etiopía. 

En el año 2015 se llegó a un primer acuerdo de principios para establecer la cooperación entre los países y no ver ninguno sus intereses truncados. Sin embargo, las conversaciones han sido complejas e inestables. Quedan muchos puntos que resolver como la cantidad de llenado que se puede permitir dependiendo de la época, seca o lluviosa, o la cuestión de la gobernanza y de los mecanismos de resolución de conflictos, como explica Beatriz de León Cobo en su último artículo de Atalayar.

Imagen de satélite que muestra una vista de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) y del Río Nilo Azul en Etiopía el 26 de junio de 2020
La riqueza del Nilo Azul

El lago Tana, en Etiopía, es el lugar donde nace el Nilo Azul. Un fuerte caudal que ahora el país del este africano se ha decidido a aprovechar dadas ciertas presiones que provienen del cambio climático, la demografía y la producción de energía, entre otras. 

Así, el cambio climático acecha en relación a una posible escasez de los recursos hídricos; además, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, para 2050 la mitad de la población mundial sufrirá estrés hídrico. Aunque esto es un problema que se verá más acrecentado, sobre todo, en los países de Oriente Medio, además de Libia y Egipto.

Por su parte, se estima que la población cercana a la cuenca del Nilo llegue a los 1.000 millones en 2050. Según el informe de las Naciones Unidas sobre las perspectivas de la población de 2019, más de la mitad del crecimiento esperado de la población mundial entre 2019 y 2050 se dará en África, estando Etiopía y Egipto entre los nueves países que más aumenten su población en dicho período. Ello presiona a Etiopía a desarrollar una política para acoger a tal cantidad de población, en un país donde actualmente más de 60 millones de personas no tienen acceso a electricidad, un amplio 56% de la población. La principal importación de Etiopía no es otra que electricidad y aun así no es suficiente para llegar al completo de la población.

El aumento de producción de energía que supone la Gran Presa del Renacimiento plantea no solo resolver el déficit energético del país, sino alzarse como una nación exportadora a países de su entorno. Además, tendría la capacidad de aumentar la producción industrial del país que actualmente solo emplea a poco más del 7% de los trabajadores.

Mapa de África oriental que muestra el Nilo y la Gran Presa del Renacimiento Etíope
Egipto, hijo del Nilo

Esta serie de beneficios que la presa supondría para Etiopía contrasta con la preocupación egipcia por el uso del agua del Nilo. 

El país forma parte del gran desierto que se extiende a lo largo del África septentrional. La escasez de precipitaciones en la mayor parte del país no les ha impedido el acceso al agua gracias al Nilo. Fértiles riberas recorren la orilla del río que discurre por todo el país de sur a norte y desemboca en un delta en el Mediterráneo.

Como nombrábamos anteriormente, Egipto es uno de los países que sufrirán –actualmente ya sufre– un severo estrés hídrico dada su situación geográfica y el aumento de los efectos del cambio climático. Así, un aumento de las sequías o de altas temperaturas que favorezcan una rápida evaporación del agua podrían tener graves consecuencias sobre la estabilidad del país. 

Entre ellas, la disminución del cauce de su principal fuente hídrica, el Nilo. Lo que podría suponer una salinización de las fértiles tierras del delta, al adentrarse el agua del mar en la cuenca. Y a su vez, la destrucción de las mismas y de gran cantidad de puestos de trabajo –el 25% de los trabajadores se dedican a la agricultura. Todo ello se torna más relevante al revelar el déficit alimentario que presenta Egipto y que lo sitúa como el principal importador de trigo del mundo.

Así, una posible reducción del caudal del Nilo a causa de la Gran Presa del Renacimiento podría acrecentar los problemas hídricos intrínsecos a la geografía egipcia.

Por último, y tercero en la discusión, Sudán es un país que ha cambiado su postura inicial y ya parece estar a favor de los beneficios que pueda aportar la Gran Presa del Renacimiento Etíope. Es en terreno sudanés donde confluyen el Nilo Azul y el  Nilo Blanco, procedente este último de la región de los grandes lagos como el lago Victoria.

Egipto considera que la presa hidroeléctrica es una amenaza existencial que podría reducir gravemente su suministro de agua. Pero Etiopía insiste en que la cuota de agua de Egipto no se verá afectada

Los motivos a favor que ahora expresa Sudán se basan fundamentalmente en el control del caudal del río de manera que se eviten inundaciones periódicas en su territorio. De esta manera se podrá aumentar la productividad de las tierras cultivadas. 

Por otro lado, la electricidad es también la importación más importante del país, al igual que Etiopía. Tener una central de tal envergadura cerca de su territorio puede resultar beneficioso.

Sede del Ministerio de Recursos Hídricos e Irrigación en El Cairo

En definitiva, las aguas del Nilo se erigen como un recurso estratégico para las naciones ribereñas. Sin embargo, con la puesta en marcha de la presa etíope parece no haber vuelta atrás y como opina el politólogo Lluis Torres Amurgo en un artículo del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE): en naciones que han llegado a una cierta igualdad de condiciones supone “la necesidad de un modelo cooperativo”, de una gestión conjunta de los recursos del Nilo.

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