Los jugadores boicotean un día de las finales y ponen el mejor baloncesto del mundo al servicio de las minorías étnicas. La decisión final es finalizar la competición pero han marcado una referencia histórica con su protesta contra el racismo.

Las campanas de la NBA doblan por el racismo

NBA Campaigns Double Up on Racism

Los jugadores boicotean un día de las finales y ponen el mejor baloncesto del mundo al servicio de las minorías étnicas. La decisión final es finalizar la competición pero han marcado una referencia histórica con su protesta contra el racismo que dejó sin jugar los partidos previstos para este miércoles.

#Europa
Ni en 11S ni el 11M, ni la muerte de aficionados a las puertas de los estadios, ni los gritos racistas o los insultos a los jugadores. Tampoco un intento de independencia en Cataluña con las calles tomadas por los disturbios. Una pandemia es lo único que ha conseguido parar el fútbol en Europa… unos meses. Las tragedias sociales no influyen demasiado en el deporte a este lado del Atlántico. El minuto de silencio, las camisetas con denuncias (previamente consentidas), algún gesto en redes sociales y poco más. 

#BurbujaDeportiva
El futbolista europeo entiende su deporte como el negocio que le da de comer. Una tarea a la que no puede ni debe faltar y por la que vive cada minuto del día. No solo en los entrenamientos, también en su dieta, en sus salidas, viajes, descanso, amistades, familia… una burbuja perfecta que no admite filtraciones y que le proporciona un sustancioso sueldo del que viven muchas personas que le asesoran. Lo que sucede en la sociedad no le atañe. Bale apenas sabía algo del Brexit, Messi nunca se ha puesto del lado del independentismo, el Real Madrid nunca ha movido ficha por temas políticos. Impensable. 

#LutherKing
En Estados Unidos el racismo sigue presente en la sociedad décadas después del sueño que le costó la vida a Martin Luther King. Los ciudadanos negros y los ciudadanos blancos. La muerte de un negro y la muerte de un blanco. En una sociedad donde se citan todo tipo de razas, donde conviven y aportan riqueza al país, existe el racismo más primitivo que no han llegado a extirpar. El que impregna todo y no se ver. El que llena las estadísticas de todo tipo de discriminaciones. En los deportes americanos el jugador negro es un activo importante de las plantillas. En el baloncesto los jugadores afroamericanos han encontrado una manera de ganarse la vida. El 75% de los jugadores de la NBA son de raza negra y la gran mayoría ha sufrido puntualmente el racismo en algún momento de su vida personal. 

Estrellas de la NBA contra el racismo

#FloydBlake
La muerte de George Floyd y el tiroteo a Jacob Blake han vuelto a desatar las iras del deporte norteamericano. Dos casos espeluznantes de abusos de policías blancos sobre ciudadanos negros. Dos ensañamientos que son la punta del iceberg de la complicada convivencia racial en Estados Unidos. La bandera confedera se sigue utilizando con orgullo por nativos blancos de estados del sur, pero con ese hedor de la defensa de la esclavitud de los afroamericanos.   

#BLM
El regreso de la NBA tuvo el condicionante por parte de los jugadores de que querían que los partidos en la burbuja de Orlando fueran un escaparate de denuncias sociales bajo el lema “Black Lives Matter”. José Manuel Calderón, como asistente de la directora ejecutiva del sindicato de jugadores, fue un actor importante de esa negociación. 

#Kaepernick
Colin Kaepernick fue el primer deportista en arrodillarse cuando sonó el himno de EE. UU. en un partido de NFL. Natural de Milwaukee (Wisconsin), la misma ciudad del equipo que ha paralizado las finales de NBA 2020, los Milwaukee Bucks. Kaepernick sigue sin jugar, sin ofertas y los medios norteamericanos afirman que no volverá a ponerse el casco. Algunos hablan de bajón físico, otros de veto porque su gesto no gustó a muchos aficionados que no se sienten identificados con la defensa de los derechos humanos y la segregación racial. Hasta Trump cargó contra él en las redes sociales.

#Revisionismo
América vive también una crisis de principios encarnada en el revisionismo de figuras importantes a las que se la tacha de esclavistas. Limpia su legado histórico mientras tumba estatuas de Cristóbal Colón o intenta censurar “Lo que el viento se llevó” por cómo presenta las relaciones entre blancos y negros de principios del siglo XX. Juzgar el pasado desde el presente es un acto de ignorancia que trata de reescribir la historia. Es el camino más rápido para olvidar y repetir los errores. 

Estrellas de la NBA contra el racismo

#SegundoGrado
La NBA y el fútbol de Estados Unidos (MLS) han priorizado los problemas raciales que sufre la sociedad a su competición. Lo que en Europa son pancartas oficiales, parches en las mangas de las camisetas y anuncios con lema “Di no al racismo” y “Respect”, en USA es un boicot a uno de sus deportes de cabecera y la exigencia a las autoridades de que se endurezcan las leyes contra los policías que cometen abusos raciales. Algo que ya sucedió cuando la fiscalía aumentó los cargos contra el agente responsable de la muerte de Floyd y le acusó de asesinato en segundo grado. 

#Ensañamiento
Desde la distancia podemos criticar que se utilice el deporte en Estados Unidos para denunciar injusticias sociales. Un juicio que basamos en que la cultura europea no acostumbra a mezclar estos asuntos de forma tan radical. Podemos exigir seguir viendo NBA y que sea la justicia la que dictamine si los siete disparos que recibió Blake son ensañamiento y un acto de racismo. Pero allí ponen el deporte a disposición de la sociedad y de las minorías étnicas que sufren abusos. También podemos ir a las estadísticas y descubrir que el 13% de los ciudadanos norteamericanos son negros y que las posibilidades de que un ciudadano negro muera a manos de la Policía son 2,5 veces superiores a las que tienen los ciudadanos blancos. 

#Trump
El nuevo orden del deporte en USA se implica en los problemas de sus ciudadanos. El despertar solidario puede ser peligroso, puede mirar demasiado a la galería y perder los argumentos por el camino. Pero la violencia desproporcionada que sufren los ciudadanos afroamericanos es una patata caliente en un país con un presidente republicano que lo más directo que ha dicho sobre el racismo fue en Dallas el pasado mes de junio: “Debemos trabajar juntos para luchar contra la intolerancia y los prejuicios dondequiera que estén, pero no progresaremos ni curaremos nuestras heridas al etiquetar erróneamente a decenas de millones de estadounidenses honestos como racistas o intolerantes”, afirmó un presidente que debe afrontar elecciones en unos meses con el racismo encima de la mesa. 

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