El presidente sirio arrasó en los comicios presidenciales con el 95,1% de los votos, ante la denuncia de la comunidad internacional

Las elecciones sirias legitiman un cuarto mandato de Bachar al-Asad

AFP/ LOUAI BESHARA - El presidente sirio Bashar al-Assad (C) y su esposa Asma (R) depositan sus votos en un colegio electoral en Douma, cerca de Damasco, el 26 de mayo de 2021, al comenzar la votación en toda Siria

Los resultados de las elecciones sirias no han cogido a nadie por sorpresa, el eterno presidente Bachar al-Asad renueva un cuarto mandato arrasando en estos últimos comicios con el 95,1% de los votos. De esta manera al-Asad consigue perpetrar el legado de su familia siete años más, por lo que Siria cumpliría casi seis décadas bajo el dominio de la familia alauita. El líder sirio lleva encadenando victorias electorales desde el año 200, fecha en la que su padre Hafez murió y cedió el relevo a su hijo.

Quizás lo más sorprendente de estas elecciones no es en sí la victoria de Bachar al-Asad, que todo el mundo vaticinaba, sino el resultado. En el año 2000 recibió el 97,1% de los votos, en el 2007 conseguía un resultado similar reuniendo el 97,6%, mientras que en el 2014 y en plena guerra civil conseguía el 88,7%, un resultado más que sospechoso cuando el país se encontraba en la época más cruenta de una guerra que se prolongaba desde 2011.

Las elecciones de 2014 se caracterizaron por ser las primeras votaciones donde se permitió la participación de más candidatos. Como consecuencia de las protestas que surgieron en el país en el contexto de las Primaveras Árabes y bajo una fuerte presión internacional, Bachar al-Asad decidió aprobar una nueva Constitución multipartidista. Esta modificación permitió que 23 candidatos presidenciales se registraran para competir contra al-Asad, de los cuales la Corte Constitucional desestimó a 21, ya que no cumplían con las reglas para ser elegibles.

Atalayar_Siria Elecciones

Algo similar se ha vuelto a repetir en estas nuevas elecciones presidenciales, aunque la Constitución aprobada en 2014 permita una oposición a Bachar al-Asad, cumplir los requisitos que se establecen es casi imposible a no ser que seas el propio al-Asad. De una lista de 51 candidatos, la Corte Constitucional sólo ha aceptado tres e indudablemente entre los aprobados se encontraba Bachar al-Asad.

Los otros dos candidatos a la Presidencia eran Abdulá Salum Abdulá del Partido Socialista Unionista (SUP) y ex viceministro del gabinete y Mahmoud Ahmed Marei de la Unión Democrática Árabe Socialista (DASU), un partido opositor autorizado por Damasco. Los principales requisitos para poder presentarse como candidatos son ya de por sí extremadamente restrictivos, y es que era necesario haber vivido de manera continuada en Siria durante al menos 10 años, lo que significa que las figuras de la oposición en el exilio quedan excluidas. A lo que hay que sumar que los candidatos también debían contar con el respaldo de al menos 35 miembros del Parlamento, dominado por el partido Bath de Asad.

Por lo que siete años después la población civil vuelve al mismo punto, y es con Bachar al-Asad como única cabeza visible de una campaña electoral sin oposición real. El presidente de la Asamblea, Hammouda Sabbagh, anunciaba ayer los datos oficiales de las elecciones. Según recoge la agencia oficial de noticias SANA, más de 14 millones de sirios acudieron a las urnas de los que 13.5 votaron por al-Asad, en unos comicios con una participación del 78,6%. Mientras que sus opositores Abdulá Salum Abdulá y Mahmoud Ahmed Marei obtuvieron el 1,5% y 3,3% de los votos respectivamente.

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Bachar al-Asad se legitima en el poder hasta 2028. Un cuarto mandato que, de acuerdo con la Constitución, debería ser el último. Pero parece poco probable que dentro de siete años al-Asad ceda el control del país sirio sin más. Claro ejemplo de esto es la guerra civil a la que ha sumido al país árabe durante más de 10 años. El propio presidente dijo que “quemaría el país antes de ser derrocado”. No quemado, pero si devastado, Bachar al-Asad tiene que hacer frente a un país que sigue aún inmerso en una guerra civil que deja datos escalofriantes con 11 millones de desplazados y cientos de miles de muertos y desaparecidos.

Asimismo, el aislamiento internacional al que está sometido desde que se inició la guerra en 2011 así como las sanciones internacionales no han hecho más que agravar la precaria situación económica que se vive en el país con el 80% de la población bajo el umbral de la pobreza. La pandemia provocada por la COVID-19 no ha hecho más que empeorar esta situación. El valor de la libra siria se ha desplomado en el mercado negro, acelerado también por la crisis financiera del vecino Líbano.

El país aún se encuentra dividido, el Gobierno no contrala la totalidad del territorio. Aunque las continuas operaciones militares permitieron al régimen de al-Asad recuperar la mayor parte del territorio, zonas como Idlib o el noreste de Siria siguen en manos de las milicias kurdas o los grupos rebeldes. En definitiva, una compleja situación a la que Bachar al-Asad tendrá que hacer frente sin contar con el apoyo de la comunidad internacional que ha tildado de “farsa” las elecciones sirias y ha acusado al presidente sirio de “socavar los esfuerzos para una solución sostenible” en Siria.
 

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