El ministro de Educación, Abdul Baqi Haqqani, anuncia la segregación de las mujeres en las aulas y la imposición del atuendo islámico

Las mujeres afganas resisten ante el recorte de derechos talibán

AFP/AAMIR QURESHI - Una niña con velo sostiene una bandera talibán mientras en una reunión de estudiantes femeninas antes de un mitin pro-talibán en la Universidad de Educación Shaheed Rabbani en Kabul el 11 de septiembre de 2021

Un mes después de la toma de poder talibán, las libertades civiles se desvanecen a pasos agigantados en Afganistán. La caída definitiva de Kabul en manos insurgentes el pasado 15 de agosto marcó el inicio de un retroceso de dos décadas en materia de derechos. Un retroceso que pretende disolver el papel de la mujer en la sociedad e imponer de nuevo la ley sharía que ya rigió el país centroasiático entre 1996 y 2001, durante el primer mandato talibán.

A su llegada al poder, la milicia fundamentalista prometió reformar su disciplina con el objetivo de obtener legitimidad exterior. Los compromisos de los insurgentes abarcaban desde la formación de un Gobierno “inclusivo” hasta una amnistía para todos los colaboradores del Ejecutivo previo, pasando por el respeto a los derechos y libertades de la mujer. Sin embargo, las promesas se quedaron en papel mojado ante el beneficio de la duda otorgado por algunos observadores e instituciones internacionales.

Mujer con niqab en la Universidad de Kabul

Después de quebrar su promesa de inclusión en el Gobierno con el nombramiento de una férrea estructura talibán y romper su compromiso de amnistía con la persecución de la disidencia, los insurgentes tratan de asestar el golpe definitivo a los derechos de las mujeres tras 20 años de discretos avances. Después de prohibirles practicar deporte, el siguiente paso ha sido el de la segregación en las aulas. Un tímido avance atendiendo al veto a la educación impuesto entre 1996 y 2001 para las mujeres.   

El ministro de Educación interino, Abdul Baqi Haqqani, anunció el domingo que las mujeres no serán excluidas de las escuelas, aunque actuarán dentro del “marco islámico”. “No permitiremos que las alumnas y los alumnos estudien en una misma aula”, sentenció Haqqani después de apuntar que la coeducación “se opone a la sharía”. El ministro añadió que la educación conjunta impide a las mujeres concentrarse en los estudios y que se mantendrá obligatoria la vestimenta islámica, aunque no ha especificado si las mujeres deben portar el hiyab, el niqab o el burka.

Red Haqqani

El titular de Educación, integrante de la denominada “Red Haqqani”, una facción considerada como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, ha sido el encargado de realizar el anuncio ante los medios. Un anuncio que supone un relativo avance en relación con el último régimen talibán. Entre 1996 y 2001, las mujeres tenían prohibido estudiar y trabajar, sin embargo, Haqqani matizó que, en esta ocasión, pretenden “empezar a construir sobre lo que ya existía”.

La igualdad de derechos en Afganistán recibe de esta forma un nuevo revés justo cuando el número de alumnas universitarias había alcanzado niveles récord. Universidades como la de Herat o la de Ghalib en Kabul acogían hasta la fecha a más mujeres que hombres. Sin embargo, tras la caída de la capital las clases sólo se han reanudado en los centros privados, espacios donde las mujeres deberán portar niqab y acudir a aulas segregadas o, en su defecto, separadas por una cortina.

Manifestación mujeres Afganistán

Las Universidades públicas continúan cerradas a la espera de hacer frente a la larga nómina de imposiciones del nuevo Gobierno talibán. El reto principal es el de la segregación, una tarea para la que no están preparadas a nivel logístico por la carencia de espacio y docentes. En principio tan solo las mujeres pueden impartir clase a las mujeres y, en su defecto, los profesores podrían dar hacerlo tras una cortina o por videoconferencia. Además, el contenido de la enseñanza en las aulas también será objeto de importantes modificaciones.

Poco después de la toma de Kabul, los talibanes despidieron a las mujeres que trabajaban en los Ministerios y prohibieron el trabajo femenino. También quedó vetado el tránsito de las mujeres por las calles sin acompañamiento masculino, según trasladó la representante especial para Afganistán de Naciones Unidas, Deborah Lyons, a los miembros del Consejo de Seguridad. Las nuevas normas trajeron consigo el descontento del colectivo, sobre todo de las más jóvenes, que no han conocido un grado de opresión similar en el país.

Evento mujeres Universidad de Kabul

Estos hechos, sumados al nombramiento de un gabinete carente de perfiles femeninos y a la abolición del Ministerio de Asuntos de la Mujer, provocó que centenares de manifestantes tomasen las calles en señal de protesta. En muchos casos, las mujeres exigían un hueco en el Gobierno, en otros, el respeto íntegro de sus derechos. Las concentraciones han venido reproduciéndose en varios puntos del país, siempre reprimidas con violencia por parte de los talibanes.

“Los combatientes talibanes han vivido toda su vida en algunos lugares remotos, lejos de la civilización, y sólo han aprendido a luchar. Apenas saben leer o escribir. Muchos de ellos no tienen idea de la vida en una ciudad. La sociedad afgana ha cambiado los últimos 20 años. No permitiremos que los talibanes nos quiten nuestros derechos”, trasladó Basira Taheri al medio alemán DW durante una concentración en Herat, la tercera ciudad más importante de Afganistán.

Evento mujeres Universidad de Kabul

En respuesta, los talibanes celebraron el domingo un acto en la Facultad de Educación de la Universidad de Kabul. La sala, abarrotada de mujeres en su mayoría vestidas con niqab y corresponsales internacionales, tenía como objetivo demostrar el amplio respaldo del sector femenino al régimen fundamentalista. Las alocuciones y proclamas en favor de la nueva sociedad talibán vertidas por profesoras y alumnas de madrasas contrastaron con la inhumana apariencia de las mujeres cubiertas por un hiyab completo al estilo de las integristas salafistas, sin ni siquiera una rendija para mostrar los ojos.

La comunidad internacional continúa denunciando los hechos al tiempo que muestra su incapacidad para influir sobre la deriva en el país. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, hizo un llamado al Consejo de Seguridad para tomar medidas “audaces y enérgicas, acordes con la gravedad de esta crisis [en Afganistán], estableciendo un mecanismo específico para supervisar la evolución de la situación de los derechos humanos en todo el país”, mientras las mujeres ven disuelta su libertad.
 

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