Teherán responde anunciando un nuevo proceso de enriquecimiento de uranio

Las nuevas sanciones de Estados Unidos a Irán agudizan la tensión

photo_camera PHOTO/OFICINA IRANÍ vía AP - El ayatolá Alí Jamenei, a la derecha, pasa revista a las Fuerzas Armadas junto al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Mohamed Bagheri, durante una ceremonia de graduación en la Academia de Defensa Aérea de Irán, el 30 de octubre de 2019

Vuelve a tensarse la cuerda entre Estados Unidos e Irán a cuenta de las nuevas sanciones económicas impuestas por parte estadounidense durante la jornada del lunes, esta vez relacionadas con el entorno más próximo del líder supremo Alí Jamenei. Ante las cuales el régimen de los ayatolás no ha tardado en contestar en las últimas horas condenando lo que se entiende como “acoso” norteamericano y anunciando un nuevo proceso de enriquecimiento de uranio en la planta de Fordo. 

El Estado norteamericano anunció medidas contra nueve personalidades del círculo más cercano al ayatolá Jamenei, justo durante la conmemoración del 40º aniversario de la crisis de rehenes en la Embajada norteamericana en Teherán, episodio por el que medio centenar de ciudadanos estadounidenses permanecieron retenidos durante 444 días en la sede diplomática. Una jornada en la que también se solicitó la liberación de ciudadanos estadounidenses que todavía siguen retenidos en Irán. 

"Cuarenta años después, el régimen revolucionario en Teherán ha demostrado una y otra vez que sus primeros actos tras llegar al poder fueron una señal clara de su carácter malvado", afirmó en una nota oficial el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo. "El régimen sigue deteniendo injustamente a estadounidenses y apoyando a grupos terroristas como Hizbulá (milicia libanesa), que practican la toma de rehenes", indicó Pompeo.

Entre las figuras políticas persas afectadas por las medidas sancionadoras están el jefe del Poder Judicial, Ebrahim Raisí, el segundo hijo de Jamenei, Mojtaba, el consejero de Asuntos Exteriores del ayatolá, Alí Akbar Velayati, o el director de la oficina general de las Fuerzas Armadas, Mohamed Bagheri.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo

Estas personas están sujetas ahora a acciones que suponen la congelación de cualquier activo que tengan bajo jurisdicción estadounidense y medidas punitivas contra toda institución internacional que les asista a la hora de llevar sus finanzas o hacer negocios. 

En esta línea se puede enmarcar la medida tomada por los bancos de Malasia que han cerrado cuentas bancarias de ciudadanos iraníes residentes en territorio malayo. Según informó la agencia Reuters, dos de las más importantes entidades bancarias del país, CIMB y RHB, decidieron decretar el cierre de cuentas cuya titularidad pertenecía a ciudadanos o compañías iraníes. 

El primer ministro malayo, Mahathir Mohamad, habló de la injerencia de “personas muy poderosas” que podrían haberle obligado a elegir entre la suspensión de estas cuentas bancarias o el cierre de oficinas de bancos malayos en el extranjero. “Hemos recibido presiones muy fuertes desde ciertos círculos que ustedes pueden imaginar”, expresó en un encuentro con estudiantes Mohamad, quien resumió la acción de aquellos que instaron a tomar esta medida en hacer que les “sea difícil a los iraníes llevar una vida normal aquí”.

Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de EEUU también se pronunció sobre las últimas sanciones ejecutadas por su país. “Golpeamos a los funcionarios no elegidos popularmente que rodean al líder supremo de Irán, el ayatolá Jamenei, e implementan sus políticas desestabilizadoras”, aseguró en un comunicado Steven Mnuchin. Estos objetivos diplomáticos norteamericanos se relacionan con las acciones malvadas del régimen denunciadas por Pompeo, incluidas “ejecuciones extrajudiciales” y el atentado perpetrado el 18 de julio de 1994 contra la sede de la Asociación Mutualista Israelí Argentina (AMIA), que dejó 85 muertos en Buenos Aires. Por este ataque la justicia argentina sigue requiriendo al propio Akbar Velayati tras 25 años. 

Para Estados Unidos, después de 40 años el régimen iraní no ha cambiado y continúa con su estrategia de amenaza y agresión constante a sus rivales en el plano internacional. Desde la llegada al poder del régimen de los ayatolás en 1979 con la revolución islámica, el cariz agresivo del Estado persa se sigue manifestando de la misma manera en la actualidad, según el Gobierno norteamericano. 

Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos

En este escenario, la postura de la Administración Trump es tomada por Irán como una auténtica campaña de “acoso”, ante la cual los dirigentes iraníes siguen sin estar dispuestos a claudicar. En este sentido, Abbas Mousaví, portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, habló del “enfoque de acoso de Estados Unidos hacia otros países y hacia asuntos internacionales importantes”. "La adicción del régimen de EEUU a las sanciones unilaterales ha puesto a los estadistas del régimen en una posición totalmente pasiva, en la que anuncian algunas sanciones de vez en cuando con el fin de escapar de la frustración causada por su fracaso contra la voluntad de hierro de la nación iraní", remarcó Mousaví.

Desde la cartera de Exteriores persa también se ha tachado las alusiones de Mike Pompeo a Irán y su trayectoria de “distorsión de la realidad”. "A través de la propaganda y la burla y usando un lenguaje descortés y poco diplomático, la Casa Blanca siempre trata de tergiversar la realidad", expresó Mousaví, quien acusó a Estados Unidos de "intercambiar las posiciones de verdugo y víctima".

Estas nuevas sanciones se unen a un conjunto de otras anteriores que sucedieron a la salida de Estados Unidos el año pasado del pacto nuclear que se suscribió con Irán y otras potencias como Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea en 2015, el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), por el que se limitaba el programa atómico persa a cambio de beneficios políticos y financieros. 

Tras su abandono del pacto, Washington anunció acciones políticas y económicas contra Teherán, entre las que predominaban las relacionadas con el petróleo, gran fuente de ingresos iraní, que supusieron un duro golpe económico para sus arcas. Así, entre otras cuestiones, EEUU retiró las exenciones a la compra de crudo persa de las que se beneficiaban determinados países, lo cual afectó sobremanera al comercio de petróleo persa. 

Irán no se amilanó ante esta iniciativa y respondió manifestando su determinación de seguir comerciando con su ‘oro negro’ e incumplir los términos del JCPOA y amenazando con dificultar el tránsito marítimo por aguas del estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio mundial de petróleo. 

Esta dinámica derivó en una sucesión de episodios lamentables relacionados con intercepciones y ataques a buques petroleros en aguas del Golfo, lo cual desató una sucesión de encontronazos que significaron una gran escalada de tensión entre Irán y diversos países de la comunidad internacional, incluida la esfera árabe. 

Sin ir más lejos, Arabia Saudí (gran enemigo político de Irán al ser el principal representante de la rama suní del islam, principal rival de la chií de Irán) congregó a los países árabes en las Cumbres de La Meca, organizadas por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y la Liga Árabe, en las que se condenó al régimen persa por la situación agravada de conflicto en Oriente Medio y por poner “amenazar la seguridad mundial”. 

Una seguridad puesta en solfa por estos choques relacionados con cargueros y también por la operación de agentes sustentados por Irán, como los hutíes, milicias chiíes que actúan en la guerra de Yemen para socavar el Ejecutivo establecido y para contrarrestar la expansión suní en la región y que protagonizaron diversos ataques contra infraestructuras petrolíferas y aeroportuarias en territorio saudí. 

La situación se sigue tornando cada vez más complicada y aparecen voces amenazantes que inquietan a la diplomacia internacional; como la del general Abolfazl Shekarchi, quien, en palabras recogidas por Newsweek, dijo el domingo pasado que cualquier país que albergue tropas norteamericanas podría ser objetivo de Irán en un conflicto bélico. “Cualquier lugar, cualquier punto de cualquier territorio que aloje a intereses de Estados Unidos y sus aliados serán amenazado”, alertó Shekarchi. 

Enriquecimiento de uranio en la planta de Fordo

Irán ya amenazó hace meses con empezar a incumplir determinados puntos del JCPOA por la falta de apoyo internacional ante las sanciones recibidas por parte de EEUU el año pasado y por entender que los otros miembros del pacto habían incumplido los términos del acuerdo; entre ellos estaba el de sobrepasar los límites de enriquecimiento de uranio que tenía fijados en el convenio sellado. 

Ahora vuelve a la carga en esta línea tras las últimas medidas impuestas por el Estado norteamericano contra miembros de la élite política y militar persa. En concreto, el presidente iraní, Hasan Rohaní, anunció este martes que su nación va a volver a enriquecer uranio en la planta de Fordo con la inyección de gas en 1.044 centrifugadoras, dentro del cuarto paso de reducción de sus compromisos del pacto atómico de 2015. 

"En Fordo tenemos 1.044 centrifugadoras y con el JCPOA habíamos quedado en que esas centrifugadoras estén funcionando, pero sin inyectarles gas, pero daremos ese paso a partir de mañana", indicó Rohaní en la televisión estatal. Aunque también apostilló que esta decisión es "reversible".

Mapa de Irán que muestra las principales instalaciones nucleares, incluyendo Fordo donde se reanudará el enriquecimiento de uranio, según el presidente Hasan Rohaní

Esta puerta abierta significa que Irán puede seguir negociando con el resto de los países que permanecen dentro del acuerdo del JCPOA. El presidente iraní señaló que toda su actividad seguirá estando “bajo la supervisión del OIEA (Organismo Internacional para la Energía Atómica)”.

Queda por ver cuál será ahora la reacción de Francia, Rusia, China, Reino Unido y Alemania ante los últimos acontecimientos. En los meses anteriores en los que Irán aplicó los pasos previos de reducción de sus compromisos el resto de las naciones decidieron seguir respaldando el acuerdo nuclear a pesar del abandono por parte de EEUU.

El pasado julio, las autoridades iraníes empezaron a enriquecer uranio al 4,5%, por encima del 3,67% permitido según lo firmado, y superaron en unos 60 kilos el límite de almacenamiento de este material, fijado en 300.

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