Juan Francisco Benito, Gema de los Ríos y Estefanía Vera, víctimas del terrorismo yihadista, han compartido su testimonio con el fin de preservar la memoria de sus familiares

Las víctimas del terrorismo: símbolos de la democracia

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Los atentados acaban con la vida de las personas, hieren, rompen familias y arrancan de la manera más violenta y cruel posible la posibilidad de construir y crear una vida. Las voces de las víctimas de los atentados son las voces de nuestra sociedad y como tal merecen el respeto y el cariño de todos. Este tipo de eventos, en este caso, organizado de manera conjunta entre la Fundación Víctimas del Terrorismo y el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo honran y homenajean las voces de aquellos que ya no están y continúan democratizando una sociedad que no debe estar condenada a olvidar.

El terrorismo trasciende lo político, “matar por matar y hacer el mal, ese es el terrorismo, es un mensaje vacío” recordaba el general Manuel Navarrete. De acuerdo con los datos ofrecidos por el Ministerio de Interior, 1.421 personas han sido víctimas del terrorismo en España y con motivo de esto, en la celebración de la segunda parte del curso “terrorismo y antiterrorismo en tiempos de pandemia y postpandemia”, tres familias fueron invitadas a participar dando su testimonio como víctimas del terrorismo yihadista que habían sufrido sus familiares.

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Primero fue el turno de Juan Francisco Benito, padre de Rodolfo Benito Samaniego, asesinado en los atentados de Atocha de Madrid del 11 de marzo del 2004 junto con otras 191 personas. Juan Benito ha relatado como fue el momento de confusión que existía entre la población madrileña ese día a las 8 de la mañana, cuando ya habían estallado dos bombas en dos trenes de Atocha.

“Aquel día 11 de marzo, un día como otro cualquiera, transcurre el día con normalidad, cuando la voz de Iñaki Gabilondo cuenta en la radio que se ha producido un incidente en Atocha, minutos a minutos la noticia iba alcanzando mayor relevancia hasta que en cuestión de media hora ya se habla de que ha habido atentados en diversas estaciones”, recuerda. “Mi primera reacción fue llamar a Rodolfo, son minutos en los que empiezas a sentir temor, entre tanto hablo con mi hijo Alex y dice que tampoco consigue localizarle”.

Juan prosiguió relatando que “en un momento de tensión me desplazo hasta Atocha, Madrid se había colapsado, en ese momento ya se hablaba de muertos y heridos. Cuando llego a Atocha serían las 9 de la mañana y el mando policial ya hablaba de un atentado”.

“Todas aquellas personas que no podían localizar a los familiares fueron desplazadas al recinto ferial de IFEMA donde se había concentrado el servicio de información para ayudar a los familiares”, afirma. “Allí nos desplazamos a una habitación de un hotel cercano y en una búsqueda que llevábamos haciendo desde las 8 de la mañana hasta las 3 nos avisan en la habitación y nos explicaron que Rodolfo estaba abajo”.

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“Tanto yo como mi mujer no tuvimos el valor para bajar, con ese afán de querer mantener vivo el recuerdo de cómo era mi hijo no bajé, ni yo ni su madre (…) evocas tantas cosas… nació deprisa y se fue deprisa, nació deprisa porque nació en casa sin médicos, sin nada y murió en un instante”.

Después del atentado, su familia decidió seguir manteniendo viva su memoria con la creación de la Fundación Rodolfo Benito Samaniego, una institución que busca reconocer a las víctimas del terrorismo y “contribuye a extender su memoria, así como los valores de paz, libertad y democracia”. Juan prosigue afirmando que "la fundación que hoy en día nos da la alegría de que Rodolfo, que es el que nos empuja día a día su sonrisa, nos ha llevado a mantener sus valores a través de la fundación”, concluye con voz emocionada.

Seis años del atentado en la Embajada española de Kabul.

El acto también ha acogido a Gema de los Ríos, mujer del policía español asesinado en la Embajada de Kabul en el año 2015, Jorge García Tudela y a Estefanía Vera, la mujer de otro de los policías asesinados, Isidro Gabino Sanmartín.

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Hace casi seis años, el 11 de diciembre del 2015, un coche bomba se situaba en las puertas de la Embajada española. La explosión produjo una onda expansiva y creó un hueco en las inmediaciones de la cancillería por la cual un grupo de terroristas yihadistas consiguió entrar en el edificio armados con fusiles de asalto y granadas de mano. El ataque a Kabul duró doce horas y, murieron Jorge, “Gabi” y 10 policías afganos.

“Aquel día llevaba a mi hijo pequeño a un partido de futbol ahí recibí la primera llamada, me alertaron de que algo ocurría. En ese momento yo traté de aislar a mis hijos, pero a la vez empecé a llamar por teléfono a todos los compañeros y a buscar por internet que había ocurrido” recuerda Gema.

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“Empezó a salir la noticia en la televisión, a las 8 de la tarde me llamó el CNI y me dijo que la Embajada había sufrido un ataque, que no me preocupara pero que la operación seguía abierta. A las 4 de la mañana llamaron a mi puerta y dos personas uniformadas y un compañero de Jorge estaban allí, yo ya sabía que algo había ocurrido y cerré la puerta, no quería que entrasen ni escuchar nada. Me dio un ataque de ansiedad, pero tuve la suerte de que desde un primer momento el SAMUR me pudo atender”.

De acuerdo con las informaciones que recibió “ese día Jorge estaba en sus habitaciones, era viernes y estaba descansando en sus habitaciones, la onda expansiva le llegó ya que su habitación daba a la calle. Salió y se encontró con un terrorista que le disparó y le hirió”.

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Gema, madre de dos hijos, habla de cómo fue el momento en el cual sus hijos se enteraron de la triste noticia: “Mi hijo mayor se despertó y se dirigió a mí yo le dije que recordara siempre lo mucho que le quería su padre. El ahora padece de una depresión postraumática, la cual es complicada de vivir con ella en una adolescencia”. Por otro lado, recuerda cómo se comportó su hijo pequeño “con una madurez increíble, me abrazó se vistió y nos fuimos para Madrid”. Ahora Gema confiesa que el pequeño está sufriendo ataques de pánico y cuadros de ansiedad.

Por otro lado, la esposa de Isidro, Estefanía Vera, afirma que en el ataque “Gabi no podía salir. Los terroristas estaban en la parte de arriba y le dispararon, pasaron horas estaba desangrándose y no pudieron entrar a socorrerle". Transcurridas las horas “lo subieron a una furgoneta y de camino al hospital murió”.

A Estefanía le llamaron y la informaron del triste incidente “me dijeron que Gabi había muerto y que iba a venir la policía a hacerlo oficial. Al principio no te lo crees, cuando dicen que la realidad supera a la ficción es así. Cuando realmente soy consciente es cuando estoy en Madrid y me preguntan si me quería despedir de él, yo no me lo creía llevábamos 16 años juntos”.

En ese momento no era consciente de que yo tenía una gran depresión. Me quede en León, mi hijo tenía 6 años y yo no tenía ni ganas de levantarme. Después de eso me di cuenta de que tenía que salir de allí y luchar. Me fui dos meses de viaje, sola, pero después volví con ganas de educar y estar con mi niño, antes de eso no tenía ganas de nada”. Ahora afirma que su hijo “vive a veces con desgana y falta de ilusión ya que muchas veces no se esfuerza porque dice esto no vale la pena si vamos a morir”.

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Por otra parte, ambas coinciden de que “el funeral de Estado fue memorable y se unieron todos los partidos políticos asistiendo a el mismo”. Gema afirma que posteriormente “lo que queda de todos esos días lo he tenido que ir reconstruyendo porque estuve medicada, tengo fotografías e imágenes borrosas en mi mente de la situación”.

Este atentado no ha estado exento de polémica ya que las víctimas afirman que la Embajada no se encontraba en la zona segura y la prueba más evidente es “que allí no dormía el embajador o los diplomáticos. El embajador residía en la zona de seguridad” denuncia Gema.

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Del 11-M han pasado 17 años ya mientras que del 11-D han transcurrido seis. El deber de la sociedad es no olvidarse de la unión de la población en la preservación de los derechos humanos y de la democracia. Homenajes como estos les recuerdan tanto a ellos como a la sociedad civil que nuestro deber en democracia es no olvidar lo que el terrorismo arranca. Como expresó el periodista José María Calleja en una entrevista en El Mundo en el 2006: “Las víctimas son un patrimonio, humano y político de la democracia y nunca les agradeceremos lo bastante”. 
 

Para finalizar el acto, la directora general de la Oficina de Atención a Víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior, Montserrat Torrija, ha expresado unas palabras de agradecimiento hacia las víctimas y asegura que desde el Interior, la cartera "siempre estará de lado de las víctimas". Tras sus palabras, el director del curso, Luis de la Corte Ibáñez junto con el director de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, agradecieron a los participantes sus intervenciones y clausuraron un acto al que consideran "necesario e importante que necesita unidad y cooperación". 

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