Latinoamérica apuesta por las zonas especiales para crecer más

Carlos Álvaro/capitalmadrid.com

Las ZEE au­mentan en la re­gión mien­tras México las des­man­tela en su sur­este

Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) han ex­pe­ri­men­tado un fuerte auge en Latinoamérica y en el mundo y se han con­ver­tido en motor para im­pulsar el desa­rro­llo, el cre­ci­miento y el co­mer­cio. Según el úl­timo in­forme anual ‘WIR 2019’ de la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), que acon­seja su im­plan­ta­ción, hay 500 de estas zonas en la re­gión, que alojan a más de 10.000 em­presas y em­plean a cerca de un mi­llón de per­so­nas.

La mayor competencia por la inversión global ha hecho que en los últimos cinco años se hayan generado más de mil de esas zonas en el mundo. Curiosamente, mientras los entes internacionales abogan por ellas, en México el presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido su desaparición en el sureste del país. Según la UNCTAD, las ZEE se han convertido en espacio elemental para la inversión en los últimos cinco años, logrando que las empresas amplíen sus capitales a nivel mundial e impulsen el desarrollo en las regiones en que se instalan. La nueva ola de políticas industriales y el aumento de la competencia por las inversiones internacionales han provocado este auge de las ZEE, un esquema que ofrece incentivos fiscales, normas y regulaciones más flexibles y ventajas operativas para atraer IED, y que son habituales en la mayoría de las economías en desarrollo y muchas economías desarrolladas.

Según el organismo, en Costa Rica, Nicaragua y República Dominicana, las ZEE representan más de la mitad de las exportaciones y en México y Colombia son responsables del 31% y el 13% de la exportación. En los últimos cinco años, Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay han revisado sus estrategias en ZEE para alinearlas a los parques industriales y zonas de desarrollo, con miras a crear empleo y fomentar la modernización tecnológica. Esto podría traducirse en la creación de 20 a 30 zonas económicas especiales en los próximos cinco años en el área.

Curiosamente, la nueva política mexicana sobre ZEE contrasta con el aumento del número de países en el área que apuesta por ellas para impulsar el desarrollo. Remando en dirección contraria, el presidente López Obrador ha decidido cancelar el proyecto de siete ZEE impulsado por su antecesor Peña Nieto en 2016 como uno de sus planes estrella, debido a las prioridades de su Administración y pese a que había promesas de inversión por al menos 2.700 millones a corto plazo. El actual presidente mexicano juzga que no cumplieron con la función para la que fueron creadas. En lugar de continuar con las ZEE se impulsarán proyectos de desarrollo regional como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el Corredor Transístmico.

En el mundo, según la UNCTAD, 145 países tienen algún tipo de ZEE; su número ha aumentado de 4.000 a 5.400 en cinco años y existen otras 500 en proyecto y dan empleo a 68 millones de personas. El informe señala que hay numerosos ejemplos de zonas económicas especiales que han sido clave para transformar las economías, facilitar una mayor participación en las cadenas de valor mundiales y acelerar la modernización industrial, aunque también se han dado casos en los que no han tenido éxito y han constituido un costoso fracaso.

La ZEE se define como un área geográficamente fijada, sujeta a distinta regulación y administración respecto al país y cuya meta es atraer Inversión Extranjera Directa (IED) en una actividad económica. Ofrece básicamente incentivos (reducción de aranceles, impuestos, y tasas, repatriación de beneficios, subsidios, opciones atractivas de inversión y financiación), pero también regulación y operatividad específicas. La necesaria adaptación a las nuevas reglas del juego global hace que las ZEE hayan dejado de concentrarse en manufactura, diversificando su actividad a nuevos sectores como alta tecnología, servicios financieros, turismo, desempeño ambiental, comercialización de la ciencia o regeneración urbana.

Además, la cooperación internacional en el establecimiento de ZEE es cada vez más habitual y muchas se implantan con asociaciones bilaterales. Y en zonas transfronterizas se están volviendo componente habitual de cooperación económica regional. El informe señala que la Agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es una oportunidad para el desarrollo de zonas modelos vinculadas a esas metas.

Las ZEE, en su formulación moderna, se iniciaron en los años 50 en Irlanda y en los 80 recibieron un gran impulso cuando China las implementó en su programa de reformas. China encabeza la lista de más ZEE, con 2.543, seguida por Filipinas (528) e India (373); por delante de EEUU (262). En Latam sobresalen Nicaragua (52); Costa Rica (49); Colombia y Honduras (39) y Brasil (32), pero también tienen relevancia en México, República Dominicana y Panamá. Y en países como Cuba son apuestas muy específicas pero firmes para captar IED.

Mientras en Latam y otras áreas se impulsa su creación y la Alianza del Pacífico abogó en 2018 en su XII Cumbre por promover un mecanismo de zonas especiales como motor de inversiones y empleo, con un modelo competitivo, también se alzan voces críticas. Estas destacan que los incentivos de las ZEE se traducen en ingresos fiscales a los que se renuncia a corto y que crean distorsiones en las economías. Apuntan que ofrecer sólo incentivos puede hacer que una zona se ponga en marcha, pero no garantiza un plan duradero y que las ZEE con más éxito están entrelazadas con la economía doméstica. Para los críticos, tener acceso a mercados globales e infraestructura adecuada tiene un más impacto que las exenciones fiscales. El Banco Mundial, que analizó mil ZEE, destaca que su desempeño ha sido parecido al de la media nacional; que su crecimiento es difícil de sostener en el tiempo, ya que tras el dinamismo inicial la actividad económica se asimila a la de las áreas circundantes y que la mayoría de los incentivos han tenido poco impacto.

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