El ministro de Economía interino, Mohamed al-Hawij, desveló la cifra que necesita el país norteafricano para poner en marcha la recuperación económica

Libia: 200.000 millones de dólares para la reconstrucción

Operaciones bancarias bloqueadas en Libia

Libia experimenta un período de relativa paz. Las guerras fratricidas que dividieron la nación norteafricana en los últimos 10 años parecen haber dado paso a una tregua momentánea, sin embargo, las consecuencias del conflicto continúan pasando factura a un país que avanza con lentitud hacia una efectiva transición política. Factura que se cifra en 200.000 millones de dólares, montante estimado por el Banco Mundial en colaboración con las instituciones locales para que Libia pueda ejecutar los proyectos de reconstrucción.

Así lo reveló el ministro de Economía interino, Mohamed al-Hawij, en una entrevista con la cadena de televisión Alhurra. Para atraer capital extranjero, el Gobierno de Acuerdo Nacional ha mantenido en los últimos meses una serie de encuentros con empresarios de Egipto, Italia, Turquía, Túnez, Argelia y Francia. Asimismo, el ministro Al-Hawij hizo oficial la asociación en materia energética con Estados Unidos para impulsar la producción de crudo libio hasta los tres millones de barriles diarios de cara a los próximos tres años.

Fondo Monetario Internacional

Libia bombea una cantidad de 1,3 millones de barriles al día. Una cifra que, según el gobernador del Banco Central de la OPEP, debe aumentar si el país pretende costear los planes de reconstrucción. Para ello, las autoridades necesitan renovar las añejas y oxidadas infraestructuras y garantizar la estabilidad política, dos retos que hoy por hoy se antojan complicados. Los libios cuentan con una baza a favor, y es que el país acoge las mayores reservas probadas de crudo de África, aunque su economía depende por completo del ‘oro negro’ y del gas.

Con el objetivo de avanzar en la senda de la recuperación, los titulares de Economía e Industria y Minerales, el propio Al-Hawij y Ahmed Abu Hessa, estamparon su rúbrica en un documento junto al presidente de la Organización Árabe para la Industrialización (OAI), Abdel Moneim al-Taras, durante la última visita a El Cairo del primer ministro interino, Abdul Hamid Dbeibé. Los términos del acuerdo facilitarán la reapertura de las fábricas en Libia, suspendidas a causa del conflicto.

Abdul Hamid Dbeibé

El entendimiento entre Trípoli y El Cairo no acaba ahí. El ministro de Trabajo en funciones, Ali Al-Abed, anunció además que Libia está preparada para recibir al millón de trabajadores egipcio de acuerdo con los contratos firmados entre ambos países por valor de 19 millones de dinares, unos 2 millones de euros. El país norteafricano necesita mano de obra, según el ministro, y los trabajadores que lleguen al país contarán con seguros médicos y sociales, y vincularán su pensión en Libia y su continuación en Egipto si deciden regresar a casa. Además, estos podrán “traer consigo a sus familias realizar transferencias desde el país”, agregó.

Instituciones paralelas

La fragmentación de Libia quebró las instituciones. Todas ellas acabaron multiplicándose, una para la parte este del país, controlada por el Gobierno de Unidad Nacional, y otra para el oeste, dirigida por el Gobierno de Tobruk. De ahí que, en la actualidad, Libia cuente con un Banco Central partido por la mitad. Uno en Trípoli y otro en Bengasi. Aunque la comunidad internacional puso los cimientos para su reunificación, ambas partes prolongan la división en un clima de desconfianza mutua.

Sede Banco Central de Libia

El reencuentro entre las dos facciones de la administración constituye un pilar fundamental para la recuperación económica. El gobernador del Banco Central de Libia de la capital, reconocido por la comunidad internacional, y el jefe del organismo paralelo con sede en el este acordaron la semana pasada el nombramiento de los equipos técnicos encargados de reconstruir la máxima institución económica. No obstante, la única conquista de peso hasta el momento se produjo en diciembre, y fue el acuerdo para un nuevo tipo de cambio unificado que implicaba la devaluación de la moneda.

La Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL, por sus siglas en inglés) advirtió la semana pasada que un Banco Central cohesionado “mejoraría la economía, aumentaría la inversión extranjera y lograría la prosperidad del pueblo libio”. Sin embargo, la resolución del conflicto sigue en su fase inicial, saboteada por las luchas internas y ambiciones de poder, al tiempo que los libios enfrentan una serie de dificultades para realizar hasta las operaciones financieras más básicas.

Aguila Saleh
Transición bloqueada

El reto de conseguir 200.000 millones de dólares demanda estabilidad política. Un requisito con el que el país magrebí no cuenta. El cometido del primer ministro en funciones, Abdul Hamid Dbeibé, pasa por unificar las instituciones y poner en pie los servicios públicos, dos retos que aún se le resisten. Su deber principal es, sin embargo, el de cimentar las bases para la correcta celebración electoral del próximo 24 de diciembre, fecha en que el país norteafricano elegirá al gabinete encargado de efectuar la recuperación definitiva.

Hasta el momento, el Parlamento libio ha supuesto un quebradero de cabeza para el primer ministro. La Cámara baja ha rechazado de plano sus propuestas presupuestarias mientras las diferentes instituciones creadas durante los años de conflicto se disputaban las cuotas de poder. En este sentido, el Alto Consejo de Estado aprobó el domingo una polémica base de 63 puntos para escoger a los representantes en los próximos comicios.

Mohamed Menfi

Los candidatos al Parlamento y al Senado deberán ser musulmanes, mayores de 40 años y tener la nacionalidad libia. Por lo tanto, el próximo presidente del país deberá ser musulmán libio de padres musulmanes y no tener ciudadanía extranjera. Tampoco debe estar casado con un ciudadano no libio ni tener antecedentes penales. Unas prerrogativas que inhabilitan al general Jalifa Haftar, líder ‘de facto’ de las autoridades orientales.

En este escenario, el jefe del Consejo Presidencial de Libia, Mohamed Menfi, se encuentra en Nueva York para participar en la 76ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, un evento donde pronunciará un discurso y que servirá para debatir sobre la situación en el país norteafricano. Además, su viaje se dilatará una semana para mantener una serie de encuentros al margen de la Asamblea con los representantes internacionales implicados en la crisis libia o con intereses sobre el terreno.
 

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