El escenario caótico que deriva de la complejidad de actores está siendo aprovechado por grupos terroristas como Daesh

Libia se llena de milicianos extranjeros

photo_camera REUTERS/ESAM OMRAN AL-FETORI - Miembros del Ejército Nacional Libio (LNA), comandados por Jalifa Haftar, equipan los vehículos militares para salir de Bengasi y reforzar las tropas que avanzan hacia Trípoli, Libia, el 13 de abril de 2019

Al menos 3.000 mercenarios procedentes de Sudán han llegado a Libia para integrar las filas del Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés), encabezado por el mariscal Jalifa Haftar. Así lo ha revelado un comandante con base en el sur del país norteafricano al periódico inglés The Guardian: “Muchos hombres jóvenes [están llegando]… incluso no tenemos la capacidad de acomodar a estos grandes números [de personas]”.

Ya en el mes de noviembre, el medio Arabi21 desveló que “milicias sudanesas que forman parte del Frente de Liberación de Sudán se dirigieron a Libia en apoyo de las fuerzas del general de brigada Haftar”. Las pruebas que aportaba, entonces, era un vídeo que mostraba a los milicianos sudaneses viajando desde la ciudad libia de Bani Walid a la urbe de Tarhouna, más próxima a la capital, Trípoli, sobre la cual el mariscal del LNA ha lanzado sucesivas ofensivas desde el pasado mes de abril.

Cabe recordar, en este punto, que en el mes de julio, el que fuera jefe del Consejo Militar de Transición de Sudán -actualmente miembro del Consejo Soberano, el órgano gobernante del país- el general Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, dio la orden de enviar a más de 1.000 efectivos de la milicia paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), también denominada como Janjaweed, para combatir en el país fronterizo. Este cuerpo vinculado al Ejército sudanés ha sido catalogado como el responsable de los episodios violentos que dejaron un balance de más de un centenar de muertos en las protestas del periodo de transición tras la caída del expresidente Omar al-Bashir.

Como informó en su momento el medio local Radio Dabanga, el despliegue del millar de milicianos sudaneses era la primera parte de un envío total de 4.000 combatientes. La estación también reveló que el objetivo de la operación sudanesa era -y es- el de proteger las infraestructuras petroleras, el principal recurso estratégico del país, para que así las tropas de Haftar pudiesen centrarse “únicamente en la ofensiva en curso para apoderarse de Trípoli”.

El general Mohamed Hamdan Dagalo, miembro del Consejo Soberano de Sudán

Este movimiento orquestado desde el Consejo Militar de Transición fue denunciado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el pasado 10 de diciembre, cuando un panel de expertos de la entidad internacional remitió un informe de 376 páginas al Consejo de Seguridad. “La interferencia de combatientes sudaneses y chadianos en Libia es una amenaza directa para la seguridad y la estabilidad del país devastado por la guerra”, establecieron los autores de la investigación. “La presencia de estos grupos organizados o mercenarios puede conducir a una mayor inestabilidad”, concluyeron.

Las Fuerzas Armadas sudanesas ya rechazaron, en el mes de noviembre, estas informaciones, por medio de su portavoz, Amer Mohammed al-Hassan, quien aseveró que el Ejército “tiene grandes responsabilidades durante el período de transición dentro de Sudán” y que, por lo tanto, “no será parte de las crisis de otros países ni abrirán nuevos frentes”.

En concreto, la investigación de la ONU señala a cinco grupos armados sudaneses y a cuatro chadianos involucrados. Sin embargo, no hace ninguna referencia a la presencia de mercenarios rusos que habrían llegado a Libia con los mismos fines: apoyar la contienda del LNA. 

Esta captura obtenida de un video publicado en la página de Facebook de la autoproclamada División de Información de Guerra del Ejército Nacional Libio del 16 de abril de 2019, muestra a los combatientes en un suburbio del sur de Trípoli

El pasado 25 de septiembre, Bloomberg reveló en una exclusiva, citando a fuentes que incluían oficiales libios y occidentales, que “un ejército privado vinculado al presidente ruso [Vladimir Putin]” había comenzado “a luchar en las líneas de frente de la guerra libia”. “Más de 100 mercenarios procedentes del Grupo Wagner, liderado por Yevgeny Prigozhin, también conocido como ‘el cocinero de Putin’ por sus contratos de catering en el Kremlin, llegaron a una base avanzada de Libia en la primera semana de septiembre para apoyar el asalto del LNA de Haftar a la capital, Trípoli”, detalló la publicación entonces.

Según explican los analistas Lilo Montalto Monella y Naira Davlashyan en Euronews, “El Grupo Wagner, que vio la luz con el conflicto de Donbás, ha enviado mercenarios a todas las latitudes, desde Madagascar hasta Venezuela. Pueden ganar 150.000 rublos (más de 2.000 euros) al mes, cifra que puede duplicarse en caso de un compromiso trimestral. Un comandante también puede ganar el triple. En caso de muerte, una familia recibe menos de 50.000 euros, pero eso para la provincia rusa es mucho dinero”.

“La forma en que esta organización de rusos en particular ha funcionado antes aumenta el espectro de víctimas a gran escala en poblaciones civiles”, aseguró el subsecretario de Estado estadounidense para Oriente Próximo, David Schenker. “La influencia rusa ha hecho solo dos cosas: inflar su tamaño y el espectro de su poder en Libia. No están comprometidos positivamente o tratando de jugar un papel constructivo con valor diplomático o político”, señaló el analista libio Anas Gamati, fundador del Instituto Sadeq.

A principios de este mes, el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) anunció que presentaría ante el Kremlin una lista de los nombres de entre 600 y 800 combatientes rusos que se encuentran el país norteafricano respaldando a Haftar. Las autoridades rusas, por su parte, siempre han negado su implicación en el conflicto libio. Su postura oficial es la de apostar por el diálogo con las dos facciones enfrentadas.

Esta captura obtenida de un video publicado en la página de Facebook de la autoproclamada División de Información de Guerra del Ejército Nacional Libio del 16 de abril de 2019, muestra un tanque disparando su torreta, en un suburbio del sur de Trípoli
Daesh aprovecha el caos

Este escenario tan complejo reúne las condiciones propicias para la proliferación de grupos radicales, insurgentes y extremistas. El tablero caótico, conformado por la ingobernabilidad y las pugnas por el poder, está siendo aprovechado por Daesh. El informe de la ONU cita un vídeo protagonizado por el líder de la organización en Libia, Mahmud Massud al-Baraasi -también conocido como Abu Musab Allibi-, quien declara que dicho país se ha convertido ahora en uno de los “ejes principales de futuras operaciones” del grupo, que “están diseñadas para compensar la pérdida de terreno”. 

La investigación del panel de expertos expone, asimismo, cómo “Daesh en Libia financia sus actividades a través del robo, el secuestro por rescate, la extorsión de ciudadanos libios y el contrabando transfronterizo de artefactos y otros productos”, así como por medio de “la tributación de las redes de trata de personas”.

Uno de los últimos ataques que llevó acabó la organización terrorista en dicho territorio tuvo lugar el pasado 4 de mayo. Combatientes de Daesh, junto con criminales y mercenarios, asaltaron un campo de entrenamiento militar del LNA ubicado en la ciudad sureña de Sebha. El resultaron fueron nueve soldados muertos. 

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