El LNA y el GNA continúan intercambiando ataques a pesar de los intentos de conseguir un alto el fuego

Libia, un país fragmentado que lucha por resurgir de sus cenizas

REUTERS/ESAM OMRAN AL-FETORI - Edificios destruidos vistos a través de un agujero en el faro de Bengasi después de haber sido severamente dañado por años de conflicto armado, en Bengasi, Libia, el 10 de julio de 2019

Libia se ha convertido en una guerra de legitimación.  En diciembre de 2015, los ministros de Asuntos Exteriores de Italia, Qatar, Turquía y Túnez además de los de Marruecos y España, participaron en una ceremonia en Sijrat, Marruecos, en la que se firmó un acuerdo político negociado bajo los auspicios de Naciones Unidas. Este documento establecía la formación de un Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) en Libia con un Consejo Presidencial de nueve miembros, un Parlamento y un Consejo de Estado. Aquel mes de diciembre la esperanza volvió a conquistar cada rincón del país norteafricano, pero no por mucho tiempo. Este acuerdo tenía que ser aprobado por la Cámara de Representantes (Tobruk). A pesar de haber firmado el documento tres meses antes, este organismo decidió retirar su apoyo a este acuerdo en marzo de 2016. La fragmentación había llegado a Libia y lo había hecho para quedarse. El país se quedó dividido entre el GNA y las milicias leales a ellos, y la Cámara de Representantes y el Ejército Nacional Libio (LNA).

“Según el acuerdo político de Libia, se supone que el GNA es el gobierno de toda Libia y de los libios en todas las ciudades”, ha indicado el ministro de Asuntos Exteriores Abdel-Hadi al-Huwai a la analista del Investigative Journal Lindsey Snell. Sin embargo, la realidad es muy diferente. El GNA podría considerarse “un gobierno local que existe en parte de Trípoli, dando el dinero que pertenece al pueblo libio a las milicias terroristas que lo oprimen”. Asimismo, ha explicado que el gobierno de la Cámara de Representantes controla más del 90% de las ciudades de Libia. “Somos el gobierno legítimo, somos el gobierno legal, somos el gobierno público. Somos como cualquier otro gobierno. No llegamos en paracaídas. Fuimos elegidos por el Parlamento libio, que es el único órgano legislativo de Libia con autoridad para hacerlo”, añadió.  

La periodista Lindsey Snell relata en su artículo de investigación que su experiencia en el este de Libia fue bastante diferente. “Pude aventurarme sola. Bengasi es una ciudad que, a pesar de estar destruida por la guerra, está llena de vida. Llegué el último día de la Feria de Primavera, un evento en el que las comunidades extranjeras de Bengasi mostraron sus culturas compartiendo comida, arte y ropa tradicional”, asegura. La feria se celebró en el Industry Expo Center de Bengasi. “Tal vez notaron que organicé este festival en un área de guerra”, subrayó el organizador del evento, Sumaya el-Mesrati. “Esto fue un acto deliberado. Bengasi se está desempolvando a sí misma de los restos de la guerra. Está pasando de la destrucción a la construcción”, admitió. 

Manifestantes libios se reúnen durante una manifestación contra la decisión del parlamento turco de enviar fuerzas turcas a Libia, en Bengasi, Libia, el 3 de enero de 2020

Durante su estancia en el este de Libia, Snell tuvo la oportunidad de hablar con varias personas que habían huido de los combates de Trípoli. “A partir de 2011, la vida en Trípoli era una tragedia. No era vida”, lamentó Mohamed Shibani, un hombre que había huido de Trípoli hacia una aldea al este de Bengasi. “La seguridad es lo más importante para la gente. Si los pilares del gobierno caen, la vida será un caos. La policía, el ejército, el sector de la educación, el sector de la salud, todos ellos se derrumbaron en Trípoli. Y fueron reemplazados por milicias”, ha subrayado.  Por su parte, Salam Madhun, una joven de 19 años originaria de Trípoli, ha asegurado que la vida bajo las milicias era un infierno constante. “Todo el mundo sabía que en cualquier parte de la ciudad en la que vivieras, tenías que estar dentro antes de que oscureciera, o probablemente te secuestrarían, asaltarían o algo peor”.  

En abril de 2019, las fuerzas encabezadas por el mariscal de campo Jalifa Haftar, leal a las autoridades asentadas en el este del país, puso en marcha una ofensiva para hacerse con el territorio delpaís. Los combates se han ido recrudeciendo desde entonces, hasta llegar a su punto álgido el pasado mes de diciembre cuando Haftar anunció el inicio de la “batalla final” y ordenó a sus fuerzas avanzar hacia la capital del país. Este avance ha supuesto un duro golpe para el GNA, liderado por Fayez Sarraj y apoyado por Turquía. 

El Ejército Nacional Libio ha derribado otro avión turco sobre la ciudad de Al-Ajilat, apenas unas horas después de que la División de Información Militar del LNA de Haftar informase sobre el derribo de otro avión teledirigido turco en Trípoli. Al Marsad ha publicado en la madrugada de este miércoles unas imágenes que muestran cómo el LNA derriba un dron Bayraktar TB2 que había despegado cargado desde la base aérea de Mitiga. A pesar de los llamamientos a la cesación del fuego en Libia, las principales partes beligerantes, el LNA y el GNA continúan intercambiando ataques.  

:  Combatientes leales al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), reconocido internacionalmente, pasan al frente durante los enfrentamientos contra las fuerzas leales a Haftar

Según el fabricante, el avión teledirigido TB2 de Bayraktar “tiene la ventaja del reconocimiento nocturno y la capacidad de llevar a cabo misiones de vigilancia, exploración y destrucción inmediata de objetivos, ya que puede equiparse con misiles de alta precisión, para destruir vehículos blindados, fortificaciones militares y objetivos marinos”. Durante las últimas semanas, Turquía ha aumentado su suministro de equipo militar al GNA, coincidiendo con la Operación Tormenta de Paz lanzada por las milicias dirigidas por Sarraj, como una reacción a los ataques de los milicianos de Haftar. La operación fue, según han relatado varios medios libios, un fracaso. Las fuerzas del LNA contrarrestaron el ataque de las milicias del GNA a la base aérea de Uqba bin Nafih (Al-Watiyah) y las acorralaron hasta cerca de las fronteras de Túnez. El comandante de la Zona Militar LNA Al-Zawiyah ha confirmado que las fuerzas nacionales controlaban todos los campamentos en esta zona.

El miedo y la incertidumbre han conquistado cada rincón de Libia tras el asesinato de Muamar Gadafi.  Los años siguientes al derrocamiento de este dictador han estado protagonizados por una estabilidad que ha provocado la proliferación de grupos terroristas como Daesh.  En su viaje a Libia, Snell también pudo hablar con Suraqa el-Shaari, un joven de 26 años que aseguró que “Daesh y el Consejo de la Shura eran lo mismo. Eran terroristas”. En octubre de 2014, gran parte de la ciudad de Derna fue invadida por Daesh. Apenas ocho meses después, en junio de 2015, el Consejo de la Shura de los Muyahidines de Derna, una coalición de milicias islamistas afiliadas a Al-Qaeda que se enfrentan a Daesh por el territorio y los recursos, comenzó a luchar contra ISIS por el control de Derna. Finalmente, Daesh fue expulsado de esta ciudad, que quedo bajó el control del Consejo de la Shura. Aun así, el miedo siguió campando a sus anchas por cada rincón de la ciudad. 

El destino de la ciudad de Bengasi fue distinto. En julio de 2017, el LNA obtuvo el control completo de esta ciudad. Snell relata tras visitar esta zona que, aunque las batallas continuaron en todo el país, el territorio bajo el control del LNA creció constantemente. En esta espiral de atrocidades e inestabilidad juega un papel fundamental también Turquía. “La interferencia de Turquía en Libia no comenzó con el avance de nuestras fuerzas en Trípoli. La intervención de Turquía comenzó antes de 2014, aunque se puso de manifiesto en Bengasi”, explicaba el general Ahmed al-Mismari, el portavoz oficial del LNA. “La diferencia es que ahora, el apoyo de Turquía a los terroristas en Libia se ha hecho público. El apoyo de Turquía no es sólo para evitar que el LNA obtenga el control de Trípoli. Se trata de mantener la influencia de la Hermandad Musulmana allí”, ha añadido. 

Captura de un vídeo publicado en la página de Facebook de la División de Información de Guerra del LNA, muestra un tanque disparando su torreta, en un suburbio del sur de Trípoli

Asimismo, Al-Mismari considera que la tensión financiera causada por el bloqueo petrolero será compensada por el apoyo de Qatar. “Qatar no dejará que Sarraj caiga fácilmente. Enviarán más apoyo. Qatar apoya financieramente la invasión de Turquía. Para armas, municiones y otros gastos”, insistió durante su entrevista con Snell. Al-Mismari ha comparado la vida en Trípoli y en Bengasi asegurando que “la situación de la seguridad en Bengasi ha permitido a las empresas y fabricantes reanudar el trabajo. Los ciudadanos tienen ingresos a través del comercio. Sin embargo, la vida es muy difícil para un civil en una zona controlada por la GNA. En Misrata, por ejemplo, hay más de 20.000 camioneros sin trabajo y muchas instalaciones de fabricación están completamente cerradas”.

Las ambiciones de unos y otros para hacerse con el poder en Libia han llevado a este país a convertirse en una nación destinada a estar fragmentada. Trípoli se ha convertido en el trono en el que todos quieren sentarse, un trono que parece imposible de alcanzar. Esta ciudad es la pura representación de la autoridad y el poder. Sin embargo, la paz no llegará a Libia mientras haya silencios y mentiras entre las partes beligerantes en el conflicto. En el momento de que el GNA y el LNA dejen de lado sus ambiciones existirá una oportunidad para la paz en este país. Mientras tanto, Libia seguirá siendo una nación en llamas, un país donde el miedo y la inestabilidad campan a sus anchas.

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