Los bancos árabes demuestran su músculo financiero ante los efectos de la pandemia
Los bancos árabes que operan en la región de Medio Oriente y África del Norte demostraron, según el Fondo Monetario Árabe, su gran capacidad financiera para resistir los efectos negativos de la pandemia sin tener grandes problemas que pudieran poner en peligro su continuidad.
En el Informe de Estabilidad Financiera en los Países Árabes para el año 2022, el Fondo destacó la capacidad del sector para mantener su tendencia ascendente a pesar de los efectos pandémicos y no cesar en su intento de atraer liquidez y dirigirla a la inversión, en lo que supuso un impulso fundamental al crecimiento económico.
Pero esta estabilidad y capacidad de resistir los condicionantes externos no es nueva para el sistema bancario árabe, que desde 2013 viene demostrando su estabilidad ante los diferentes desafíos económicos que se le han planteado.
El motivo de esta solidez del sector financiero árabe debe ser achacado también a las autoridades reguladoras, cuyas políticas y esfuerzos por garantizar la seguridad y estabilidad del sector financiero están dando sus frutos.
El informe destacó la alta solvencia de las entidades árabes, que es superior a los objetivos internacionales (según el estándar de Basilea III del 10,5%), indicador que demuestra la solvencia y la gran capacidad para absorber potenciales pérdidas del sector.
Este índice de solvencia se situó en un 17,8% en los bancos árabes, porcentaje que ha crecido casi un 1% desde el 2018, demostrando una vez más la capacidad de crecimiento de dichas entidades a pesar de las crisis externas que han sufrido en este tiempo.
Una de las claves de esta solidez fue la implementación de la Norma Internacional de Información Financiera (NIIF 9), gracias a la cual el sector bancario árabe mantuvo sus buenos ratios de provisiones para prestamos, consolidando así su fortaleza y solvencia.
Sus niveles en relación con los activos líquidos totales también demostraron su capacidad para cumplir con sus obligaciones. Estos oscilaron entre un 27,3% y un 34,5%, reafirmando una vez más la fortaleza del sector.
El rendimiento de los activos también mejoró, tendencia que mantiene desde el año pasado cuando este llegó a alcanzar los niveles prepandemia, situándose en el 1,24%.
Por último, el informe también señaló que el hecho de que la tasa de retorno de los campos de propiedad se mantuviese dentro de niveles positivos era un indicador clave, demostrando no solo la capacidad de reposición del sector ante las crisis externas, sino su gran desempeño a la hora de usar su capital.
A pesar de que algunos indicadores relacionados con la capacidad crediticia del sector financiero árabe no sean del todo positivos, el resto han revelado la gran salud de las entidades que operan en el área de Medio Oriente y África del Norte, confirmando una vez más el potencial de esta región.
