Las autoridades marroquíes, que multiplican las inspecciones sanitarias tras la aparición simultánea de brotes en Casablanca, Tánger o Fez, barajan prolongar el confinamiento

Los brotes de coronavirus en centros industriales y familias comprometen la desescalada en Marruecos

AFP/FADEL SENNA - Trabajadores de una fábrica, que usan máscaras quirúrgicas y protectores faciales debido a la pandemia de la COVID-19, en la ciudad de Berrechid, a unos 42 kilómetros al sur de Casablanca, el 16 de abril de 2020

El gran quebradero de cabeza para las autoridades sanitarias marroquíes ahora es el de los brotes detectados en centros industriales y familias en las últimas semanas. El relativamente limitado número de infecciones por la COVID-19 en el país magrebí ha venido permitiendo a sus autoridades trazar de manera individual cada caso para seguir la pista al patógeno y aislar al individuo o grupo de personas afectadas a fin de evitar nuevos contagios. Pero los importantes brotes registrados en centros de producción, así como en determinados núcleos familiares, en ciudades como Tánger, Casablanca, Fez o Larache complican sobremanera el proceso y comprometen el proceso de desescalada. En un principio el próximo 20 de mayo habrá de concluir el estado de emergencia sanitaria y, con él, el confinamiento general. Pero muchos dan por hecho que, como muy poco, el proceso de desescalada será muy lento y gradual. Y nadie descarta que el estado de emergencia se pueda prolongar.  

A pesar de la instauración del estado de emergencia el pasado 20 de marzo las autoridades locales permitieron a ciertas compañías continuar su actividad a condición de cumplir con un protocolo sanitario. Pero el continuo goteo de casos en centros de trabajo, fundamentalmente fabriles, evidencia que no se han cumplido las medidas exigidas. La cascada de brotes ha hecho que, desde finales del mes pasado, las autoridades marroquíes anunciaran auditorías a través de equipos interministeriales –formados por miembros pertenecientes a las áreas de Sanidad, Interior, Trabajo e Industria- con objeto de frenar la diseminación de la COVID-19. Según datos ofrecidos en el Parlamento por el ministro de Industria, Moulay Hafid Elalamy, a fecha del 11 de mayo, un total de 1.590 empresas se habían sometido a este tipo de examen, aunque no precisó cuántas de ellas no lo superaron.

El ministro de Industria marroquí, Moulay Hafid Elalamy, habla con la prensa mientras visita una fábrica de máscaras faciales de protección, tras un brote de la enfermedad COVID-19

En conclusión, las autoridades se debaten ahora entre comenzar la desescalada, con una economía marroquí asfixiada y millones de personas en una situación precaria, y mantener las estrictas medidas de contención para evitar que la pandemia quede fuera de control. Todas las manifestaciones en las últimas jornadas de los miembros del Gobierno, que evita avanzar un calendario para el desconfinamiento, están marcadas por la prudencia. 

El caso que hizo saltar las alarmas, a mediados del pasado mes de abril, sobre los brotes en centros industriales tuvo como escenario una fábrica de la localidad de Ain Sebaa. Tras dar positivo uno de sus empleados, el subsiguiente control exhaustivo practicado al resto de trabajadores arrojaba un dato preocupante: 111 infecciones. El área metropolitana de Casablanca -donde se encuentra Ain Sebaa-, con cinco millones de habitantes, es el principal centro económico de Marruecos y la mayor aglomeración de población del país. También la zona más castigada por la epidemia, con el 28% de los casos a nivel nacional con fecha del 15 de mayo pasado. 

Un hombre sentado en un tranvía vacío durante un estado de emergencia y órdenes de confinamiento domiciliario debido a un coronavirus, en Rabat, Marruecos, el martes 7 de abril de 2020

“Estos brotes masivos demuestran que las consignas sanitarias no se están cumpliendo. Las campañas de sensibilización no han sido muy efectivas, lo que se une a un problema cultural, pues la disciplina no es nuestro fuerte. Hay un claro problema y es difícil reconfigurar la estructura de estas fábricas y garantizar su productividad”, afirma a Atalayar Nadia Hmaity, miembro de la Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos.  “Los propietarios de las fábricas son completamente responsables. Denunciamos el comportamiento irresponsable de ciertos empresarios y su laxitud respecto a las medidas del estado de emergencia sanitaria”, zanja la activista marroquí. 

El mayor de los brotes detectados hasta la fecha trascendió el pasado cinco de mayo. Nada menos que 450 trabajadores –en un balance aún provisional, del 12 de este mes- de una fábrica en Sidi Bernoussi, también en la periferia de Casablanca. Concretamente, se trata de las plantas de Pretty Shoes, Cochazur y Shoes Diffusion, todos fabricantes de calzado destinado a la exportación para la marca italiana Geox y propiedad de la familia Mahlou, según el digital Le360. Entre las tres fábricas trabajan un millar de personas. “La aparición de este nuevo foco de infección cae como una ducha de agua fría al tiempo que el Gobierno multiplica las acciones para animar a las empresas a retomar su actividad cuanto antes”, se escribía en el citado medio oficialista. 

Policías marroquíes mantienen un puesto de control durante el toque de queda nocturno como precaución contra el nuevo coronavirus en la capital del país, Rabat

El pasado 9 de mayo trascendía en la misma web del digital semioficial Le360 que la empresa STMicroelectronics, radicada en la localidad de Bouskoura, igualmente en el área metropolitana de la considerada capital económica de Marruecos, había decidido continuar su actividad a pesar de que desde el 2 de abril se habían confirmado 12 casos entre sus trabajadores. El director de la empresa lamentaba en declaraciones al citado medio “no ser una multinacional” y “no poder permitirse cerrar las puertas de la fábrica”. Un día más tarde en este mismo medio se daba cuenta del brote registrado en un hamam o baño público en la ciudad de Marrakech. Otro de los grandes casos de infecciones masivas de esta pandemia en Marruecos tuvo como escenario en una cárcel del sur del país. Concretamente, en la localidad de Ouarzazate. Allí a finales del mes pasado se detectaron 200 infecciones. 

Además, muchos de los trabajadores de los citados centros fabriles residen en un distrito de la localidad de Mohammedía, centro urbano costero cercano a Casablanca, donde se registran dos centenares de casos. Lo cual, considerando las condiciones de hacinamiento características de algunos de estos distritos, favorece que los focos de contagio se sigan reproduciendo. 

Miembros del personal médico del hospital militar de campaña de Marruecos en la región de Benslimane

“Hay que poner Casablanca en cuarentena”, titulaba una crónica el pasado 14 de mayo el semanario Maroc Hebdo. “El confinamiento ha dejado desigualdades sociales, principalmente en términos de las pérdidas de ingresos; el desconfinamiento hará lo propio (…) El reto es aprender a vivir con el virus; que cada uno se proteja y no contamine a los demás. Pero en función de su nivel socio-económico, todos los marroquíes no van a afrontar la COVID-19 en las mismas condiciones, pues los más precarios serán los que se expongan más”, escribe Solene Paillard en el digital Médias24.

Hmaity recuerda asimismo cómo la mayoría de los trabajadores de las citadas fábricas son mujeres. “La situación de las mujeres es particular. En estas fábricas de los sectores alimentario o textil, son mayoritarias, y se encuentran en situaciones muy precarias: trabajan en condiciones de fuerte densidad, son más sociables y se aproximan más las unas a las otras. Ello explica la especial difusión del virus entre ellas”, explica a Atalayar la joven. “Y estas mujeres han contagiado a otros miembros de su familia, y la economía doméstica depende de ellas”, abunda. 

Tiendas cerradas la Medina de Rabat, durante un estado de emergencia sanitaria y órdenes de confinamiento domiciliario, en Rabat, Marruecos

Pero el más mediático de los brotes se produjo en el seno de la Guardia Real de Rabat. De acuerdo a medios marroquíes como Le Desk o Maghreb Intelligence, en torno a 130 miembros del cuerpo han resultado contagiados de coronavirus. El pasado 7 de mayo el general Mimoun Mansouri, jefe de la Guardia Real, fue relevado. Su sustituto es el general Abdelaziz Chater. 

No solo preocupan los centros de trabajo. Las autoridades marroquíes han detectado asimismo importantes brotes en núcleos familiares repartidos por todo el país, de Tánger a Marrakech pasando por Fez o Tetuán. “Una bomba con efecto retardado”. Así calificaba un medio marroquí la posibilidad de que, antes o después, los zocos –elemento fundamental de la economía y cultura de Marruecos, tanto en ciudades como en pequeñas localidades-, las medinas en su conjunto o los puertos acaben constituyendo fotos incontrolados –si no lo son ya- de la pandemia. Cuando el país vecino se aproxima a los 60 días de confinamiento, comienzan a detectarse signos de relajación en las calles de las grandes ciudades de Marruecos. 

La gente hace cola respetando la distancia social fuera de una tienda de alimentos, para comprar dulces especiales para el Ramadán, en Casablanca, Marruecos, el miércoles 22 de abril de 2020

“Al principio de la pandemia los ciudadanos tenían miedo y se respetaban las consignas. Pero eso, coincidiendo además con el Ramadán, va  a menos. Estoy decepcionada por el nivel de inconsciencia que hay en Marruecos. El futuro es muy incierto”, admitía a esta publicación la propia Nadia Hmaity.

Aunque incomparable por su magnitud a la situación en los países europeos, la pandemia está lejos de haberse controlado en Marruecos. Al cierre de este texto se registraban en el país vecino 6.870 casos de infección por coronavirus y 192 muertes. 

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato