Las contradicciones entre las palabras y los actos de Sultana Khaya son numerosas y revelan una verdadera desconexión entre su discurso y sus acciones

Los falsos testimonios de Sultana Khaya

photo_camera REUTERS/ZOHRA BENSEMR - Campamento de refugiados en Tinduf, al sur de Argelia

Con el viaje de Sultana Khaya el 1 de junio hacia las islas Canarias, se desvelan sus mentiras sobre su supuesto arresto domiciliario y su supuesta falta de libertad de movimiento. Este viaje, por otra parte, es otro más de los que ha realizado Khaya después de haber sido utilizada por la propaganda del Frente Polisario.

Todas sus declaraciones han sido desmentidas, no solo por los titulares de mandatos de la ONU como el Relator Especial sobre la situación de los defensores de los derechos humanos, sino también por ella misma. Por ello, sus fotos llevando un uniforme militar y portando un Kalahsnikov demuestran que no puede pretender ser una defensora de los derechos humanos y mucho menos una activista pacifista.

Esta red de mentiras forma parte de la propaganda recurrente llevada a cabo por el Polisario en los campos de Tinduf en Argelia. A través del uso profesional de fotografías y grabaciones de vídeos se crean situaciones de victimización, un modus operandi remunerado por la financiación mensual y la concesión de bienes inmuebles.

Las contradicciones de Sultana Khaya comenzaron hace casi doce años. El 18 de noviembre de 2018, mostró en el canal español Antena 3 fotos de niños palestinos heridos en ataques en Gaza como niños saharauis gravemente heridos durante los sucesos de Gdim Izik. Posteriormente, la grabaron riéndose al salir del mismo plató de televisión.

En la misma línea, las acusaciones de "violación y agresión sexual" fueron negadas por su sobrina en grabaciones de audio que se compartieron en las redes sociales. Estas mismas grabaciones revelan, sin ambigüedad, que fue instruida por miembros del Polisario para inventar y mantener la falsa acusación de la supuesta agresión sexual.

A pesar de ello, las autoridades judiciales iniciaron investigaciones sobre los hechos denunciados, subrayando que la persona en cuestión nunca ha presentado una denuncia sobre ninguna violación cometida contra ella, sino que expone las denuncias ante los mecanismos de la ONU.

Además, un médico forense enviado por la CNDH concluyó recientemente que padece trastornos de conducta de irritación, violencia y agresividad, algo que fue confirmado por sus familiares, quienes afirmaron que su estado mental muestra signos de depresión, estrés, ansiedad y pensamientos suicidas.

Sultana Khaya ha tratado de presentar un estatus de víctima a pesar de gozar de plenos derechos como ciudadana. Khaya ha podido manifestarse en su lugar de residencia sin ningún problema, desplazarse entre su casa y su trabajo, recoger su pasaporte marroquí, hacerse las pruebas de PCR que le permiten salir del territorio nacional sin que se le impida la libertad de movimiento, algo que contradice sus declaraciones.

Las contradicciones entre las palabras y los actos de Sultana Khaya son numerosas y revelan una verdadera desconexión entre su discurso y sus acciones.

  1. ¿Cómo puede una partidaria del separatismo que es abiertamente hostil a Marruecos solicitar y obtener un documento de viaje marroquí y seguir todos los procedimientos administrativos para obtener un pasaporte?
  2. ¿Cómo puede una persona que afirma haber sido violada negarse a ser examinada por un médico que ha sido puesto a su disposición por el CRDH de El Aaiún, rama nacional de la institución regional de protección y promoción de los derechos humanos?
  3. ¿Cómo puede una persona que supuestamente ha sufrido daños a raíz de un accidente a manos de un camionero en estado de embriaguez que conducía un vehículo de una empresa privada negarse a seguir los pasos de los servicios de investigación para ser escuchada sobre lo que dice haber sufrido?

Los dos ciudadanos estadounidenses que se reunieron con ella en su casa también la acompañaron sin ningún impedimento en su viaje desde el Sáhara hasta España. Así, una a una, las mentiras de Sultana Khaya se desmoronan

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