Los insurgentes buscaban hacerse con las gobernaciones de Marib y Al-Jawf, ricas en petróleo y gas

Los hutíes lanzan una ofensiva al este de Saná

PHOTO/HANI MOHAMMED - Rebeldes hutíes levantan sus armas durante una concentración en Saná, Yemen

Los hutíes iniciaron el pasado domingo una ofensiva sobre las provincias de Marib y Al-Jawf, situadas al noreste de Saná y controladas por fuerzas gubernamentales. Ambos enclaves son los últimos bastiones del Gobierno en el norte de Yemen, así como dos de las regiones que cuentan con abundantes reservas de petróleo y gas.

El grupo insurgente comenzó atacando la gobernación de Marib, apuntando sobre población civil con misiles balísticos y drones. Este primer asalto habría acabado con la vida de tres personas, según fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores yemení. 

La primera jornada de los enfrentamientos provocó la muerte de más de 50 hutíes. Asimismo, decenas de ellos resultaron heridos y 7 fueron capturados por las fuerzas gubernamentales. Estas, a su vez, perdieron 19 soldados. 

Las hostilidades se prolongaron hasta el pasado lunes, cuando los hutíes atacaron de nuevo al oeste de la gobernación. Allí se produjo la apertura de un nuevo frente entre las provincias de Saná y Marib. Los insurgentes enviaron hasta un total de 8 drones cargados de explosivos, según han apuntado fuentes militares. 

Los funcionarios hutíes aseguraron que sus fuerzas estaban cerca de capturar el enclave. Mohammed al-Bukhaiti, un alto representante hutí, afirmó que la milicia chií tenía un “mandato divino”, y describió la ofensiva como una “batalla decisiva” para la milicia.

Estos enfrentamientos entre los insurgentes chiíes respaldados por Teherán y las fuerzas gubernamentales apoyadas por Arabia Saudí habrían dejado un total de 20 fallecidos y unos 30 heridos, según una fuente consultada por AFP. 

Marib es el objetivo principal de los hutíes. Los analistas apuntan que, pese a controlar gran parte del territorio del país, no tienen bajo su dominio enclaves ricos en recursos. A este motivo se le añade que Marib es uno de los últimos reductos del norte controlados por el gobierno.

Aunque los hutíes parten en clara desventaja, pues esta gobernación es mayoritariamente suní, por lo que carecen de una base de apoyo natural en la zona. Además, las tribus locales han cooperado estrechamente con el Gobierno de Al-Hadi y sus aliados.

Esto explica, en parte, el aumento del 733% de la violencia política organizada en Marib durante 2020, según un estudio realizado por el Proyecto de Datos de Localización de Conflictos Armados y Eventos (ACLEDT). Sin embargo, la reacción de las fuerzas gubernamentales ante el ataque de los hutíes consiguió frustrar sus planes.

Por su parte, el Comité de Seguridad de Marib ha mantenido una reunión extraordinaria para tratar “la escalada de ataques de la milicia terrorista hutí contra Marib, los ataques contra civiles con misiles balísticos y aviones no tripulados, así como la situación humanitaria en la gobernación, que alberga a más de 2 millones de personas desplazadas por los hutíes”.

El Comité, presidido por el general y gobernador Sultán al-Arada, ha manifestado el ataque como “un claro mensaje a la comunidad internacional que confirma la continuación de su comportamiento terrorista hacia los civiles y la exacerbación de la catástrofe humanitaria”. 

El gabinete del primer ministro yemení, Maeen Abdulmalik Saeed, ha confirmado que este último ha mantenido una conversación con el gobernador Al-Arada para conocer la última hora. El pasado 6 de febrero, el primer ministro recibió en Adén a una delegación de la Unión Europea para asegurar la asociación de ambos en pos de la estabilidad en Yemen.

El Ministerio de Asuntos Exteriores yemení también lanzó una advertencia: “El Gobierno reserva su derecho legítimo de proteger a sus ciudadanos y retiene su responsabilidad legal de preservar la seguridad en todos los territorios yemeníes y de responder adecuadamente a los ataques terroristas”.

Maeen Abdulmalik Saeed, el primer ministro del Gobierno reconocido internacionalmente de Yemen que respalda la coalición liderada por Arabia Saudí
Reacciones internacionales ante la ofensiva

El Departamento de Estado de EEUU ha solicitado al grupo insurgente que detenga de inmediato los ataques contra civiles y las nuevas operaciones militares. Esta demanda se produce tan solo dos días después de que la nueva Administración notificara al Congreso la eliminación de los hutíes de su lista de “organizaciones terroristas extranjeras” y tres días después de que el presidente Biden ordenara el fin del apoyo de Estados Unidos a las operaciones dirigidas por Arabia Saudí en Yemen.

El mismo día en que comenzó la ofensiva, el enviado especial de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, llegó a Irán para reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif, y otros funcionarios e iniciar las conversaciones de paz en el país.

En este sentido, el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price, ha señalado sin embargo que Washington está “profundamente preocupado por los continuados ataques de los hutíes”, antes de destacar que el propio Biden “está dando pasos para poner fin a la guerra en Yemen” y que “Arabia Saudí ha apoyado un acuerdo negociado”.
 

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