La medida, adoptada por el Consejo de Defensa Nacional yemení, llega poco después de los ataques con drones hutíes contra los yacimientos petroleros de los puertos de al-Dabba y al-Nashima, en Hadramut y Shabwa

Los hutíes entran en la lista de organizaciones terroristas de Yemen

photo_camera PHOTO/REUTERS - Militantes hutíes cerca de la ciudad de Hodeidah, Yemen

La designación de las milicias hutíes como un grupo terrorista, se había mantenido, hasta hace pocos días, como una de las bazas más fuertes del Gobierno yemení para forzar a los rebeldes a participar activamente en la búsqueda de una solución al conflicto. “Para convencer a los hutíes de que acepten la paz, la comunidad internacional debe ejercer una presión significativa, y la amenaza de designación [terrorista] será un poderoso instrumento de presión”, decía el subsecretario del Ministerio de Información de Yemen, Najeeb Ghallab. 

Sin embargo, esta semana la amenaza dejaba de ser una mera advertencia para convertirse en una decisión en firme. El sábado, el Consejo de Defensa Nacional yemení (un organismo gubernamental, encabezado por el presidente del país Rashad Al-Alimi, y orientado a coordinar la estrategia de defensa y de seguridad yemení) determinó –en una reunión de emergencia– la entrada de las milicias hutíes en la lista de grupos terroristas de Yemen, por primera vez desde el comienzo del conflicto, hace 8 años. 

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Según informó la agencia de noticias yemení Saba, la decisión se tomó “de acuerdo con la Ley de Delitos y Sanciones, con la Convención Árabe de Lucha contra el Terrorismo, y con las convenciones y tratados internacionales t regionales ratificados por la República de Yemen”. Además, el Consejo de Defensa se dirigió a toda la comunidad internacional para pedir respaldo “frente a los ataques contra objetivos civiles e instalaciones económicas, […] designando a estas milicias como grupo terrorista internacional, y tomando las consiguientes medidas”. 

El lunes, el Gobierno yemení de Maeen Abdul-Malik Saeed dio comienzo a las medidas ejecutivas y a los procedimientos necesarios para implementar la decisión –algo que ya habían solicitado las autoridades del Consejo de Defensa –, mientras este último advertía a todas las entidades e individuos del país que cualquier tipo de cooperación con las milicias conllevarían un estricto castigo

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La reunión del Consejo de Defensa se celebró el pasado sábado 23 de octubre en respuesta a los ataques hutíes con drones a la terminal de exportación de petróleo de la provincia de Hadramut, en el mar Arábigo, el 21 de octubre. La primera operación militar de las fuerzas del grupo rebelde desde el fin del alto el fuego –el 2 de octubre–, seis meses después de que ambas partes acordasen un armisticio bajo el auspicio de la ONU. 

El ataque tenía como objetivo “impedir que un buque petrolero intentara saquear crudo a través del puerto de Al Dabba, en la provincia de Hadramut”, dijo el portavoz militar de los hutíes, Yahya Sarea, en un discurso televisado. Advertencias que siguen la línea de las últimas semanas en que las milicias hutíes han amenazado al Gobierno de Yemen con atacar instalaciones y navíos petroleros para “evitar el saqueo internacional”, y para –según los expertos– intentar obligar al Ejecutivo a pagar los salarios de los funcionarios públicos y militares que habitan en las regiones bajo control hutí. 

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Las consecuencias de esta decisión 

La entrada de los hutíes en la lista de grupos terroristas parece haber sido recibida con una satisfacción y esperanzas generalizadas por parte de la población yemení, y es que la medida trae consigo importantes cambios en la situación del país. “Este es el primer pilar en el camino hacia la resolución del conflicto militar, pues ha llegado para poner fin a la necesidad de negociar y dialogar con los hutíes para alcanzar la paz”, decía para el medio Al-Ain News el portavoz de las Fuerzas Conjuntas, Waddah Al-Dubaish, quien también subrayó que los hutíes estaban convirtiendo la posible solución al conflicto en un arma militar estratégica contra el Gobierno yemení internacionalmente reconocido. 

La paz ha sido solo una táctica militar [por parte de los hutíes] para movilizarse, organizar filas y llevar a cabo el contrabando de armas con Irán”, agregó Al-Dubaish. 

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Ahora, la solución militar parece una opción más plausible que nunca, ya que el Gobierno de Yemen ya no necesitará pactar con los actores hutíes, respetar el Acuerdo de Estocolmo de 2018 –donde se establecía el alto el fuego en Hodeidah, el intercambio de prisioneros entre ambas partes, y una declaración de entendimiento para crear un comité conjunto que abordase la situación de la ciudad de Taiz –, ni negociar nuevas treguas con las milicias rebeldes bajo los auspicios de la ONU. 

“La entrada en vigor de esa medida resultará en […] el retiro unilateral de todos los acuerdos concluidos con los hutíes… Significará declarar la guerra”, advirtió el académico Muftah al-Zawba. Aunque el primer ministro Abdul-Malik ya se esforzó por calmar los ánimos al asegurar que tanto el Gobierno, como el Consejo de Liderazgo Presidencial, se comprometen a proteger el sector comercial e industrial en todas las áreas controladas por las milicias hutíes, así como en los territorios bajo control del Ejecutivo yemení internacionalmente reconocido. 

Las fuerzas de seguridad yemeníes cuentan, según Al-Dubaish, con una “larga y extensa lista de los principales líderes hutíes involucrados en crímenes de guerra, donde se han monitoreado todos los crímenes, que no estarán sujetos a prescripción”. “Confiamos en que nuestros dispositivos tengan la capacidad necesaria para perseguir a los líderes hutíes, aunque esto estará vinculado a la presión militar como un factor que erosione a las milicias desde dentro”. 

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