Los insurgentes fuerzan el final de la tregua vigente desde hace tres meses tras la gira regional del presidente de EE. UU., Joe Biden

Los hutíes rechazan extender el alto el fuego en Yemen

PHOTO/HANI MOHAMMED -  Rebeldes hutíes levantan sus armas durante una concentración en Saná, Yemen

Yemen atraviesa el período de paz más largo en seis años. El alto el fuego acordado en abril entre los hutíes y las fuerzas de la coalición lideradas por Arabia Saudí, que respaldan al Gobierno yemení reconocido por la comunidad internacional, propició el cese de los ataques aéreos y un descenso significativo del número de víctimas mortales, según el Programa de Datos de Localización y Eventos de Conflictos Armados (ACLED, por sus siglas en inglés). Renovada en junio, la tregua auspiciada por Naciones Unidas insuflaba esperanzas para abrir un proceso de paz, pero las expectativas se desvanecen. 

El Consejo Político Supremo hutí anunció el domingo que no renovaría el alto el fuego establecido en Yemen desde hace tres meses, anticipando el final de la segunda tregua en siete años, la más duradera hasta la fecha tras el primer cese momentáneo de las hostilidades acordado en Kuwait en 2016, también boicoteado por los hutíes. En todo este tiempo, las partes se han mostrado incapaces de avanzar hacia un proceso de paz. El alto el fuego era el primer paso importante en esta dirección para rescatar al país de la mayor crisis humanitaria del planeta.

Las condiciones del acuerdo contemplaban la reanudación de los vuelos comerciales en el aeropuerto de la capital, Saná, así como la reapertura del puerto de Al Hudayda, a orillas del mar Rojo, zonas controladas por los insurgentes yemeníes. Estas condiciones se han visto cumplidas, y han permitido la llegada de combustible y ayuda humanitaria. Sin embargo, el Consejo Político Supremo asegura que las fuerzas de la coalición siguen quebrantando el acuerdo y manteniendo el bloqueo económico. “El bando de la agresión no cumplió con la aplicación de sus términos, representó una experiencia chocante y decepcionante que no puede repetirse en el futuro”, remató el grupo.

Taiz

La gira regional por Oriente Próximo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha condicionado el tablero. La declaración conjunta emitida por Washington y Riad al término del polémico encuentro entre el demócrata y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, el gobernante ‘de facto’ del Reino wahabí conocido como MBS, irritó a la cúpula de Ansar Allah, los Partidarios de Dios, que interpretaron el desplazamiento de Biden como un intento de unir a sus aliados para hostigar a sus rivales regionales, “especialmente Yemen”. 

“Yemen se adhiere a su pleno derecho de continuar la lucha”, añadió el grupo rebelde encabezado por Abdul-Malik al-Houthi, el hermanastro menor del desaparecido fundador hutí. Los insurgentes yemeníes amenazaron con atacar de nuevo la provincia de Marib, el último bastión del Gobierno en el norte, para tomar las instalaciones de petróleo, gas y electricidad, que habrían contribuido a que su Estado ‘de facto’ tuviera cierta viabilidad económica. Ubicada en el centro del país, la región de Marib estuvo a punto de caer en manos hutíes a finales de 2021 en el marco de una intensa batalla, pero el respaldo militar emiratí desniveló la balanza en favor de las fuerzas de la coalición. 

A cambio de la reapertura del aeropuerto de Saná y el puerto de Al Hudayda, los hutíes se comprometieron entre otros asuntos a restablecer el acceso por carretera a la ciudad de Taiz, la tercera más poblada del país, controlada por el Gobierno internacionalmente reconocido. Taiz ha sido objeto de un asedio a manos de los hutíes desde 2015, que han convertido la vida del más de medio millón de habitantes en un auténtico infierno. Sin embargo, los rebeldes no han cumplido lo acordado, como señalaron Biden y MBS. En su lugar, los hutíes propusieron la apertura de una vía de acceso secundaria.

Hans Grundberg

El enviado especial de la ONU para Yemen y artífice del alto el fuego, Hans Grundberg, trasladó que “la apertura de las carreteras no solo consiste en aliviar el sufrimiento humanitario y eliminar las restricciones, sino que se trata también de empezar a normalizar las condiciones de la vida cotidiana de los yemeníes, incluyendo la educación, el trabajo, los servicios sanitarios y la economía en general”. “Seamos claros, la alternativa a la tregua es una vuelta a las hostilidades y probablemente una fase de intensificación del conflicto con todas sus consecuencias previsibles para los civiles yemeníes y la seguridad regional”, sentenció el diplomático sueco. 

Grundberg y los observadores internacionales catalogaron el acuerdo como un éxito. Las ofensivas aéreas cesaron por completo y se redujo la letalidad del conflicto, pero se han seguido registrando ataques y muertes a pesar de la tregua, según los datos recabados por ACLED. En este periodo, las capacidades militares de los hutíes podrían haberse ampliado gracias al contrabando de armas suministrado por Irán, lo que favorecería su posición en el reinicio de las hostilidades ahora que controlan gran parte del país y la costa del mar Rojo, desde donde cuentan con opciones de bloquear el estrecho de Bab el-Mandeb, una ruta clave del comercio internacional. 

Biden Oriente Medio

Ansar Allah tiene una posición de fuerza. Los insurgentes hutíes han establecido su Gobierno en la ciudad más importante del país, Saná. Desde la capital, rivalizan por el poder con el Ejecutivo de Rashad al-Alimi, sucesor de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, radicado en Adén y legitimado por la comunidad internacional. Los hutíes han edificado un Estado policial que persigue a los opositores e impone una severa interpretación de la ley sharía, y han tejido relaciones con Teherán y sus milicias afines como Hamás o Hizbulá para combatir a lo que ellos denominan “entidad sionista” de Israel y el imperialismo estadounidense. 

Poner fin al conflicto yemení es una de las prioridades en materia de política exterior para la Administración Biden, que desde su inicio no ha hecho más que encadenar fracasos. La labor del diplomático estadounidense Tim Lenderking, enviado especial para Yemen, resultó determinante para sellar la tregua en abril. Además, la eliminación de la etiqueta de “organización terrorista” impuesta a los hutíes por Trump sirvió para destensar las relaciones, aunque pronto los rebeldes traicionaron el acercamiento y agudizaron su ofensiva sobre Marib.

El drástico cambio de postura de Biden en Oriente Próximo respecto a Arabia Saudí, a quien denominó “paria internacional” por la implicación del príncipe heredero en el descuartizamiento en el consulado saudí de Estambul del periodista crítico con el régimen y columnista de The Washington Post, Jamal Khassoghi, ha sido considerado desde la cúpula hutí como una nueva concesión de Washington a Riad, máximo responsable de los bombardeos que han dejado Yemen como un erial.

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