El Ejército de Liberación Nacional comandado por Jalifa Haftar advierte de que la ruta Libia-Italia está siendo aprovechada por los yihadistas

Los mercenarios financiados por Turquía que han llegado a Europa se cifran en 150

AP/RICARD GARCIA VILANOVA - Fotografía de archivo del 31 de agosto de 2019. Combatientes leales al GNA en la línea de frente del barrio de Salah-addin en Trípoli, Libia

150 mercenarios de nacionalidad siria financiados por Turquía y Qatar han llegado a Europa procedentes de Libia, país al que fueron enviados a combatir bajo las órdenes del presidente de la nación euroasiática, Recep Tayyip Erdogan, según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés). Si bien se desconoce hasta el momento cuáles han sido sus movimientos en territorio comunitario, todo indica a que habrían ingresado en Italia, dada su proximidad con el país norteafricano.

Cabe recordar, en este punto, que el pasado 23 de enero la organización con sede en Londres ya documentó la llegada de 17 milicianos a la nación italiana, así como que otros 147 habían pagado un anticipo para ir al viejo continente utilizando esta ruta. Tan solo 4 días antes, el Ejército de Liberación Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés) -una de las dos facciones en la guerra- comunicó que 41 mercenarios habían salido de Libia en dirección a Europa a través de puertos ubicados en la parte noroeste del país norteafricano.

El medio Al Watan reveló, entonces, que “los combatientes aceptaron intencionalmente el despliegue a Libia para luego escapar a Italia”, puesto que “no creen que podrán regresar a Turquía o a Siria, por lo que tratar de llegar a Europa es la opción más lógica para ellos”. Por su parte, el SOHR explicó que “una vez que llegaron a Libia, entregaron sus armas y se fueron a Italia. Algunos de ellos partieron hacia Argelia, también con el objetivo de llegar a Europa”.

Para la esfera comunitaria, la presencia de estos milicianos en su territorio podría suponer la apertura de una nueva brecha de seguridad. Hace dos meses, se constató que la ruta empleada por los mercenarios (Trípoli-Italia o Argel-Italia) también había sido utilizada por, al menos, un miembro de la organización terrorista Daesh. El yihadista, sin embargo, no logró alcanzar las costas italianas, ya que fue detenido por el LNA. 

Esto provocó que saltaran las alarmas en el seno europeo. Así, la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) comenzó a preparar una coordinación sirio-europea para registrar una lista de los mercenarios sirios financiados por Turquía transferidos a Libia. Fuentes diplomáticas recogidas por el diario local Libya Akhbar expusieron que se estaba trabajando en una estrategia de seguridad entre Siria y la órbita europea para monitorear a los mercenarios que han llegado a Libia. El objetivo sería “tomar todas las medidas de seguridad necesarias en las fronteras de todos los países comunitarios, especialmente en aquellos fronterizos con el Mediterráneo”.

Ya en el año 2015, el diario The Telegraph publicó una exclusiva sobre los planes de Daesh de usar a Libia como “una puerta de entrada” a la guerra en todo el sur de Europa. “Los yihadistas esperan inundar al país norteafricano de milicianos procedentes de Siria e Irak, a los que posteriormente enviarían a Europa camuflándolos como migrantes en las embarcaciones de las mafias”, se pudo deducir de los documentos del grupo terrorista a los que tuvo acceso Quilliam, la organización británica contra el extremismo. 

En esta línea, cabe destacar que el director del SOHR, Abdel Rahman, ha denunciado recientemente que “miles de yihadistas han sido transferidos a Libia bajo el manto turco”. En una entrevista concedida al medio Al-Hadath, ha asegurado que “combatientes de nacionalidades del norte de África, la mayoría de ellos miembros de Daesh, habían sido deportados desde Siria a Libia hace meses”. 

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto, Ahmed Hafez, ya ha advertido, en este sentido, de que “la infiltración de terroristas en Libia, particularmente desde Siria, puede tener graves consecuencias en el norte de África y en los países europeos”. 

Según explica el analista Amr Emam en Inside Over, “al reubicar a estos yihadistas en Libia, Turquía puede estar alcanzando varios objetivos al mismo tiempo, incluido el deshacerse de ellos desde sus propias fronteras, respaldar al Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) frente al LNA, asegurar sus intereses económicos en el norte de África y en el Mediterráneo Oriental y, lo más importante, sitiar aún más a Europa”. 

La organización con sede en Londres también ha aseverado que 117 combatientes han muerto en los enfrentamientos contra LNA, comandado por el mariscal Jalifa Haftar, facción rival del GNA, liderado por el primer ministro Fayez Sarraj y apoyado explícitamente tanto por Ankara como por Doha. 

En total, el Observatorio estima que actualmente 4.750 mercenarios están combatiendo en territorio libio, mientras que otros 1.900 se encuentran en Turquía para recibir formación y cursos de entrenamiento. Dicha fuente también ha informado de que 6.650 milicianos sirios se han presentado como “voluntarios” para ingresar en las filas del GNA bajo el sustento de Ankara. El medio Al-Ain desveló, en este sentido, que Erdogan pretende desplegar una telaraña de hasta 11.000 mercenarios en Libia. 

Todo ello ofrece una muestra de cuán ambiciosos son los planes del mandatario turco en el país norteafricano. Para Al-Mismari, el objetivo principal de Turquía es “transformar las ciudades, especialmente Misrata, en una colonia turca”, además de “convertir a Libia en una base para el terrorismo, que le permita atacar a los países vecinos”. 

Este lunes, el portavoz del LNA también ha denunciado que la nación euroasiática ha recibido 25.000 millones de dólares procedentes del Banco Central libio, dominado por el GNA. Solo en los dos últimos meses, se han transferido hasta 2.000 millones de dólares.

Uno de los directivos de la entidad bancaria libia, Ramzi Agha, reconoció en el pasado mes de febrero, que se habían enviado 4.000 millones de sus reservas en efectivo a Ankara en concepto de “depósito sin obtener un rendimiento”. El funcionario explicó que esta transacción se correspondía con una “garantía de los acuerdos celebrados entre Turquía y el GNA sobre el suministro de armas, vehículos blindados, drones y los costes para tratar a los milicianos heridos”. 

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