El cambio climático están provocando el desplazamiento de comunidades de personas traspasando más allá de las fronteras

Los migrantes ambientales, un nuevo reto internacional

photo_camera AP/JASON DECROW - El Secretario General Antonio Guterres se dirige a la Cumbre del Clima en la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sede de la ONU

La Cumbre Mundial de Acción Climática de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que vino acompañada de un reguero de jóvenes manifestantes desde las pequeñas y amenazadas islas del Pacífico sur hasta las grandes y contaminadas capitales occidentales, ha fijado el mes de diciembre de 2020 como fecha límite para buscar una solución a la emergencia climática y conseguir aplicar el Acuerdo de París. Diferentes Estados del mundo e incluso grandes grupos de empresas mostraron en la cumbre sus intenciones para intentar frenar la amenaza que viven los ecosistemas del mundo. 
Sin embargo, los últimos informes de la ONU apuntan a que los compromisos anunciados en la cumbre de Nueva York no alcanzan en los plazos  los objetivos previstos del pacto firmado en la capital francesa, y ha apremiado a los actores internacionales a tomar acciones concretas en estos meses:

“Estamos en un agujero profundo con respecto al clima. Para salir, primero debemos dejar de cavar”, comentaba durante la cumbre el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. “Espero que se produzcan anuncios y que se desvelen un número de planes significativos sobe reducción de emisiones en las próximas décadas y lograr la neutralidad climática en el año 2050”, añadía. 

Operación de rescate en el mar Mediterráneo, a unas 13 millas al norte de Sabratha, Libia

Mientras tanto, ya hay comunidades de personas que están empezando a vivir las consecuencias del calentamiento acelerado del planeta, es el caso de los desplazados por motivos climáticos. Este proceso migratorio amenaza con traspasar las fronteras de los países y convertirse en un reto para todos los Estados, que hasta la fecha han demostrado no encontrarse preparados. 

Las zonas cercanas al trópico es donde el fenómeno se está desarrollando con más virulencia: en los países del Sahel, el Cuerno de África, Centroamérica, el sudeste de África y el Pacífico las sequías cada vez son más frecuentes e intensas, las lluvias están provocando inabarcables inundaciones, que junto con violentos huracanes y el aumento del nivel del mar las calamidades climáticas están destruyendo zonas costeras y de cultivo. Todo esto unido a las grandes desigualdades y situaciones de hambre y pobreza que vienen desarrollándose en estos territorios, se está acabando con la posibilidad de habitar estas partes del mundo. 

El número de desplazamientos causados por el cambio climático dentro de los propios Estados puede volverse masivo, se espera que 140 millones de personas migren a otros puntos dentro de sus propios países para 2050, según datos del Banco Mundial. Estos movimientos provocarían una crisis humanitaria de grandes magnitudes y supondría un duro golpe para el proceso de desarrollo de estas naciones. Además, los migrantes por motivos climáticos se sumarían a los grupos de personas que ya se desplazan por cuestiones económicas, sociales o políticas. 

Migrantes de El Salvador que viajan en una caravana cruzan el río Suchiate, la frontera entre Guatemala y México

“Es probable que aumenten las situaciones de tensión y conflicto como resultado de la presión ejercida sobre los escasos recursos. Pero ese no tiene por qué ser el futuro que nos espera. Si bien la migración interna por motivos climáticos se está volviendo una realidad, podemos evitar que se convierta en una crisis si empezamos a prepararnos ahora”, contaba la gerente del informe para el Banco Mundial, Kanta Kumari Rigaud. 

“Tuve que dejar Honduras porque la tierra que mis padres y mis abuelos sembraban ya no da para vivir. Las cosechas disminuyeron a menos de la mitad. Casi no ha llovido”, cuenta a la cadena BBC Pedro, un inmigrante de Honduras en su paso por México de camino a Estados Unidos. Y es que la región centroamericana lleva viviendo más de 10 meses de sequía que ha afectado a las cosechas y con ellas a la seguridad alimentaria de más de dos millones de personas, según ha comunicado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

Migrantes climáticos potenciales para el año 2050 en África subsahariana y Asia meridional y América Latina

El Gobierno de Honduras ha declarado  el estado de emergencia climática y este lleva en vigor desde el pasado mes de agosto, especialmente, en una parte del país conocida como el Corredor Seco, donde se ha cifrado la pérdida de las cosechas de maíz y frijol de un 82%. Estos alimentos son la base de la alimentación para la población pobre que se ha convertido en la más vulnerable ante los procesos climáticos extremos. “Por el efecto de esta nueva sequía sobre la migración, en un contexto internacional que restringe el movimiento de miles de personas que, en sus localidades, tendrán una gran dificultad para asegurar el sustento de sus familias”, ha contado a UN News Julio Berdegué, representante regional de la FAO. 

Al otro lado del océano Atlántico las condiciones no son más esperanzadoras. Según informaciones del Foro Económico Mundial, en los últimos cinco años en torno a 300 viviendas de la costa de Saint Louis en Senegal han sido destruidas por el océano, que antes se encontraba a 50 metros de ellas. Las 580 personas que residían en estas viviendas han estado desplazadas durante tres años en tiendas de campañas improvisadas y en lamentables condiciones. 

A pesar del crecimiento económico del último decenio, que ha convertido a Etiopía en uno de los países de desarrollo más rápido de África, las zonas rurales están sufriendo las consecuencias de la peor sequía de los últimos años

El continente africano comienza a estar plagado de ejemplo como este. El lago Chad ha visto reducido en un 90% su caudal en los últimos años, tras repetidas y fuertes sequías, la ya desconocida gigantesca masa de agua que contaba con 26.000 kilómetros cuadrados en 1963, ahora no llega a los 1.500, repartidos en dos lagunas. El cambio de semejantes dimensiones ha provocado un daño enorme a la actividad pesquera y agrícola de la región que daba de comer a 3,6 millones de habitantes. Pobladores que pese a que su huella ecológica era cercana a cero, se encuentran ahora abocados a una situación grave de seguridad alimentaria que les está obligando a marcharse. 

“Sé que algún día mi casa estuvo a unos metros del lago, pero ahora está a casi 30 kilómetros. Estoy seguro de que esto pasó por el cambio climático. Ahora la gente se asienta en las islas que han surgido por la desaparición del agua. Antes no había esas islas”, así lo contaba al diario El País Nsiru Saido, que ha tenido que refugiarse con su familia en Yamena, la capital de Chad después de sufrir las adversidades climáticas en el sur del país. “Ahora hace mucho calor. Antes había más árboles, pero han desaparecido. Cada vez más, esto parece un desierto”. 

Ante esto, el multilateralismo jurídico y la cooperación se muestra como la solución para que los gobiernos del mundo puedan tomar medidas ante un proceso migratorio que se prevé descontrolado en poco tiempo y que se plantea políticamente complejo. Concretamente, el conjunto de textos jurídicos entorno al Acuerdo de París se están conformando como una hoja de ruta para que los Estados del mundo puedan hacer frente al creciente fenómeno. 
“El Pacto Global para la Migración contiene muchas referencias sobre la migración ambiental, incluida una sección completa sobre las medidas para abordar los desafíos ambientales y climáticos, es la primera vez que se presenta una visión integral que muestra cómo los Estados pueden manejar, ahora y en el futuro, los impactos del cambio climático, los desastres ambientales y la degradación en la migración internacional”, ha expresado para UN News Dina Ionesco, jefa de la División de Migración, Medio Ambiente y Cambio Climático de la Organización Internacional de la ONU para las Migraciones (OIM). 

Fotografia de archivo de una Calle inundada después del paso del huracán Irma en La Habana, Cuba, el 10 de septiembre de 2017

La mandataria apuntaba a gestionar la migración ambiental de forma flexible para mejorar las vías de migración legal: “Una medida de último recurso es llevar a cabo reubicaciones planificadas de la población, esto significa organizar la reubicación de pueblos y comunidades enteros lejos de las áreas que sufren el impacto del cambio climático”. 

“No existe una única solución para responder al desafío de la migración ambiental, pero hay muchas soluciones que abordan diferentes aspectos de esta compleja ecuación.”, apuntaba Ionesco. Son ahora los diferentes actores internacionales los que tienen la responsabilidad para hacer frente a este reto. “Creo que debemos detener los discursos que se centran solo en los migrantes como víctimas de la tragedia. El panorama general es ciertamente sombrío a veces, pero debemos recordar que los migrantes demuestran cada día su resistencia y capacidad para sobrevivir y prosperar en situaciones difíciles”, añadía.

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