Los musulmanes celebran una fiesta del Sacrificio marcada por la pandemia
La "Fiesta del Sacrificio" (Eid al-Adha en árabe, o Eid-el-Kebir, "la gran fiesta") es una muy cita especial para los más de 1.800 millones de musulmanes alrededor del mundo. La Fiesta del Cordero cae en el doceavo mes del calendario islámico, que coincide con el último día de los peregrinos en La Meca y apenas 70 días después de que finalice el Ramadán. En este día, toda persona que tenga recursos económicos debe sacrificar un cordero, ternero o carnero en conmemoración del día en el que el Profeta Abraham, tras terminar de construir la Ka´aba, - un cubo en el que está custodiada una piedra negra que los musulmanes consideran un pedazo del paraíso- con su hijo Ismael, tuvo un sueño en el que Allah le reveló que debía sacrificar a su primogénito. Esta festividad rememora el pasaje recogido en el Corán (y la Biblia), en el que Dios impidió que Abraham matase a su hijo por voluntad divina sustituyendo al joven por este animal.
La festividad, conocida también como Pascua musulmana, tiene lugar al término del peregrinaje anual a La Meca, lo que constituye una de las obligaciones que todo buen musulmán debe efectuar al menos una vez en su existencia. Los fieles de todo el mundo se preparan con meses de antelación para estos días especiales, tanto para aquellos que deciden realizar la peregrinación a La Meca como para aquellos que se quedan en sus hogares.
Los fastos musulmanes, que se prolongan durante cuatro días, están este año marcados por una pandemia cuyos estragos están lejos de haber concluido en el mundo árabe, debido a la situación de crisis sanitaria a nivel mundial, solo se ha permitido realizar los ritos de la peregrinación a los musulmanes residentes en Arabia Saudí y que hayan sido vacunados. Un total de 60.000 fieles, todos vacunados y residentes en el reino saudí, comenzaron la peregrinación anual a La Meca en el monte Arafat, donde el profeta Mahoma pronunció su último sermón hace catorce siglos, en medio de un estricto protocolo sanitario debido a la pandemia.
Arabia Saudí antes de la pandemia recibía a unos dos millones de peregrinos de todo el planeta, sólo ha permitido realizar la peregrinación a 60.000 personas residentes en el Reino, después de que el año pasado limitara el número a unos pocos miles. En condiciones normales, este evento suele reunir a más de 2,5 millones de creyentes. El Reino, que se encuentra en su tercera ola de la pandemia con alrededor de 1.000 contagios diarios, figura entre los países árabes más avanzados en la vacunación, tras haber administrado 22 millones de dosis entre sus 35 millones de habitantes.
En Irak, donde la COVID-19 sigue poniendo en jaque un sistema sanitario devastado por años de guerra y las sanciones, está luchado para hacer frente a su peor oleada de COVID-19, que ya ha dejado 17.592 decesos y más de 1,4 millones de contagios en el país. Por su parte, las restricciones se han ido endureciendo en Omán que se encuentra en medio de estrictas restricciones impuestas debido a la enfermedad del coronavirus. El Gobierno ha impuesto un bloqueo estricto desde el 20 de julio hasta el 24 de julio debido al creciente número de muertes e infecciones diarias, con cerca de 80.000 contagios, donde los espacios públicos y los negocios permanecerán cerrados entre las 7 de la tarde y las 6 de la mañana hasta el 8 de agosto.
Por segundo año consecutivo, Marruecos opta por restricciones solo relativas en esta fecha de gran movilidad ciudadana y que da lugar a grandes reuniones familiares. La Fiesta del Sacrificio supone un momento de gran dinamismo económico en Marruecos, pues para la ocasión se sacrifican unos ocho millones de animales. Sin embargo, ante el aumento de casos por COVID las autoridades han decidido prohibir la oración específica de esa festividad tanto en las mezquitas como en los oratorios.
En Egipto, el país más poblado del mundo árabe ha impuesto restricciones al abrigo de la festividad religiosa como el cierre de parques y playas públicas, con la amenaza de desempolvar otras si la población no actúa con precaución. En el vecino Emiratos Árabes Unidos, el Ejecutivo ha recomendado a sus residentes celebrar los rezos en casa; pagar a organizaciones de caridad para que se encarguen del sacrificio de los animales; respetar la distancia social al visitar a parientes.
Celebrar la fiesta del Sacrificio es una obligación recogida en el Corán para todas las familias musulmanas. Las calles se llenan de tráfico, y mujeres y hombres corren casi enloquecidos para hacer las compras. Miles de borregos son trasladados desde el lugar donde se crían hasta los puntos de venta. En miles de hogares, la fiesta del Sacrificio acarrea un grave trastorno de la economía doméstica, un esfuerzo de los recursos con los que cuentan durante el año. No se trata únicamente del elevado precio de los corderos entre unos 200 y 300 euros, un importe que supera en muchos países el salario mínimo. A muchas familias no les queda otro remedio que pedir un préstamo bancario para afrontar el elevado gasto que para sus economías precarias supone esta celebración.
En las semanas previas a esta festividad, los bancos inundan el mercado ya desde hace años con préstamos con tasas de interés ventajosas y con ofertas para ayudar a los consumidores a comprarse su animal y financiar su fiesta. Por ese motivo muchas entidades, se han dado cuenta del enorme potencial que ofrece esta festividad tradicional por los enormes gastos que conlleva y se han lanzado a comercializar créditos específicos para financiar la compra del borrego.
Esta festividad, que trasciende el mero acontecimiento religioso, se ha convertido en una ocasión de encuentro, generosidad, solidaridad y reparto con los que menos tienen. De ahí que, un gesto de esta generosidad quede reflejado en el incremento del número de envíos de dinero que los musulmanes realizan a sus parientes y allegados para que, entre otras cosas, puedan celebrar esta fecha tan señalada. Sin embargo, el número de remesas de divisas al mundo árabe sumaron 58.000 millones de dólares en 2020, 3.700 millones menos que el año anterior debido a la pandemia. Argelia, Djibouti, Egipto, Jordania, Irak, El Líbano, Marruecos, Sudán, Túnez y Palestina recibieron en 2020 un total de 54.900 millones de dólares por ese concepto, el 95% de lo captado por los países árabes.