El SIFF proyecta por primera vez en Oriente Medio el prometedor documental ‘The Neighbourhood Storyteller’, de la directora mexicana Alejandra Alcalá

Los refugiados, protagonistas en el Festival de Cine Internacional de Sharjah: “Es una responsabilidad contar su historia”

PHOTO/ATALAYAR - El periodista Ahmed Eldin conversa con la directora mexicana Alejanda Alcalá tras la proyección de ‘The Neighbourhood Storyteller’ en el Festival Internacional de Cine para Niños y Jóvenes de Sharjah (SIFF), Sharjah, 13 de octubre de 2022

Asmaa es una de las casi 700.000 personas que huyeron de Siria con destino Jordania desde que en 2011, hace más de una década, se desencadenara la guerra tras las protestas masivas contra el dictador Bashar al-Ásad en el marco de la Primavera Árabe. Su vida y la de su familia quedó sepultada por el caos. La única solución llegó en forma de campo de refugiados, concretamente el de Zaatari, en el vecino Jordania, el segundo más grande del mundo tan solo por detrás de Kutupalong, asentado en Bangladesh. Su historia, sin embargo, consiguió trascender fronteras para ser contada y llevada a la gran pantalla por la joven cineasta mexicana Alejandra Alcalá

El Festival Internacional de Cine para Niños y Jóvenes de Sharjah (SIFF, por sus siglas en inglés) apostó por incorporar a la cartelera un documental que, en realidad, nació con la vocación de parecerse lo máximo posible a una película. “Desde el principio teníamos la inquietud de superar los marcos convencionales de lo que es ciertamente un documental”, explicó Alcalá en conversación con Atalayar. Dicho y hecho. La intención se plasmó sobre una cinta que fue correspondida por el público que asistió en la tarde del jueves a la sala de convenciones Al-Jawaher, ubicada a las afueras de Sharjah. Era uno de los títulos más esperados y su proyección resultó un éxito.

The Neighbourhood Storyteller

En The Neighbourhood Storyteller, la protagonista del documental, Asmaa, construye a través de la lectura un vínculo indeleble con su hija y el resto de las niñas hacinadas en Zaatari. Los libros son el hilo conductor de un relato que permite a esta madre siria desarrollar un proyecto personal para hacer la vida más llevadera dentro del campamento y, por qué no, permitir a las niñas imaginar un futuro mejor, un futuro más allá de Zaatari. Para ello, Asmaa tendrá que lidiar con el arraigado conservadurismo y la férrea timidez de unas jóvenes poco habituadas a expresarse. 

La directora matiza que el objetivo no era hacer un documental de cómo es la vida en un campo de refugiados, “entre otras cosas porque hay muchos al respecto”, sino construir un relato capaz de reflejar la capacidad humana de sobreponerse y convertir las dificultades en oportunidades para crecer. “Pretendemos crear contenido relacionado con la crisis de los refugiados desde un punto de vista positivo, pero eso no significa que el documental no refleje tristeza”. Esta, de hecho, está muy presente durante los 60 minutos. “El mensaje que queremos mandar es que debemos generar confianza en nosotros mismos para cambiar las cosas”, subrayó Alcalá.

Había una serie de factores que ponían difícil dar con la tecla. La cineasta desveló a Atalayar uno de los retos más importantes a los que tuvo que hacer frente: grabar en directo, mientras se desarrolla la historia. “Eso es un reto, al final, porque no estás contando algo que ya ha ocurrido, algo que puedes controlar, sino que los hechos se producen según los estás grabando, por lo que nos arriesgábamos a que el proyecto resultara aburrido o no hubiera una clara transformación en las niñas”. Pero las horas de grabación, llevadas a cabo en el interior del campo de refugiados durante 14 días seguidos, dieron sus frutos. 

The Neighbourhood Storyteller

Buena parte del éxito cosechado en el festival de Sharjah corresponde a la propia Asmaa, quien recomendaba minutos antes de la proyección “ver el documental con el corazón y no con los ojos”. La protagonista “hacía desaparecer las cámaras en cuanto hablaba”, reconoce Alcalá. Tanto, que las niñas apenas se vieron comedidas durante la grabación. “Tampoco sabíamos cómo [Asmaa] se iba a comportar en frente de una cámara porque, aunque hablamos mucho con ella antes de empezar, todo cambia cuando empiezas a grabar. Nuestro trabajo es importante, por supuesto, pero tiene mucho mérito la persona que está en frente de la cámara, y ella se sintió muy cómoda”, relata la cineasta mexicana.

“Para nosotros era importante que Asmaa contara su propia historia, poder amplificar su voz”, insiste Alcalá, que reconoce también la dificultad a la hora de ganarse la confianza de la protagonista e involucrarla en el proceso. Asmaa no quería transmitir una imagen de vulnerabilidad, pero finalmente consigue mostrarse tal y como es, abrirse ante la cámara, algo que la directora describe como “el acto más valiente que uno puede hacer”. “Si es así, es toda una responsabilidad contar su historia”, apunta. 

The Neighbourhood Storyteller

Otro de los desafíos fue el idioma. El documental está grabado en árabe, pero contaban con un intérprete que traducía simultáneamente las conversaciones. “Teníamos horas y horas y horas de contenido. Hemos recortado por las ideas y conceptos que más o menos interpretábamos. A partir de ahí, el trabajo ha sido refinar el resultado”, explicó Alcalá sobre una historia con la que es más fácil identificarse si eres de Oriente Medio “porque es algo que viven de cerca”. “Creo que será más fácil llegar a la gente del mundo árabe –admite–, pero es capaz de llegar mucho más lejos y puedes sentirte interpelada como niña en Latinoamérica o como hombre en Europa”.

De la misma forma que muchos otros profesionales de la industria cinematográfica, la directora mexicana ha sido citada en Sharjah por las autoridades del Emirato para participar en el SIFF. “Estoy contenta de que existan este tipo de festivales, porque el objetivo está alineado con nuestro objetivo a la hora de hacer documentales, es decir, que lleguen a un público joven y que inspiren a la gente a perseguir sus sueños. Aquí lo han dejado claro desde el minuto cero”. 

“Ver cómo se acercan las niñas a ti y te cuentan que ellas quieren ser actriz o directora… está clarísimo que el festival está atrayendo al público correcto y, además, está dejando un mensaje grabado en los niños, que, a fin de cuentas, son el futuro. Es importante que se sientan inspirados y tengan la valentía y la confianza necesaria”. 

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