La situación de confinamiento había sumergido a la periferia de la capital en una calma tensa, hasta este sábado

Los suburbios de París prenden

AFP 2020/Geoffroy Van Der Hasselt - Disturbios París

Acercarse a los suburbios de París es una buena forma de ponerle rostro a las cifras que, como en la crisis de 2008, o como en la de ahora, suelen inundar los noticiarios. Ya sean parados, heridos, enfermos, fallecidos… o detenidos. Son las principales zonas afectadas de esas situaciones de crisis, que no hacen sino ahondar en las desigualdades. Y en los suburbios de París, la desigualdad se palpa. Cualquier chispa, en cualquier momento, es suficiente para prender un entorno en el que se nada en gasolina. Juventud, pocas expectativas laborales, pérdida de identidad y escasa adaptación cultural. Cuando el brillo que reflejaban los llamados chalecos amarillos empezaba a desaparecer de las retinas de los habitantes de París; cuando el coronavirus parecía devolver el ‘statu quo’ a los sábados parisinos; cuando hasta Emmanuel Macron ascendía en las encuestas de valoración política gracias al llamado efecto bandera, el detonante ha sido un accidente de moto que ha despertado del letargo a los alrededores de París. Este hecho ha vuelto a prender los suburbios de la capital francesa.

Los hechos tuvieron lugar el sábado pasado por la noche en la comuna de Villeneuve-La-Garenne, al norte de París, en las inmediaciones de Saint Denis. Un motorista que conducía sin casco chocó contra la puerta de un vehículo de incógnito de la Policía, que se encontraba parado en un semáforo, lo que le ocasionó la fractura de una pierna. Los hechos están bajo investigación, pues las declaraciones de ambas partes son contradictorias. El herido, a través de su abogado, declara que en ningún momento el vehículo policial se identificó como tal y que abrieron la puerta para provocar el accidente. Por su parte, la Policía indica que, al bajarse del vehículo para solicitar la documentación del motorista al viajar sin casco, éste trato de atropellarles chocando en ese momento con la puerta del vehículo. El acusado, se mantiene bajo custodia judicial, tras someterse a una operación quirúrgica, por contar con antecedentes relacionados con la posesión de drogas y la extorsión.

El incidente podría haber supuesto uno de tantos en el área metropolitana de una gran ciudad como París, si no fuera porque, en estos momentos de confinamiento, la calma tensa permanente que existe en estas áreas es más frágil que nunca. El periodo de tregua establecido, gracias a esa reclusión frente a la aparición de un enemigo común que no entiende demasiado de clases sociales, pero que se ceba con los entornos más vulnerables, se ha roto. La acusación, a la Policía, de intencionalidad en la causa del accidente no tardó en encender la mecha de los disturbios. Decenas de jóvenes comenzaron a acudir al lugar del accidente armados con fuegos artificiales que usaron como proyectiles. El enfrentamiento entre los jóvenes y la policía duró varias horas y dejó varios vehículos y contenedores de basura incendiados. Cualquiera que haya estado al tanto del clima social imperante en la capital francesa durante los meses previos al confinamiento, sabía que ese enfrentamiento poco tenía de espontáneo. El rechazo a las impopulares medidas de Macron, que lanzó a la calle a los chalecos amarillos hace año y medio, seguía latente en estos suburbios, pues muchos jóvenes de las afueras se valían de esas protestas para ejercer la violencia y provocar disturbios, como vía de escape de su propia frustración y situación. 

Esos jóvenes se encuentran ahora a la espera de un motivo para saltarse la leve y frágil situación de confinamiento. Se daba por hecho, por tanto, que las protestas se trasladarían a otros suburbios rápidamente, y que se prolongarían durante las noches siguientes. Así fue, efectivamente, en zonas del citado Villeneuve-La-Garenne, de Nanterre, de Asnieres, o de Aulnay-sous-Bois, de Gennevilliers, todos ellos en la periferia norte de París. La Policía declara haber sufrido emboscadas a las que han seguido el lanzamiento de objetos contundentes y material pirotécnico, además de la quema de vehículos y otros elementos del mobiliario urbano. Durante los enfrentamientos con la Policía, ésta se ha visto obligada al uso de gases y pelotas de goma para diluir las concentraciones. El martes 21 por la noche, el abogado del joven motorista, Stephane Gas, hacía público un video a través del diario France Bleu, en el que el joven agradecía las muestras de apoyo, pero hacía una llamada a la calma tras los disturbios que se estaban produciendo por cuarta noche consecutiva.

Aprobación Emmanuel Macron Francia
Aprobación de Emmanuel Macron según las diferentes empresas demoscópicas

Como comentábamos anteriormente, la crisis de la COVID-19 ha provocado un efecto bandera en torno al presidente de la República francesa, que le ha hecho repuntar en la totalidad de los sondeos de aprobación que realizan las diferentes empresas demoscópicas, situando la media cerca del 40%. Ante la previsión de la desescalada durante las próximas semanas, se mantiene la incertidumbre de si las protestas de los chalecos amarillos volverán a teñir de fosforito los sábados de la capital y de otras grandes ciudades francesas. O si, por el contrario, la tregua entre el Gobierno y una parte importante de la sociedad se alargará ante la petición del presidente francés de un acuerdo político nacional que pueda traer de la mano medidas de contingencia para los colectivos que encabezan las protestas desde hace más de un año. Persiste la duda de si las protestas de la periferia de París se seguirán circunscribiendo sólo al área metropolitana de la capital o éstas se irán propagando también por otras ciudades como Marsella, donde la inmigración presenta un porcentaje importante de la sociedad. 

Al respecto de la situación de vulnerabilidad de los suburbios, en ocasiones se suelen denunciar la existencia de abusos policiales, como la muerte en dependencias policiales de un hombre que se había saltado las medidas de confinamiento a principios de este mes. Estas denuncias, y el clima social que se vive en la periferia de la capital francesa principalmente, pero también en otras ciudades importantes del país, han ganado visibilidad recientemente con la adaptación contemporánea de ‘Los Miserables’, una película de Ladj Ly que transcurre en una de estas comunas, la de Montferneil, al este de París. La película, estrenada el año pasado, pone de manifiesto la vida de los jóvenes en estos entornos marginales y ayuda a entender todo lo que subyace a la violencia recurrente que se vive en el área metropolitana de París y que se ve agudizada por la situación de reclusión y confinamiento.
 

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