El principal portavoz de los fundamentalistas ha asegurado que los derechos de las mujeres “serán respetados”, bajo el marco de la ley islámica

Los talibanes se presentan al mundo en busca de legitimidad internacional

AP/RAHMAT GUL - El portavoz talibán Zabihullah Mujahid habla en su primera conferencia de prensa, en Kabul, Afganistán

La caída de Kabul el pasado domingo en manos de los talibanes marca el inicio del nuevo Estado Islámico de Afganistán. Tras dos días de caos y desconcierto en la capital afgana, así como a lo largo de todo el país, los fundamentalistas han ofrecido una rueda prensa, donde ha querido transmitir una imagen conciliadora y “pacífica” ante la comunidad internacional, así como ante la propia población afgana. Una población que aún desconfía del grupo, recordando los años del Emirato impuesto en 1996 donde la ley sharía se aplicaba de manera rigurosa.

Mientras los diferentes países con representación en Afganistán reanudaban las evacuaciones de su personal diplomático, así como de nacionales residentes en el país y colaboradores, los talibanes se presentaban ante los diferentes medios de comunicación para esclarecer algunas líneas de su futuro Gobierno, aún sin una estructura concreta. El principal portavoz talibán, Zabihulla Mujahid, inició su intervención anunciando una “amnistía general” para todos aquellos que había colaboradora con países extranjeros o habían luchado contra el grupo.

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“El Emirato Islámico no tiene ningún tipo de hostilidad o animosidad con nadie; las animosidades han llegado a su fin y nos gustaría vivir en paz. No queremos enemigos internos ni externos”, aclaró Mujahid, quién tachó al anterior Gobierno de “incompetente” y culpó del caos que se vivió durante la jornada del domingo. “Las fuerzas de seguridad no pudieron hacer nada para garantizar la seguridad y nosotros tenemos que hacer algo, tenemos que asumir la responsabilidad. Por lo tanto, ordenamos a nuestras fuerzas que ingresaran a Kabul para garantizar la seguridad”, explicó el portavoz talibán.

Los fundamentalistas, en palabras de Mujahid, se comprometieron a velar por la seguridad de los representantes de los países extranjeros presentes en Afganistán, así como, las embajadas, organizaciones internacionales y agencias de ayuda y cooperación. “Nuestras fuerzas están allí las 24 horas del día para garantizar su seguridad, sin duda”. Asimismo, Mujahid pidió a todos aquellos civiles que se encontraban en el aeropuerto internacional de Kabul que regresaran a sus hogares y aseguró que no sufrirían ningún tipo de persecución. “Los que tienen familias en el aeropuerto esperando, si regresan a sus casas, nadie les va a hacer nada; estarán a salvo. Allí nadie los va a inspeccionar, les damos confianza”, aclaró el grupo.

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El portavoz talibán quiso dejar claro durante la primera intervención tras asumir el Gobierno de Afganistán que, como ya habían asegurado anteriormente, el país centroasiático no se convertiría en santuario para que diferentes grupos terroristas organizaran atentados como ocurrió en 2001, y principal motivo por el que Estados Unidos decidió intervenir en el país afgano, evitar que se pudiera repetir un 11-S. Durante la rueda de prensa se abordó la garantía de que los medios de comunicación pudieran seguir trabajando de manera “libre” e “imparcial", aunque siempre bajo el marco de la ley islámica.

Los derechos de las mujeres ha sido uno de los temas que más inquietud ha suscitado con motivo de la vuelta al Gobierno de los talibán. Durante el Emirato Islámico de 1996, el colectivo femenino quedó relegado a tareas domésticas, no se les permitía trabajar ni estudiar, entre muchas otras prohibiciones. Mujahid adelantó que las mujeres no van a ser discriminadas y que van a poder seguir estudiando y trabajando, recalcando nuevamente que todo esto se hará bajo el marco de la ley islámica. “Las mujeres van a poder trabajar en diferentes sectores y diferentes áreas en base a nuestras normas y reglamentos: educación, salud y otras áreas, pero por supuesto dentro de los marcos que tenemos”, aclaró el portavoz talibán.

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Paralelamente a esta rueda de prensa llegaba a Afganistán, el posible candidato a ostentar la presidencia del nuevo Emirato Islámico, el mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes en Qatar. El líder habría llegado a Kandahar, cuna del movimiento talibán, acompañado de una delegación de alto nivel. La llegada de Baradar a Afganistán, tras más de dos décadas, deja entrever el inicio de una nueva era en el país centroasiático, y la inminente formación del nuevo Gobierno talibán. Baradar fue arrestado en 2010 en Pakistán, pero liberado posteriormente en 2018 a petición del Gobierno del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, para poder participar en las conversaciones de paz.

Los hechos son inamovibles, los talibán han ganado la guerra y buscan legitimidad internacional. Países como Turquía, China y Rusia han anunciado la posibilidad de reconocer al nuevo Gobierno talibán, mientras que Canadá ha rechazado cualquier atisbo de legitimidad. Por su parte, el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Josep Borrell, ha admitido que "los talibán han ganado la guerra" y habrá que lidiar con ellos, para poder evitar así una nueva ola de refugiados. En este contexto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro británico, Boris Johnson, han acordado convocar una cumbre virtual de líderes del G7 la próxima semana sobre Afganistán, para tratar los últimos acontecimientos que se suceden en el país.

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