La milicia fundamentalista desconfía de la presencia extranjera en suelo afgano e insiste en controlar sus instalaciones

Los talibán bloquean las negociaciones con Turquía y Qatar para gestionar los aeropuertos afganos

AP/RAHMAT GUL - Aeropuerto internacional Hamid Karzai, en Kabul, Afganistán

Las conversaciones entre los líderes talibán y el consorcio turco-qatarí para la gestión de los aeropuertos afganos han quedado en punto muerto tras meses de intensas negociaciones para convencer a la milicia fundamentalista de la cesión del control sobre las instalaciones. Los talibán han bloqueado el diálogo para traspasar las prerrogativas a los equipos negociadores vinculados a Ankara y Doha, haciendo crecer la desconfianza con dos de sus principales valedores a nivel regional desde que volvieran a hacerse con el poder en agosto de 2021.

Es el Ministerio de Aviación Civil afgano quien gestiona en la actualidad el funcionamiento de los servicios aéreos desde que Estados Unidos pusiera fin a su estancia en el país 20 años después. Un equipo logístico de expertos qataríes, enviados por el Emirato meses después de la retirada estadounidense, respalda las labores de vigilancia y mantenimiento de los aeropuertos ante la falta de preparación de los encargados afganos.

El jefe de la diplomacia qatarí, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, recibió esta semana en Doha a su homólogo afgano, Amir Khan Muttaqi, quien fuera miembro del equipo de negociación talibán en la Oficina de Qatar, con quien estuvo reunido unas dos horas para acercar posturas y cerrar un acuerdo con respecto de la gestión aeroportuaria. Pero las partes identificaron cuestiones relacionadas con el contrato “que necesitaban más discusiones”, según reveló vía Twitter el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Afganistán, Abdul Qahar Balkhi.

Al Thani

Lejos de resolver algunos detalles contractuales, fuentes próximas a las negociaciones citadas por AFP sostienen que la parálisis responde a la insistencia talibán en que sean sus propios combatientes quienes asuman el control de los aeropuertos, y que sean las compañías turca y qatarí las que se encarguen en última instancia de los aspectos técnicos. La milicia fundamentalista se ha mostrado hasta el momento desconfiada con respecto de la presencia extranjera en suelo afgano, incluso con los dos actores más próximos ‘a priori’ con el régimen talibán.

“Nuestra gente protegerá el aeropuerto. La presencia de tropas extranjeras o expertos en seguridad en nuestro suelo es inaceptable para el Emirato Islámico de Afganistán”, declaró un funcionario afgano a AFP. El problema es que ni Qatar ni Turquía confían en los talibán para salvaguardar la seguridad de los recintos, menos aún después de que se hayan producido numerosos atentados en los últimos meses en varias partes del país cuya autoría ha reclamado el Estado Islámico de Jorasán, un grupo yihadista más radical si cabe que los propios talibán.

Qatar y Turquía no tiran la toalla y tratarán de persuadir a los talibán de la aprobación de un suculento acuerdo que permitiría a ambos además fortalecer su influencia en la región mediante el control del espacio aéreo. Un botín que motiva a turcos y qataríes. Aunque el grupo radical no tuvo reparos en amenazar a Turquía cuando el presidente Erdoğan trasladó su intención de mantener parte de sus fuerzas para asegurar el aeropuerto Hamid Karzai de Kabul.

El as bajo la manga de Ankara y Doha es la importancia estratégica del buen funcionamiento de las instalaciones. Apuntalar los servicios aéreos permitiría a los talibán reactivar parcialmente la devastada economía afgana y, además, facilitaría la llegada de la necesitada ayuda humanitaria. Porque en la ecuación no solo se encuentra el aeródromo capitalino, sino que también entrarían las otras cinco instalaciones aéreas repartidas por varios puntos del país como son las de Kandahar, Herat, Mazar-i-Sharif y Khost.

El aeropuerto kabulí, que lleva el nombre del expresidente Hamid Karzai, quedó prácticamente destrozado el pasado mes agosto como resultado de la abrupta retirada estadounidense, cuando miles de personas colapsaron las inmediaciones de la instalación en un intento ‘in extremis’ de abandonar el país durante las evacuaciones. Desde entonces han vuelto a operar vuelos nacionales e internacionales, pero sigue necesitando mejoras para que las aerolíneas internacionales reanuden íntegramente los vuelos.

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