Las presiones para completar el proyecto de construcción de cara al Mundial de Fútbol de 2022 agrava la situación

Los trabajadores migrantes adolecen de condiciones seguras ante el coronavirus en Qatar

AFP/MARWAN NAAMANI - Trabajadores extranjeros en la obra de construcción del estadio de fútbol Al-Wakrah, uno de los estadios de la Copa Mundial de 2022 de Qatar

Prosiguen las labores para completar las edificaciones de las infraestructuras para la Copa del Mundo de Fútbol de 2022 en Qatar y muchos trabajadores procedentes del sur de Asia dan la cara en primera línea ante la devastadora pandemia del coronavirus, que ya ha dejado más de 103.000 muertos y más de 1.700.000 afectados en todo el mundo.

Qatar cuenta, hasta el momento, con seis muertos y más de 2.500 casos diagnosticados en un panorama como el actual en el que existen más de 2 millones de trabajadores foráneos en territorio qatarí, una cifra significativa dado que la población total del país es de sólo 2,6 millones. Situación esta agravada por los campamentos superpoblados en los que viven los migrantes y por las presiones existentes respecto al desarrollo de lo planificado de cara a la Copa Mundial; factores que han situado a los trabajadores extranjeros en Qatar en un riesgo especialmente alto de contraer la COVID-19.

Faltando algo más de dos años para el inicio del Mundial de Qatar, los trabajadores migrantes han estado trabajando en proyectos de estadios e infraestructuras por un valor estimado de 200.000 millones de dólares; y aunque las autoridades qataríes han cerrado todos los espacios públicos, los obreros de la construcción siguen desarrollando su labor en diversos proyectos a pesar de la aparición de cientos de casos de contagiados por la COVID-19.

Trabajadores en la obra de construcción del Estadio Al-Wakrah, una sede de la Copa Mundial diseñada por la célebre arquitecta iraquí-británica Zaha Hadid, a unos 15 kilómetros en las afueras de la capital qatarí, Doha

Durante los últimos meses, se ha producido un gran incremento del número de trabajadores migrantes en Qatar por el desarrollo de las instalaciones vinculadas al próximo Mundial de 2022. Muchos de ellos proceden del sur de Asia y la práctica totalidad de estos sufren por la propagación de la COVID-19, que se suma a unas difíciles condiciones de subsistencia al estar viviendo hacinados en viviendas muy modestas y al estar también faltos de una atención sanitaria básica y de una alimentación correcta. 

Precisamente, el pasado 11 de marzo, 238 migrantes radicados en un área residencial dentro de una zona industrial conformada por fábricas, almacenes y alojamiento de trabajadores en las afueras de Doha, capital de Qatar, dieron positivo por el coronavirus. Desde entonces, se han identificado docenas de casos más que parecen estar relacionados con el brote inicial.

Trabajadores extranjeros en la obra de construcción del estadio de fútbol Al-Wakrah

Pero no hay datos oficiales sobre esta lacra ya que el Ejecutivo no aporta cifras sobre qué parte de los infectados son trabajadores extranjeros. Incluso algunos migrantes temen presentarse para comunicar sus síntomas. "A muchos migrantes les preocupa ser deportados si dan positivo en las pruebas de la COVID-19, por lo que existe el temor de que no reporten los síntomas o se hagan las pruebas, sintiéndose obligados a trabajar con el virus y poniendo en peligro su propia salud y la de los demás", explicó Elizabeth Frantz, directora de división de la Iniciativa de Migración Internacional de la Fundación Sociedad Abierta, en declaraciones recogidas por el medio Foreign Policy. "Debe haber garantías de que los trabajadores migrantes que se presenten y reporten síntomas o den positivo en las pruebas no serán deportados. Se les debe asegurar que no perderán sus empleos si están enfermos”, remarcó. 

Aunque las autoridades de este país de Oriente Medio niegan repetidamente estas versiones y aseguran que envían todo el material necesario a los trabajadores destinados en estas zonas industriales y de trabajo para garantizar su seguridad y salud ante la actual pandemia global que se vive.

Obras de construcción en la sede del futuro Estadio de la Ciudad de la Educación en Doha

Por otro lado, según informó la publicación Al-Ain, las obras para el Mundial 2022 se vieron paralizadas momentáneamente tras registrarse diversos positivos por coronavirus entre los trabajadores de la construcción empleados en los estadios. Gran parte de la zona industrial de Doha se tuvo que acordonar y cientos de trabajadores han quedado desde entonces confinados dentro de los recintos industriales, en una especie de campamentos superpoblados. A muchos de ellos se les ha obligado a firmar un permiso no remunerado, de modo que el Estado solamente les cubre el alojamiento y la manutención.

Las condiciones de vida de estos son en parte insalubres; muchos de ellos malviven en una sola habitación en hasta un número de diez; sin electricidad y, lo que es más grave, sin acceso a agua corriente. 

Trabajadores en la obra de construcción del Estadio Al-Wakrah, a las afueras de la capital qatarí, Doha

Este hacinamiento propicia la propagación de la COVID-19 dentro de un escenario de falta de asistencia sanitaria para los contagiados, algo denunciado por instituciones internacionales como Amnistía Internacional.

Qatar tiene un largo historial de abuso y explotación de trabajadores migrantes, que ha sido objeto de una amplia condena internacional en los últimos años; mientras, Gobiernos de Asia meridional no son capaces de ejercer la presión suficiente para lograr una buena protección laboral de la mano de obra destinada allí. Estas naciones asiáticas quizá se someten a una actitud ciertamente silenciosa debido a los beneficios económicos que reportan a las arcas estatales las remesas llegadas de los trabajadores que están en el extranjero. Esta situación no solamente atañe a Qatar; unos 35 millones de migrantes están empleados en los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), en Jordania y en Líbano, y los casos de explotación han sido documentados por varias fuentes y medios. 

En las redes sociales se han vertido ya diversos testimonios de afectados por las duras condiciones de trabajo en Qatar, lo que está llamando la atención del mundo. Desde el comienzo de las obras para las instalaciones de la Copa Mundial, hace ya seis años, 34 migrantes han perdido la vida. De esas 34 muertes, 31 se han clasificado como "no relacionadas con el trabajo", término que se utiliza en gran medida para describir las muertes repentinas por insuficiencia cardíaca o respiratoria inexplicable. 

Cientos más mueren cada año mientras trabajan en otros proyectos de construcción. Al igual que con las muertes de la Copa del Mundo, el Gobierno de Qatar atribuye la mayoría de éstas a causas cardiovasculares o a casos por muerte natural. A pesar de que entre los afectados haya personas jóvenes y sanas. 

Trabajadores extranjeros trabajan en la obra de construcción del estadio de fútbol Al-Wakrah, uno de los estadios de la Copa Mundial de Fútbol 2022 de Qatar

Una investigación publicada el año pasado en la revista Cardiology exploró la relación entre la exposición al calor y la muerte de más de 1.300 trabajadores nepalíes en un período de nueve años hasta 2017. Los climatólogos y cardiólogos encontraron una fuerte correlación entre el estrés por calor y la muerte de jóvenes trabajadores por problemas cardiovasculares en los meses de verano. 

De la población migrante de Qatar, unos 700.000 son indios, 400.000 nepaleses y 400.000 bangladeshíes. Un problema este, por lo tanto, de las condiciones laborales de fuerte afectación en todo Asia meridional. 

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