Los insurgentes controlan ya el 65% del territorio afgano y la ONU tilda sus ofensivas como crímenes de guerra

Más de 300.000 afganos huyen del país ante la ofensiva talibán

photo_camera AP/RAHMAT GUL - Frontera de Islam Qala con Irán, en la provincia occidental de Herat

Los talibanes están desolando Afganistán. Las capitales de provincia están cayendo de forma vertiginosa en manos de los talibanes y, ante la retirada de las tropas internacionales del suelo afgano, no parece que la situación vaya a remitirse. En las últimas horas conocíamos que los terroristas habían tomado la ciudad de Ghazni, a tan sólo 150 kilómetros de Kabul, después de que los talibanes llegasen a un acuerdo con el gobernador, convirtiéndose de esta forma en la décima capital de provincia capturada en menos de una semana y controlando así el 65% del territorio afgano.

Además, en la ciudad de Lashkar Gar, capital de la provincia de Helmand, el grupo insurgente ya ha alzado su bandera en el centro de la ciudad, después de haber tomado los cuarteles generales de la Policía afgana, lo que ha provocado la rendición de un comandante progubernamental y sus hombres. Conjuntamente, han capturado armamento en el aeropuerto de Kinduz, acontecimiento que ha provocado que la aviación estadounidense comenzase a realizar ataques aéreos con el objetivo de destruir el arsenal capturado. Esta situación ha provocado la dimisión de el ministro de Finanzas afgano, Khalid Panyeda, quien ha huido del país alegando atender a “prioridades personales”. 

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Estas rápidas conquistan coinciden con la retirada de las tropas estadounidenses e internacionales. La semana pasada, las brigadas desplegadas abandonaban la base afgana de Bagram, donde llegaron a habitar más de 10.000 personas. Su rápida salida, junto con las del resto de tropas de la OTAN, evidencian un augurio que ya se ha hecho tangible: la imposibilidad de que el Ejército afgano pueda defender el país de los talibanes sin la ayuda internacional.

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Por su parte, el portavoz del Pentágono, John Kirby, aclaró que “en este momento, las autoridades tienen órdenes de apoyar a los afganos hasta fin de mes. No se ha tomado ninguna decisión política de lo que sucederá después”. De momento, lo que sabe con seguridad es que las tropas estadounidenses se retiraran completamente a finales de agosto.

Sin duda, esta expansión talibana por el país está provocando, una vez más, la damnificación hacia la población civil y su consiguiente desplazamiento. La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, ha alertado sobre la preocupante situación que está atravesando Afganistán: “Las partes en conflicto deben dejar de luchar para evitar más derramamiento de sangre. Los talibanes deben cesar sus operaciones militares en las ciudades. A menos que todas las partes vuelvan a la mesa de negociaciones y lleguen a un acuerdo pacífico, la situación, ya de por sí atroz, para tantos afganos, empeorará mucho”, ha advertido. 

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Además, Bachelet se ha mostrado especialmente preocupada por los primeros indicios que apuntan que los talibanes ya están imponiendo sus opresivas y restrictivas normas a las mujeres afganas y a los derechos humanos en general en las zonas bajo su control: “La gente teme, con razón, que una toma de poder por parte de los talibanes borre los logros en materia de derechos humanos de las dos últimas décadas”, expresó.

Y es que el avance insurgente hace peligrar de manera alarmante los derechos humanos conquistados durante las dos décadas en las que el Ejército estadounidense se mantuvo desplegado en el país. En especial, las mujeres fueron las grandes víctimas del poder talibán. Para ellas, el acceso a la educación estaba prohibido y quedaron relegadas al cuidado de los hijos y el hogar. De esta forma temen que ante el rápido avance vuelvan al retroceso de sus derechos, acto que ya se está viviendo en las ciudades tomadas por los insurgentes según informan organizaciones civiles. 

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Igualmente, los talibanes imponen el uso obligatorio del burka, que cubre el cuerpo de las mujeres de la cabeza a los pies, castigos públicos, lapidaciones contra mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, prohíben hablar con hombres que no sean familiares directos o realizar cualquier tipo de actividad fuera de su casa sin la presencia de su marido, padre o hermano.

Del mismo modo, el director general de la Organización Internacional para las Migraciones, Antonio Vitorino, señaló que “la escalada de combates durante los últimos días en diversas provincias del país ha añadido un sufrimiento indescriptible en un país en el que ya hay más de cinco millones de desplazados internos”. Junto a esto ha resaltado que el número de nuevos desplazados en todo el país ha aumentado a más de 359.000 personas, cifra que esta haciendo colapsar el plan de ayuda de la ONU, que necesita 800 millones de dólares más. 

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Asimismo, organizaciones humanitarias han dado la voz de alarma sobre lo que podría convertirse en “una crisis humanitaria mucho mayor” que albergaría consecuencias devastadoras para los afganos, incluidos los niños. De acuerdo con Save The Children, 80.000 niños se han visto obligados a desplazarse en los dos últimos meses. En esta línea, un total de 18 millones de personas precisan de ayuda humanitaria. 

A estas cifras, se le suman los cuatro millones de personas internamente desplazadas en el país     que necesitan con urgencia ayuda sanitaria por la propagación de la pandemia de la COVID-19 en Afganistán

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“Los campos están superpoblados y carecen de condiciones higiénicas e incluso de las instalaciones médicas más básicas. Pese a esta combinación mortal, las personas internamente desplazadas han recibido poca ayuda para mitigar su situación”, declaró Samira Hamidi, directora adjunta regional para Asia Meridional de Amnistía Internacional. 

En este contexto, la Unión Europea está intensificando sus esfuerzos por llevar a cabo una presión diplomática que consiga mediar y alcanzar un acuerdo entre Kabul y los talibanes. En este aspecto, Europa teme que el avance talibán provoque una ola de refugiados similar a la que ocurrió en Siria. Desde la Comisión Europea se está pidiendo que se intensifique el apoyo a los países vecinos de Irán y Pakistán. De momento, desde Kabul ya se ha anunciado que la situación actual ha suscitado la suspensión durante tres meses la repatriación de afganos que lleguen de manera irregular.

Además, Alemania junto con Austria, principales países de recepción de este tipo de refugiados han cancelado las operaciones de retorno forzoso de las personas que no estén reconocidas como refugiadas. Desde Bruselas se continúa ejerciendo presión para que las conversaciones mantenidas en Qatar con la delegación talibana consigan llegar a acuerdos de paz. Sin embargo, los distintos grupos talibanes mantienen diferencias entre sí, por lo que los intereses conjuntos no estarían representados en dichas conversaciones lo que dificulta llegar a acuerdos.

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Esta situación evidencia que lo pactado en la Conferencia de Moscú no se está cumpliendo. En una declaración conjunta de Rusia, China, Estados Unidos y Pakistán instaban a la delegación talibana a “iniciar sin demora el debate acerca de las cuestiones fundamentales de la resolución del conflicto, incluidas las bases del futuro Estado pacífico y estable de Afganistán” así como formar “un Gobierno inclusivo” y el cese de las hostilidades de forma “permanente e integral”.

Sin embargo, nada de esto está sucediendo, la OTAN y EEUU prácticamente se han retirado y los talibanes han tomado ya más de la mitad del territorio afgano bajo su control provocando miles de desplazamientos, muertes y pérdidas en las conquistas de derechos humanos. Afganistán convalece a merced de los grupos talibán y la comunidad internacional mira de forma impasible como el país afgano se sumerge ya en una nueva oleada de violencia y desestabilidad difícil de frenar. 

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