México y AMLO: ¿un Gobierno destructor?
México es un país con más de 125 millones de habitantes, tiene la segunda economía más grande de América Latina y la tercera de las Américas, después de las economías de Estados Unidos y Brasil. Su sistema político durante el siglo XX no ha logrado consolidar una democracia competitiva. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominó la vida política mexicana durante siete décadas. Por lo anterior, al sistema político mexicano se lo definió durante el siglo XX como un “sistema de partido hegemónico”.
El siglo XXI trajo cambios importantes para el país: alternancia, separación de poderes, elecciones competitivas, transición, democratización significativa y muchas expectativas dentro y fuera del país. Actualmente no hay reelección. Los presidentes del siglo XXI, a saber: Vicente Fox (2000 y 2006) por el Partido Acción Nacional (PAN); Felipe Calderón (2006-2012), también por el PAN; y Enrique Peña Nieto (2012-2018) por el PRI. En la elección de 2018 se impuso Andrés Manuel López Obrador por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). En el pasado, López Obrador militó en el PRI (1976- 1989) y, después, en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Su victoria estuvo precedida de dos derrotas. Perdió con Felipe Calderón y, luego, con Enrique Peña Nieto. En 2018 se impuso con 30 millones de votos, la cifra equivale a un 53% del apoyo electoral. Ricardo Anaya, su oponente de la Coalición Por México al Frente, obtuvo 12 millones de votos, un 22%. El presidente López Obrador lleva varias décadas en la escena política mexicana y tomó posesión en diciembre de 2018, actualmente completa 20 meses en el poder.
A finales de 2019 el índice de aprobación de AMLO, como se le conoce, alcanzó un 72%, pero a comienzos de 2020 un 53% de los mexicanos consideraba que la corrupción aumentó. La gestión de la crisis del coronavirus ha expuesto las deficiencias del jefe de Estado. Nótese que, a mediados de este año, el 59% de los mexicanos desaprobaba la gestión presidencial de la pandemia. México es uno de los 10 países del mundo con más contagios y muertes. En la última semana de julio el país superaba los 395.000 contagios y las 44.000 muertes a causa de la pandemia. A la crisis sanitaria se suman otras crisis que vienen de años anteriores y tienden a agravarse: la violencia, la inseguridad o la impunidad, entre otras. Hay otros cuestionamientos al mandatario en relación con su tratamiento a los emigrantes centroamericanos, la extensión de competencias al Ejército o la falta de transparencia en el uso de los recursos públicos. Estos son algunos de los temas más críticos de la gestión López Obrador.
Sectores de la intelectualidad mexicana advierten, desde hace varios meses, sobre el excesivo poder del presidente. De hecho, en un extenso análisis publicado en los primeros días de julio, el escritor Enrique Krauze precisó que: “Ningún gobernante de la historia moderna de México ha acumulado el poder que tiene y ejerce López Obrador”. Krauze señaló que este “ha sido un Gobierno destructor que ha destruido de manera sistemática –se diría que deliberada– la economía y el empleo, ha arrasado con instituciones públicas valiosísimas, ha dilapidado una parte sensible del patrimonio nacional, ha envenenado la atmósfera pública, ha minado el equilibrio de poderes, se ha mofado de las leyes y las libertades y, finalmente, ha abandonado a su suerte a millones de mexicanos”.
Esta semana, el consultor internacional Gustavo Ferrari y el escritor y periodista Julio Patán participaron en “De ida y vuelta”; analizaron los factores que hicieron posible el ascenso de AMLO, la gestión desarrollada por el mandatario, su política exterior que, como la brasileña, está en función de la política interna, así como las perspectivas para el futuro próximo. Los analistas comentaron la instrumentalización religiosa, que no es nueva en López Obrador, el aura religiosa que rodea al mandatario, su mesianismo –desde 2006 Enrique Krauze lo llamó “El mesías tropical” y sus formas de gobernar.
