El inquilino del Elíseo visitará también Benín y Guinea-Bisáu para relanzar el papel de Francia en el continente

Macron inicia en Camerún su gira regional por África

AFP/LUDOVIC MARIN - El presidente francés, Emmanuel Macron, junto con el primer ministro camerunés, Joseph Dion Ngute, a su llegada al aeropuerto internacional Nsimalen de Yaundé, el 25 de julio de 2022

Una de las aristas menos perceptibles de la invasión rusa de Ucrania, catalizador del nuevo escenario geopolítico, es el combate cuerpo a cuerpo que libran Occidente y Rusia por ganar, o al menos no perder, influencia en África. El tablero de juego es cada vez más amplio, más complejo e involucra a más jugadores en la partida en comparación con la bipolaridad de la Guerra Fría, pero es inevitable esquivar las analogías. La carrera por el continente africano ha comenzado, una vez más, y así se han encargado de escenificarlo el inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, y el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov. 

El presidente francés ha arrancado este martes su gira por África, un desplazamiento de tres días que le llevará por Camerún, Benín y Guinea-Bisáu para recomponer las relaciones bilaterales e impulsar el renqueante rol de Francia en la región. Acompañado de la experimentada ministra de Exteriores, Catherine Colonna, así como del ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, el ministro delegado de Comercio Exterior, Olivier Becht, y la secretaria de Estado de Desarrollo, Chrysoula Zacharopoulou, Macron realiza la primera gira africana de su segundo quinquenio en la que es, además, su primera salida fuera de Europa desde que fuera reelegido en abril. 

Macron nunca había pisado como presidente ninguno de estos tres países, un síntoma del reequilibrio de fuerzas emprendido por Francia en el continente a raíz de sonado fracaso en Mali, donde la junta militar en el poder decidió expulsar a todo vestigio galo del país, empezando por la Operación Barkhane, punta de lanza de las misiones antiterroristas. La retirada del corazón del Sahel, epicentro de la rivalidad, obliga a París a buscar nuevos socios y consolidar su presencia en los aliados habituales. No es fácil. Ante una Francia tocada, Rusia coge impulso. Lavrov, la extensión del Kremlin en el exterior, que también se encuentra de gira por África, parece haber tomado la delantera.

Emmanuel Macron Paul Biya

La agenda de Macron es profusa, hay muchos papeles encima de la mesa, demasiados asuntos que resolver. El presidente francés, reelegido con holgura en el cargo pero debilitado a nivel interno tras las elecciones legislativas que deshicieron su mayoría absoluta en la Cámara baja, afronta un escenario aún más adverso a nivel externo, sobre todo en el continente africano. Con cuestiones como la inseguridad alimentaria, el encarecimiento del coste de vida o la proliferación de la amenaza yihadista en el horizonte, Francia deberá actuar para contener el descontento social, debilitar la insurgencia armada y frenar el avance de Moscú en África Occidental. 

Recibido en la noche del lunes por el primer ministro camerunés, Joseph Dion Ngute, Macron aterrizó en el aeropuerto de Yaundé rodeado por una nube de cámaras. Hay cierta expectación en el país por las consecuencias que pueda traer su visita. Tanto, que las autoridades han engalanado la capital de la primera economía de África Central derribando chozas y puestos callejeros. Todos los detalles son importantes. El presidente tenía programado un debate con figuras importantes de sociedad civil camerunesa, con algunos de los jóvenes que participaron en la Cumbre África-Francia celebrada en Montpellier a finales de 2021. 

Antes, Macron ha mantenido un encuentro con el longevo presidente camerunés Paul Biya. Casi nonagenario y con cuatro décadas en su haber al frente del Gobierno, Biya ha establecido una autocracia a golpe de amaño electoral, redes clientelares y persecución política. Ello no le ha hecho perder el favor de Francia. Ahora, con un régimen en su ocaso y con las luchas intestinas por sucederle desatadas, la insurgencia yihadista de Boko Haram en el norte y el conflicto con los separatistas de las regiones anglófonas del este del país empeoran la situación. La reacción del Elíseo cobra mayor importancia. 

Ciertos sectores de la oposición esperan que el presidente francés consiga persuadir a Biya de abandonar el poder, de dar un paso a un lado y facilitar una transición pacífica. Cualquier amago de inestabilidad rociaría aún más gasolina en una región en llamas. Sin embargo, no se espera que el camerunés acepte. Francia tampoco quiere dejar nada al azar, y apostará por mantenerse a toda costa en una plaza donde han ganado terreno las compañías chinas y los actores como Rusia, que firmó en mayo un acuerdo de cooperación militar con Yaundé en un contexto de inseguridad marcado por la creciente presencia de mercenarios rusos del grupo Wagner en la región. 

Emmanuel Macron

El miércoles, Macron pondrá rumbo a Benín para reunirse con el presidente Patrice Talon. El acaudalado empresario algodonero, en el poder desde 2016 después de regresar de su exilio autoimpuesto en Francia tras ser acusado de liderar una trama para acabar con la vida del expresidente Yayi Boni, ha degradado el sistema democrático beninés, uno de los más desarrollados de la región, haciendo uso de las instituciones para perseguir a la oposición política. En los últimos años se han reproducido los casos de detenciones arbitrarias y brutalidad policial. Pero en la agenda del líder francés figuran otros temas. 

El Elíseo remitió en un comunicado que existe “una solicitud de apoyo francés en términos de apoyo aéreo, inteligencia y equipamiento” formalizado por las autoridades de Benín para combatir la amenaza yihadista. El norte del país está sufriendo un aumento de ataques terroristas en las últimas semanas procedentes del Sahel, y Francia quiere ampliar la cooperación militar tras la reorganización de fuerzas y la salida forzada de Mali. Menos presencia y exposición, pero mejores métodos, sostuvo Macron. Todavía no hay propuestas concretas ni signos de mejora.

Operación Barkhane

“En comparación con los demás países del Sahel, Mali sigue siendo el epicentro de la crisis en esta región, si Mali se estabiliza, los demás países lo harán gradualmente”, explica a Atalayar el consultor maliense Oumalha Haïdara. “No hay un Estado mejor, todos los países del Sahel están mal y no sólo en términos de seguridad. Con la rápida expansión del terrorismo, si los Estados no se anticipan, todo el Sahel estará contaminado, incluso los países costeros como Benín y Senegal”, advierte. 

El presidente francés cerrará su gira en Guinea-Bisáu, donde se encontrará con el presidente Umaro Sissoco Embaló. En febrero, un grupo de hombres armados vinculados a organizaciones criminales del narcotráfico irrumpieron a tiros en la residencia presidencial. El golpe, cuyo objetivo era acabar con la vida del líder elegido en 2020 y de su primer ministro, fue detenido a tiempo por las Fuerzas de Seguridad, pero la inestabilidad sigue latente. Macron visitará el país para aprovechar que Sissoco Embaló ostenta la presidencia rotatoria de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), organismo regional que sancionó a la camarilla de militares golpistas de Mali. 

El presidente galo tratará de convencer a sus homólogos de que Francia mantiene su credibilidad como socio, una credibilidad minada por la experiencia de Barkhane y la reacción de la autoridad castrense de Bamako. Como señaló a este medio el exembajador francés en Mali, Nicolas Normand, “los principales socios de París en la región son Níger, Chad, Burkina, Costa de Marfil, Benín y Togo. Todos estos países piden y cuentan con la ayuda francesa”. De fondo, influirán asuntos como la inseguridad alimentaria desbocada en el continente africano, agravada por la invasión rusa de Ucrania, de la que los locales culpan cada vez con más insistencia a las sanciones occidentales. La disputa está en el mensaje.

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