El presidente francés y el canciller alemán crean grupos de trabajo conjuntos tras un diálogo “amistoso” y “constructivo” en el Elíseo

Macron y Scholz recalibran el maltrecho eje franco-alemán

photo_camera PHOTO/ELYSÉE - El presidente francés Emmanuel Macron recibe en el Elíseo al canciller alemán Olaf Scholz, París, 26 de octubre de 2022

Las ramificaciones de la invasión rusa de Ucrania han acabado golpeando los cimientos del eje franco-alemán, motor de la Unión Europea. Las relaciones bilaterales entre las dos principales potencias económicas del continente atraviesan sus horas más bajas en décadas a cuenta de la crisis energética que se cierne sobre Europa. París y Berlín han escenificado en las últimas semanas sus discrepancias a la hora de abordar las múltiples problemáticas comunes, que amenazan la cohesión del bloque comunitario. 

El presidente francés Emmanuel Macron recibía este miércoles en el Elíseo al canciller alemán Olaf Scholz para limar asperezas. Estaba previsto que encabezaran hoy un Consejo de Ministros conjunto en Fontainebleau, a escasos kilómetros de París, pero la tirantez de las últimas horas provocó que las partes decidieran posponer hasta enero ese encuentro. En su lugar, los líderes han mantenido un “almuerzo de trabajo” prácticamente en solitario, solo acompañados por un grupo reducido de asistentes. 

No hubo rueda de prensa posterior. Del encuentro, que duró poco más de tres horas —una más de lo previsto—, solo se tiene constancia de la llegada de Scholz. Macron, que había decidido cancelar la comparecencia conjunta habitual al término de la conversación, se mostró sonriente y cercano, pero nada comparable a otros recibimientos. Los gestos del presidente francés fueron fríos y distantes. Pese a ello, el Elíseo describió como “constructivo” un encuentro que se saldó con la creación de grupos de trabajo conjuntos

Macron Scholz

El tête-à-tête, de tono “amistoso” y “constructivo”, según fuentes diplomáticas alemanas, pretendía recalibrar el maltrecho eje franco-alemán. Encima de la mesa quedaban muchos asuntos por resolver, demasiados frentes abiertos que han laminado la confianza entre dos de los socios fundadores de la Unión Europea. Desde las soluciones para mitigar la crisis energética hasta la adopción de una postura común respecto a China, pasando por los enfoques divergentes sobre la guerra en Ucrania. 

Invasión rusa de Ucrania 

La agresión de Putin ha despertado la conciencia geopolítica de Alemania. El Gobierno tripartito que lidera Olaf Scholz se ha dado cuenta, tras meses de letargo, que está encajado en un entorno hostil del que necesita defenderse. Berlín trata de cambiar a marchas forzadas el modelo que le ha permitido convertirse en el gigante económico de la zona euro, basado en la adquisición de gas ruso barato y gasto en Defensa reducido. Es hora de encontrar nuevas vías para seguir alimentando a su industria. 

Estas condiciones han empujado a Alemania a fortalecer sus vínculos de Defensa con Estados Unidos. Berlín ha preferido adquirir aviones de combate estadounidenses F-35, en lugar de apostar por la tecnología militar francesa de Dassault, y ha impulsado además el proyecto del escudo antimisiles europeo junto a otros 14 países entre los que no está Francia. El Elíseo aduce que no quiere alimentar una carrera armamentística, la realidad es que el sistema de defensa sería de propiedad estadounidense o israelí, y no francesa.

Macron Sánchez Costa

Scholz también ha apostado por impulsar las relaciones bilaterales con sus vecinos de Europa del Este, una decisión tomada a expensas del debilitamiento del eje franco-alemán. Los planes del canciller pasan por ampliar la Unión Europea “hasta los 30 o 36 miembros”, un plan mucho más ambicioso que el de la Comunidad Política lanzado por Macron. 

Crisis energética 

La desconexión energética de Rusia también ha pasado factura al eje franco-alemán. La última reunión del Consejo Europeo destinada a paliar el encarecimiento de la energía amplificó sus divergencias. Macron defendió el tope al gas, mientras que Scholz se mostró reacio en una negociación que se saldó con un acuerdo de mínimos. Empate técnico. El presidente francés advirtió a Berlín de que corría el riesgo de “aislarse de Europa”, pero el canciller alemán respondió que en ningún caso se sentía así. 

El MidCat también tensionó el ambiente. Scholz cerró filas con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, para presionar a Macron, pero el inquilino del Elíseo salió por la tangente la semana pasada con la aprobación de un plan alternativo: el BarMar, un gasoducto que conectaría Barcelona con Marsella para transportar gas e hidrógeno verde desde la península Ibérica hacia el resto del continente. Macron se ganaba para sí el respaldo de Sánchez y António Costa, el primer ministro portugués. 

Scholz

Pero el núcleo de las tensiones fue la decisión del canciller alemán de lanzar un plan de gasto público por valor de 200.000 millones de euros en ayudas a empresas y particulares para mitigar los efectos de la crisis energética. El día del anuncio, Scholz tenía programado un encuentro con la primera ministra francesa Élisabeth Borne, pero canceló la conversación tanto en formato presencial como por videoconferencia alegando problemas de salud derivados de la COVID-19. El Elíseo asegura que no fue informado de una medida que, a su juicio, distorsiona el mercado único europeo. 

Postura respecto a China 

La gota que colmó el vaso fue la aprobación de Scholz de la entrada de capital chino en el puerto de Hamburgo, la ciudad en la que ejerció como alcalde entre 2011 y 2018. La naviera estatal china Cosco presentó una oferta para comprar una participación minoritaria del 35% de la infraestructura estratégica. Las reticencias de los ministros verdes y liberales con los que comparte Gobierno, así como las advertencias de otras instituciones, no disuadieron al canciller, que finalmente ha aceptado la venta de un porcentaje reducido del 25%.  

Macron evitó criticar la decisión, que no ha sido la única relacionada con China que ha irritado en los últimos días al Elíseo. El presidente francés no ve con buenos ojos el inminente desplazamiento de Scholz a Pekín, donde mantendrá un encuentro con Xi Jinping en compañía de una delegación de empresarios alemanes. Será previsiblemente la primera visita de un líder internacional al gigante asiático tras la certificación de su tercer mandato al frente del Partido Comunista y, con toda probabilidad, del país. Macron hubiera preferido hacer el desplazamiento juntos, informa Politico, una demanda que no se verá cumplida. 

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