Marruecos impulsa un combate sin concesiones contra la corrupción

Paco Soto

Pie de foto: El primer ministro de Marruecos, Abdelilah Benkirane, ha anunciado un nuevo plan de lucha contra la corrupción

El Gobierno del islamista Abdelilah Benkirane tomó la decisión de impulsar un combate contundente y sin concesiones contra la corrupción en Marruecos. La corrupción es con la pobreza, las desigualdades sociales y el analfabetismo el principal problema de Marruecos. Frena el desarrollo económico y lastra la evolución social y política de uno de los países más liberales y estables del mundo árabe e islámico. La corrupción afecta al mundo empresarial y económico, pero también extiende sus tentáculos en los aparatos del estado y en el conjunto de la sociedad. Muchos marroquíes no son conscientes de la gravedad del problema; nacieron, se criaron y vivieron en una sociedad con alto nivel de corrupción y donde las prácticas que denigran al ser humano son comunes y asumidas por mucha gente. En febrero de 2014, el Consejo de Europa culpó a Marruecos de carecer de una política nacional de lucha contra la corrupción basada en una estrategia a medio y largo plazo.

Todavía es pronto para decir si la nueva estrategia anticorrupción anunciada por el Gobierno de Benkirane es una mera cortina de humo para no cambiar nada u obedece a una voluntad sincera de enfrentarse a un grave problema. En un país en plena transformación y atravesado por grandes contradicciones internas, los poderes públicos suelen tomar decisiones políticas positivas que no se concretan nunca. Ocurre en todas partes, pero mucho más en países que viven delicados procesos de reformas y donde las fuerzas conservadoras se aferran al pasado y sus privilegios y torpedean el cambio.

Un periodo de 10 años

El Ejecutivo de Benkirane dispondrá de un presupuesto de 1.800 millones de dirhams (unos 170 millones de euros) para la puesta en práctica de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Corrupción, y tendrá un periodo de 10 años para alcanzar sus objetivos, que comprenden 16 ejes y 239 proyectos en el marco de una decena de programas coordinados por diversos ministerios e instituciones. Según informó la agencia MAP, el jefe de Gobierno anunció en Rabat el pasado martes el nuevo plan de lucha contra la corrupción. El Gobierno, según dijo Benkirane, quiere acabar con un mal endémico que provoca grandes daños en la economía y la sociedad, y de aquí al año 2025 se ha fijado el objetivo de que Marruecos mejore sustancialmente en el panorama internacional de lucha contra la corrupción.

Un estudio sobre la corrupción que afecta a 100 países sitúa a Marruecos en el puesto 60, y Benkirane quiere que dentro de una década el país se coloque en la posición número 39. Los 10 ejes del plan anticorrupción se articulan en torno a la mejora de los servicios públicos, la transparencia, la ética de los funcionarios, la educación y la formación de los jóvenes y la eficacia del sector privado de la economía. Según Benkirane, ministerios como los de Interior y Justicia, organismos privados como la CGEM (gran patronal), dirigida por una mujer, Meriem Bensalah, y movimientos de la sociedad civil desempeñarán un papel clave en la nueva estrategia contra la corrupción. Para facilitar el desarrollo del plan, el Gobierno creará una comisión interministerial que estará bajo control de Benkirane, según explicó el ministro delegado para la Función Pública, Mohamed Moubdii.

Pie de foto: Un grupo de manifestantes protesta en Rabat contra la corrupción y a favor de un país más justo.

Un grave problema en el Magreb

La corrupción es un grave problema en el Magreb, pero también en Oriente Medio. Un estudio realizado entre septiembre de 2014 y noviembre de 2015 por la ONG Transparency International (TI) informa de que 50 millones de personas en África del Norte y Oriente Medio tuvieron que pagar sobornos a funcionarios públicos. Los resultados del estudio hechos públicos estos días por TI son demoledores para Líbano, país que vive una grave crisis política, y Yemen, Egipto y Sudán. En el Magreb, Argelia y Marruecos tienen un alto nivel de corrupción y la situación ha mejorado en Túnez, que encabeza el proceso de democratización en la región. El problema de la corrupción está también muy extendido en Jordania y en los territorios palestinos. 61% de las personas encuestadas en todos estos países consideran que la corrupción ha empeorado. “Es como si no hubiera existido la ‘Primavera ´Árabe. Los dirigentes fallan en términos de transparencia, promoción de la libertad de expresión, y no han conseguido poner fin a la corrupción”, lamenta José Ugaz, presidente de TI.

En Marruecos, 38% de los ciudadanos que se beneficiaron de los servicios de la sanidad pública tuvieron que pagar sobornos. En este país y en otros de la región, muchos ciudadanos también se vieron en la obligación de sobornar a policías y funcionarios de la administración de Justicia. En general, según el estudio de Transparency International, los gobiernos, el poder legislativo y los inspectores de Hacienda suelen ser tolerantes con la corrupción. TI indica que Túnez es un islote de esperanza situado en un mar de corrupción. El país no cayó en el caos tras el final de la dictadura, construye un verdadero estado democrático y de derecho y se toma en serio el combate contra la corrupción. Muchos ciudadanos tunecinos -71%- piensan que tienen capacidad suficiente para luchar contra la corrupción, según declaró a la AFP la autora del informe de TI, Coralie Pring. Sin embargo, estos ciudadanos siguen valorando negativamente la actuación del Gobierno frente a la corrupción. 

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