El espaldarazo americano a Rabat refuerza a Marruecos, que ve cómo sus tesis respecto a su soberanía sobre el Sáhara Occidental son gradualmente aceptadas por la comunidad internacional

Marruecos-Israel: Trump facilita una relación ya existente

photo_camera PHOTO/REUTERS - Donald Trump, presidente de Estados Unidos

Donald Trump está aprovechando su último mes como presidente de Estados Unidos para cimentar su legado “transformador” en Oriente Medio. 

Prueba de ello es el rol facilitador que Trump ha jugado en la normalización de relaciones entre Rabat y Tel-Aviv, anunciado el 10 de diciembre. Fiel a su estilo transaccional, Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio de que el reino alauí estableciese relaciones con Israel. 

A primera vista, tal decisión tiene su simbolismo. En lo que respecta a la relación de EEUU con Oriente Medio, esta decisión confirma el cambio de tendencia de los países de la región que reconocieron a Israel a lo largo de este año, rompiendo décadas de consenso sobre el estatus de Israel. Respecto al Sáhara, enfrascado en una reciente subida de tensión entre Marruecos y el Polisario, el espaldarazo americano a Rabat refuerza a Marruecos, que ve cómo sus tesis respecto a su soberanía sobre el Sáhara Occidental son gradualmente aceptadas por la comunidad internacional; cabe destacar especialmente la intención de Washington de abrir un Consulado en Dajla. 

No obstante, si uno analiza el historial de relaciones marroquíes-israelíes, la privilegiada relación que Marruecos ha tenido con Occidente (facilitada por su proximidad geográfica a Europa) y los esfuerzos llevados a cabo por Rabat desde 2016 para expandir su política exterior en el continente africano, descubrimos que el último gesto de Trump ha reforzado unas tendencias ya existentes. 

A pesar de formar parte de la Liga Árabe y ser cultural y geográficamente parte del Mundo Árabe, Marruecos es uno de los pocos países de la zona que presume de tener buenas relaciones con Occidente, especialmente con Francia- la antigua potencia colonial- y Estados Unidos. De hecho, y al contrario que la vecina Argelia, Marruecos es visto como uno de los aliados más fieles de Washington en la región. 

El rey de Marruecos, Mohamed VI

Como resultado, Rabat tiene carta libre para jugar en los dos campos, defendiendo causas como la Palestina y siendo leal a París y a Washington, a pesar de los tradicionales roces entre Occidente y Oriente Medio respecto a Palestina, el precio del petróleo y la Unidad Árabe. 

Esta posición de comodín se ve en los vínculos que unen a Rabat y a Tel-Aviv, los cuáles facilitaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas. 

Culturalmente, Marruecos es uno de los pocos países del mundo árabe con su propia comunidad judía. Esta comunidad también está presente en Israel. De hecho, forman la mayoría de lo que en Israel son los judíos mizrají, aquellos originarios del norte de África y Oriente Medio. Este grupo es uno de los pilares del Likud, el partido de Netanyahu, con lo que el restablecimiento de relaciones entre ambos países puede ayudarle si vuelve a haber elecciones en Israel.

En el plano de las sombras (servicios secretos), ambos países han cooperado. Fue el Mossad quién alertó sobre la conspiración de Mehdi Ben Barka en 1965, y -según rumores- facilitó su desaparición en Francia. Marruecos también facilitó que el Mossad grabara las reuniones de la Liga Árabe antes de la Guerra de los Seis Días en 1967. Diez años más tarde, los primeros contactos entre israelíes y egipcios que dieron lugar a Camp David ocurrieron en Marruecos. Finalmente, ambos países abrieron oficinas de enlace después de los acuerdos de Oslo, aunque cerraron en 2000 tras el estallido de la Segunda Intifada. 

Es por ello que, más que una novedad, vemos que Trump ha facilitado una relación que se desarrollaba en la sombra y cómo los vínculos culturales y políticos entre Rabat y Tel-Aviv reforzaban esta relación. 

Respecto al Sáhara, el reconocimiento de Trump a la soberanía marroquí refuerza una tendencia que empezó en 2016. Ese año, Marruecos volvió a la UA (Unidad Africana) de la cual se había retirado en 1984 por su reconocimiento al Polisario. Desde entonces han aumentado los países del continente que han reconocido la soberanía marroquí, como testifica la apertura de Consulados en El Aaiún y Dajla. 

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu

Sorprende la tardía y tibia reacción de Argelia, principal apoyo del Polisario. Con el país enfrascado en una transición que no satisface la voluntad popular y su presidente afectado por la COVID, la comparecencia de Abdelmadjid Tebboune el 13 de diciembre desde Alemania, donde describió la acción de Trump como “una maniobra contra Argelia”, evidenció, por su delicado estado de salud, la fragilidad de Argelia en contraposición a la fuerza de Rabat. Esta debilidad es también la del Polisario, que ve una vez más como la causa por la independencia saharaui es debilitada internacionalmente. 

En conclusión, aunque a primera vista el restablecimiento de relaciones entre Rabat e Israel, con el beneplácito de Trump, sea novedoso, especialmente el reconocimiento norteamericano de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, lo cierto es que Trump ha oficializado dos hechos ya existentes. 

Marruecos por su posición geográfica y buenas relaciones con Occidente ha sabido jugar sus cartas para conseguir apoyar causas árabes sin descuidar sus relaciones con Occidente. Esto se ve en la relación semioficial que mantenía con Israel, reforzada por vínculos culturales y políticos, especialmente en cooperación en inteligencia, y su rol como mediador entre Israel y el mundo árabe. 

El reconocimiento estadounidense a las tesis marroquíes del Sáhara es una tendencia que ya llevaba ocurriendo desde que Marruecos volvió a la UA en 2016. Desde entonces, son varios los países africanos que han abierto Consulados en el Sáhara, reconociendo de facto el control marroquí de la zona. Que Washington sea el primer país occidental en reconocer las tesis marroquíes sólo es novedoso por el hecho de ser el primer país de Occidente en hacerlo. 

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