La periodista y analista internacional pasó por los micrófonos de “De cara al mundo” para analizar la situación en Oriente Medio tras la visita de Joe Biden a la región

Marta González: “La estabilidad de Oriente Próximo no depende de la actuación de Estados Unidos”

Marta González, periodista y analista internacional

En la última entrega de “De cara al mundo”, en Onda Madrid, contamos con la participación de Marta González, periodista y analista internacional, quien analizó la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Oriente Próximo y los movimientos políticos que se han producido.

¿Qué valoración podemos hacer de la visita de Joe Biden a Oriente Próximo?

Todavía es pronto y me atrevería a decir que lo importante no es lo que se ha publicado ni tampoco lo que estaba en la agenda visible de Joe Biden, sino lo que no estaba en la agenda visible. De hecho, es la primera vez que un presidente de Estados Unidos tarda tanto tiempo en visitar la región y dos socios estratégicos, pero ahora podemos ahondar en por qué ha tardado 18 meses en visitar esa zona considerada estratégica. En segundo lugar, es la primera vez que un presidente va con una agenda abierta y mucho más flexible de lo que han ido los dirigentes anteriores. Por empezar el análisis creo que el resultado de la visita del presidente de EE. UU. se traduce en un titular y es que la estabilidad de la región no depende de la actuación de los Estados Unidos, se le escucha y se le tiene en cuenta o no en función de las necesidades de los socios y de las nuevas alianzas que están surgiendo en la región. En tercer lugar, se ha puesto de manifiesto que en la región hay una visión sobre que Estados Unidos sigue sin ser un aliado fiable, en el caso de Arabia Saudí parece que la visita giró en torno a cerrar las heridas que las acusaciones de Biden contra el príncipe heredero como el instigador del asesinato a un periodista y las denuncias por faltas de derechos humanos en Arabia Saudí generaron, produciendo ese distanciamiento en las relaciones bilaterales. En consecuencia, también han agudizado sobre todo ese sentido de autonomía estratégica respecto de Estados Unidos, no solamente en Arabia Saudí, sino en todos los países del Golfo incluido Israel.

No es fácil recuperar la confianza cuando Estados Unidos consigue la autonomía energética gracias al “fracking” y esa zona del mundo deja de ser tan estratégica para Washington y gira hacia el sureste asiático. A su vez, Oriente Próximo sigue siendo una región clave en la que han sucedido cosas realmente importantes como los Acuerdos de Abraham, donde el entendimiento entre árabes e israelíes cambia totalmente la situación.

Oriente Medio es un nuevo Oriente Medio, los Acuerdos de Abraham ponen fin a todo ese procedimiento abierto en Oslo hace 30 años con la cumbre de Madrid de 1991 y abre una nueva dimensión en las relaciones entre el mundo árabe e Israel, que separa de la ecuación a la causa Palestina y queda relegada como un asunto de seguridad interna nacional israelí. Eso no quita para que el presidente Biden haya hecho una mención y una aportación económica a los fondos de la Autoridad Palestina a través de organizaciones sociales y sanitarias como es el caso de una red de hospitales en Jerusalén. Es verdad que Biden tiene que hacer un guiño a sus socios de Gobierno y a la parte más radical del Partido Demócrata y la causa palestina no puede estar fuera del discurso de los demócratas. Si hay un antes y un después en la consideración de la respuesta que ha dado Biden respecto de la causa palestina, donde ha dejado muy claro que Jerusalén sigue siendo la capital de Israel, se ha reunido con el presidente de la Autoridad Palestina en Belén, eso es importante también porque es otro gesto que le separa de la capital administrativa de la Autoridad Palestina. Además, ha mencionado la gestión de la corrupción señalando que habría que ponerse las pilas porque el asunto es serio y con el tema del apoyo al sionismo es una clara vuelta a los valores y a la relación bilateral que siempre ha tenido Israel con EE. UU. como ese foco de principios, de valores compartidos y de Estados que comparten un destino manifiesto.

Marta González, periodista y analista internacional

¿Biden ha podido contribuir a un acercamiento para que los Acuerdos de Abraham, que ya están poniendo en valor las relaciones entre EAU, Bahréin, Qatar y Marruecos con Israel, cuenten también para Arabia Saudí?

Este nuevo Oriente Medio no nace de la noche a la mañana, lleva más de una década, es verdad que los Acuerdos de Abraham han sido la catapulta a un proceso que empezó hace 20 años. Te puedo asegurar que, en 2006, 2008 y 2011 había árabes del Golfo paseando tranquilamente por Jerusalén y visitando Tel Aviv a título personal. Esas relaciones han tenido dos ejes, el miedo a la amenaza iraní, Irán no solamente amenaza a la región por su expansión de la revolución, sino también por una concepción del potencial nuclear que es agresivo, sino también porque los lazos de la revolución están expandiéndose de forma muy activa en América Latina, también tiene lazos en Europa, aunque no los veamos, pero los tiene, y está penetrando con mucha fuerza en África. El miedo al radicalismo islámico, al yihadismo y la amenaza iraní nuclear, pero también balística, fue un paso importante. Ahora hay una nueva generación, sobre todo en el Golfo, que está harta de ver cómo Israel a pesar de toda la propaganda es un país que prospera y que tiene minorías étnicas en su país que son ciudadanos, y el concepto de ciudadanía es importante en Oriente Medio.

El cambio generacional es un paso importante para avanzar en términos de sociedad...

Hablamos de una zona donde la identidad y el nacionalismo no siempre están unidos a la cuestión de la ciudadanía, lo vemos en Siria, en el Líbano y en menos medida en los países del Golfo, y lo vemos en todo Oriente Medio. Las primaveras árabes rompieron con todo ese equilibrio desequilibrado que había en Oriente Medio. Hoy en día, hay una nueva generación donde el 60% de la población tiene menos de 30 años, y es una población digital, pero esto también ocurre en Irán, donde hay un cambio sustancial, también en la mentalidad de Emiratos Árabes, que estos días, durante la celebración de la cumbre del Neguev, ha dejado claro que Irán no es el problema, sino el régimen agresivo de los ayatolás. En Israel hay también una relación con Irán, su pueblo y su cultura, muy favorable y creo que si Trump hubiese continuado con su mandato probablemente se hubiese visto mucho más cerca un acercamiento entre Arabia Saudí y el resto de los países y un calentamiento de las relaciones con Irán. Eso no ha sido posible y ahora creo que Arabia Saudí necesita su tiempo y eso dependerá de la salud, de natalidad y de vida, porque no se puede pasar del siglo séptimo al siglo veintiuno de la noche a la mañana.

Hay cosas que todavía necesitan tiempo.

Efectivamente, hay cuestiones que todavía se tienen que limar. El príncipe Bin Salmán ha dado pasos muy significativos en la modernización de su sociedad, escuchando a las nuevas generaciones y desvinculándose poco a poco del consejo de los ulemas, los que dictan la teología del régimen, es decir la política y la Casa Real están vinculadas al ideario teológico wadi donde desvincularse lleva su tiempo. El rey Salmán tiene 86 años, por cuestiones de vida le queda poco tiempo, siendo optimistas una década, en 10 años Arabia Saudí puede hacer el cambio necesario y todo el Golfo y Oriente Medio pueden dar pasos significativos si les dan tiempo y si les entienden qué es lo que las sociedades árabes, cuando lees la prensa de los países del Golfo, le están pidiendo a Occidente y a Estados Unidos. Su reivindicación es tener tiempo, tratarnos como a iguales y pensar que nuestras necesidades de seguridad pasan por entender que Irán es un activo que nos hace daño a toda la región.

En Atalayar podemos leer artículos de personas iraníes contrarios al régimen y lo que es cierto es que dentro de Irán hay numerosas protestas por las precarias situaciones de vida, siendo un país productor de petróleo. El régimen de los ayatolás con sus acercamientos a Emiratos o a Arabia Saudí demuestra que se siente muy poco seguro.

Se siente poco seguro, pero eso es algo peligroso.

Muchísimo porque tiene Hizbulá en el Líbano, Hamás en Gaza, sus bases en Siria, dentro de su política expansionista y efectivamente sigue siendo muy peligroso.

Sobre todo, que estamos en el territorio de las guerras híbridas. Hace apenas una semana se ha producido el intento, que no deja de ser un sondeo, de enviar drones iraníes a Karish. Todo ello, sobrevolando los pozos petrolíferos y la plataforma gasística de Israel que linda con las aguas territoriales del Líbano.

Es que también se los quieren vender a Rusia para que los empleen en la guerra de Ucrania.

Claro, y ahí hay un conflicto marítimo importante porque no se habla, pero desde hace tiempo hay conversaciones que están siendo boicoteadas por Hizbulá, más bien de Irán a través de Hizbulá, con Líbano. De hecho, Líbano pudo haber establecido relaciones diplomáticas con Israel en el año 98, ese año fue la primera vez que se estuvo muy cerca de firmar un acuerdo de paz con el Líbano que era simplemente ubicar a Hizbulá dentro de la estructura de Estado del Líbano y separarlo de Irán. 

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