Mohamed VI apuesta por un 'nuevo desarrollo' basado en la justicia social y la juventud

Paco Soto

Pie de foto: El Rey de Marruecos, Mohamed VI, moderno y distendido, charlando con jóvenes de clase alta de su país.

La situación política, social y económica no es muy buena en Marruecos, como afirman algunos medios oficialistas que confunden el periodismo con la propaganda. El país magrebí, ciertamente, ha mejorado económica y democráticamente en los últimos años, pero la acumulación de problemas es importante. El soberano criticó duramente el majzén y sus representantes políticos y estatales más impresentables.

El verano y otoño pasados, Mohamed VI aprovechó varios foros oficiales (Fiesta del Trono, apertura del año parlamentario,,,) para pedir a políticos y funcionarios que se pusieran a trabajar seriamente por el bien del país. ¿Por qué lo hizo? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Quizá porque se dio cuenta que los marroquíes están cansados de tantos problemas y de tener que emigrar, y esperan del jefe del Estado una actitud de valentía y capacidad para limpiar el país de explotadores, ladrones, corruptos y oportunistas, y cambiar la administración de arriba abajo. Otros analistas más severos piensan que el Rey hizo gala de demagogo y criticó los males del majzén dentro de este sistema y para no cambiar nada. El futuro nos lo dirá.

Nuevas orientaciones socioeconómicas

EL Rey Mohamed VI explicó esta semana las grandes orientaciones de la nueva visión global en lo económico y social en el marco de un contexto político sólido y democrático. Y puso de relieve que no habrá bienestar para millones de marroquíes si los empresarios, los financieros y el Estado defienden las inversiones en las regiones más deprimidas- “O acabamos con las considerables disparidades regionales o Marruecos no saldrá del subdesarrollo, salvo quizá tres o cuatros regiones”, recalca un periodistas del diario económico ‘L´Economiste’. “La crisis del Rif demuestra la gravedad de la situación, o Marruecos cambia radicalmente de política económica y social o esto puede acabar muy mal. El descontento podría estar capitalizado por los islamistas, pero no por el institucional PJD, sino por islamistas más radicales y fanáticos, que en bastantes casos se han aliado con la ultraizquierda, que todavía no se ha dado cuenta que hace tiempo que cayó el Muro de Berlín”, señala el sociólogo Larbi Ben Malek.

Pie de foto: Niñas marroquíes en la escuela de una aldea rural pobre del país.

La buena voluntad del monarca

Una vez más, hay ciudadanos que creen en la buena voluntad y las ganas del Rey de transformar Marruecos en un país desarrollado, con clase media consolidada, menos injusticias y corrupción y capaz de competir en el mundo con productos de desarrollo tecnológico medio en una primera etapa, El monarca ya declaró hace unos meses que el turismo es una fuente de riqueza importante pero no puede ser la única, y defendió una economía más productiva, competitiva y diversificada. Para el Rey, los jóvenes, en un país donde el paro juvenil urbano llega al 40%, son un colectivo fundamental para el despegue de Marruecos.

Abandonarlos a su suerte es condenarlos a la pobreza estructural, la contestación social permanente, la inmigración irregular, la delincuencia, o lo peor de todo: el terrorismo yihadista. El monarca lo sabe porque sus conejeros están volcados en estos problemas e informan a menudo a Mohamed VI. Marruecos no es un hecho diferencial en el Magreb y el mundo árabe, una de las muchas mentiras que difundió el Rey Hasan II con el apoyo de Occidente, sobre todo de París y Washington. Desde que llegó al Trono, en 1999, Mohamed VI impulsó una política de grandes obras públicas, sobre todo carreteras, autopistas, AVE marroquí, erradicación parcial del chabolismo y construcción de barrios populares y de clase media baja, mejora de los equipamientos.

Es una realidad positiva pero insuficiente para millones de ciudadanos, Y en las zonas rurales más pobres, ese crecimiento económico y mejora social apenas han llegado. “Es un problema político que el Rey tiene que afrontar, porque el descontento va en aumento, y no se puede matar a centenares de personas en una revuelta. Es lo que hacía. Hasan II. Mohamed VI ha renunciado a esta vía. Cuestión de imagen y credibilidad en el mundo”, opina el politólogo Ahmed Alaoui.

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