La guerra de Ucrania sirve de acicate para buscar solución a otros conflictos

Multilateralismo en el Fórum de Doha

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“Cuando me subí al avión en Polonia camino de Doha, me sirvieron la comida y en ese momento me permití llorar por primera vez desde que empezó la guerra”. La confesión de la viceministra de Exteriores ucraniana Emine Dzhaparova contagiaba de dolor y solidaridad a los participantes en el Foro de Doha que en su vigésima edición se abrió precisamente, tras las palabras del Emir, con una conexión en director con el presidente Zelenski. Otra oportunidad, en un foro destacado, para buscar aliados en el mundo. El multilateralismo propiciado en este encuentro que ha reunido a dos centenares de líderes mundiales- desde el presidente de la Asamblea general de la ONU a Bill Gates –es la receta para buscar una solución pacífica no solo a Ucrania sino a otros conflictos lastrados. Junto a Borrell, el participante español más destacado fue Miguel Ángel Moratinos, que desde su posición en Naciones Unidas abogó por que los conflictos no eclipsen la agenda mundial sobre soluciones al cambio climático, migraciones, la pandemia, etc., que no son alcanzables en un mundo sin paz.

El miedo a la guerra ruso-ucraniana y sus extensas repercusiones se ha convertido en un catalizador para buscar soluciones a otros conflictos enquistados desde hace tiempo. Sin duda la tragedia que vive Europa está siendo un acicate para buscar vías de salida a otros problemas enquistados. Si en el último foro antes de la pandemia la noticia era el acorralamiento contra Qatar por parte de los saudíes y otros emiratos, en esta edición vimos sentados, codo con codo, en el panel de la sesión inaugural a los ministros de Exteriores saudí y qatarí. También hacían noticia iraníes y norteamericanos, antes enemigos irreductibles, y ahora participando en la misma mesa de diálogo. El viceministro iraní de Exteriores Mohammed Hassan Sheikholeslami y la congresista californiana Jane Harman ponían notas de esperanza en que el diálogo fructifique por fin. 

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Sin duda, Qatar, por poder energético y por capacidad de interlocución, puede alumbrar algunas salidas a conflictos enquistados como el de Yemen o el de Irán, sin olvidar a los palestinos, Libia, Afganistán y la gran urgencia de detener la carnicería en Ucrania. En concreto Turquía, gran aliado qatarí, tuvo una presencia muy destacada en el foro, que ha desembocado en sus convocatorias para el dialogo en la guerra ruso-ucraniana. 

Sentó el tono el emir de Qatar llamado “al uso responsable de los combustibles”, y avisando de que nos encontramos ante una crisis que genera “peligros de no retorno”. Qatar sufrió la amenaza a su integridad territorial, como Estado pequeño, pero energéticamente poderoso, en la reciente crisis en la zona, que ha podido sortearse con una actuación basada en su seguridad, pero con templanza y recurriendo a los buenos oficios de mediación de Turquía o Estados Unidos que han devuelvo la tranquilidad a la región. Qatar y Arabia Saudí han cesado en su hostilidad, se visitan y se hablan. Ahora el énfasis regional está en conseguir una salida al bloqueo que sufre Irán, intentando que se llegue a un acuerdo con Washington. Esa salida, en el tema nuclear y las sanciones económicas actuales, podría influir positivamente en otras zonas calientes como Siria.  No olvidó Zelenski en su alocución vía internet decir que “Mariúpol es como Siria”. Destrucción total de áreas urbanas, sin miramientos ni concesiones humanitarias. Y pidió que la guerra acabe y “no empañe las próximas celebraciones del mes del Ramadán”. No olvidaron los representantes de Estados Unidos en alabar la ayuda de Qatar en la salida de las tropas norteamericanas de Afganistán. Sin duda una liberación táctica, para la liberación de tropas y armamento cuando el escenario bélico se ha trasladado a Europa. 

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También destacó la voz europea de Josep Borrell en la sesión inaugural señalando que no estamos “ante un problema europeo, ni siquiera occidental en la guerra de Ucrania, sino ante un asunto de alcance mundial. Necesitamos más imperio de la ley y más equilibrio de poder. El mundo entero está en peligro”.  Putin en su macabra huida hacia delante ha sacado a relucir el arma nuclear, pero no es la única bomba ni el único miedo:  por debajo de la misma están las crisis de la falta de alimentos, la dislocación de personas que huyen, migraciones desde Siria Ucrania, y siempre de fondo la cuestión energética.

Las miradas se vuelven de nuevo hacia Irán y a Qatar en busca de soluciones a la dependencia energética de Rusia. Sin duda que la diplomacia norteamericana y europea buscan salidas, y el diálogo antes impensable con Caracas o Teherán va en esa dirección, Incluso con Argelia. La buena voluntad existe en el caso de Qatar, aunque como reconocía nuestra embajadora en Doha, Belén Alfaro, buena conocedora sobre el terreno, la mayoría de los contratos ya firmados son a largo plazo y apenas hay reservas disponibles para incrementar el flujo de gas. La pandemia ralentizó las extracciones. Ahora quieren acelerarse en base a las peticiones europeos. El gas qatarí, que cubre una parte del consumo español, viaja preferentemente a Corea del Sur, a China y Japón.  Un incremento está en camino, aunque no será tan rápido como se quisiera, y como acaba de solicitar Alemania a Qatar para deshacer su excesiva dependencia energética del gigante ruso. Técnicas Reunidas por ejemplo tiene trabajo en Qatar para acelerar nuevas plantas de cara a la extracción y trasformación del gas.

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Esta reunión de Doha quería inicialmente hablar del cambio climático y del mundo sostenible al que debemos ir acercándonos. La guerra lo ha anegado todo. A veces hasta nubla el debate. Con energía y hablando claro, el alto representante de las Naciones Unidas para la Alianza de civilizaciones, el español Miguel Ángel Moratinos, reconocía que “si hay guerra y destrucción el resto de los debates quedan empañados” Uno de los pocos  participantes que ha asistido ya a la primera sesión del Foro de Doha hace 20 años ve como el debate ha cambiado de la amenaza terrorista tras el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York a la necesidad actual de diálogo en la diversidad, progreso en la batalla del cambio climático y diplomacia multilateral ante un eventual regreso a la política de las esferas de influencia. “Estamos de vuelta a una agenda donde lo que prima es la seguridad” Hace veinte años bajo la sombra del grave atentado en Nueva York, fue difícil ir creando una nueva agenda internacional sobre el cambio climático, la ayuda a los refugiados o incluso últimamente sobre las soluciones a la pandemia. Pero se consiguió. Ahora el temor es que esta guerra a la que debe darse una pronta solución diplomática eclipsa el resto de las cuestiones- debemos atarnos al multilateralismo real como salida a este y el resto de los conflictos, opina Moratinos.

Accidentalmente también se encontraba en Doha nuestro embajador ante las Naciones Unidas Agustín Santos para participar en otra conferencia sobre contraterrorismo, quedando claro que hay cuestiones que no se desvanecen, sino que las prioridades en el tablero internacional fluctúan, y que la de un conflicto en el corazón de Europa (con repercusiones militares, geográficas, energéticas, sanitarias, de migración, etc.) ocupa la mirada principal de todo el mundo. 

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Sin duda el panorama de alianzas estratégicas está en cambio. El multilateralismo toma más fuerza ante crisis que afectan sobremanera a países medianos y pequeños. El aviso frente a las políticas basadas en esferas de influencia es claro. La huida hacia adelante de Rusia en el camino despejado tras la Guerra Fría ha sorprendido a muchos, ha inquietado a algunos y está dejando un reguero de muertos en un país concreto al que se le niega su propia existencia. Las garantías de seguridad, soberanía e integridad territorial de los países se ha vuelto a poner en duda ante el zarpazo de la Rusia de Putin.  En Doha ya se han intuido algunas posibles vías de salida y nuevas alianzas ante este cambio a un mundo multipolar, en el que la energía es un elemento dominante para mantener la paz y la seguridad o para desestabilizarlas.

Hemos visto en Doha a 2.300 participantes, incluidos los doscientos panelistas, de 142 nacionalidades y 104 países, en más de cincuenta sesiones a lo largo de los dos intensos días de debates y conferencias. La joven premio Nobel Malala, Bill Gates, representantes de UNICEF y hasta Infantino de FIFA han pasado por los paneles, en una gran mezcla de sociedad civil, expertos y líderes políticos. Todos con un anhelo de paz, que no pudieron trasladar en vivo a representantes de Rusia, que brillaron por su ausencia. 

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Tuvo la palabra final el presidente de Kosovo, Vjosa Osmani, que habló precisamente sobre su experiencia en el multilateralismo como fórmula de solución al conflicto de los Balcanes, señalando que “con la historia en trasformación y nuevas alianzas desarrollándose, … el multilateralismo nunca ha sido más importante que ahora”.

Quizá en su avión de vuelta a su país en guerra, la viceministra ucraniana se fijase en las pantallas de Qatar Airlines que anunciaba el establecimiento de la nueva ruta aérea Doha-Odesa. Difícilmente llegarán ahora esos aviones y esos pasajeros al destino programado en tiempos mejores. El empeño futuro es que se mantenga, y entonces sabremos que habrá acabado la guerra y que Ucrania sigue siendo un país con salida al mar, y con libertad de movimiento por tierra, mar y aire.

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