Navantia, Fincantieri y Naval Group sellan su colaboración en la futura corbeta europea
El primer gran proyecto naval de la Unión Europea ya ha comenzado su singladura. Su nombre es Corbeta de Patrulla Europea o EPC (European Patrol Corvette) y su botadura sobre el papel ha tenido lugar en el salón Euronaval, que tiene lugar del 18 al 21 de octubre en París.
También denominada Corbeta de Patrulla Modular y Polivalente Europea o MMPC (Modular and Multirole Patrol Corvette), los máximos presidentes ejecutivos de los grandes astilleros nacionales de Italia (Fincantieri), Francia (Naval Group) y España (Navantia) se han coaligado para hacer realidad una familia de pequeños buques de guerra, sobre la base de aumentar su colaboración y obtener el máximo grado de sinergias industriales.
Lo que Pierroberto Folgiero (Fincantieri), Pierre Éric Pommelet (Naval Group) y Ricardo Domínguez (Navantia) acaban de acordar en París es un compromiso inicial para establecer un consorcio que, de manera cooperativa, defina las grandes configuraciones externas e internas de un mismo barco. De ese modo quieren conseguir dar forma a una plataforma a medio camino entre una corbeta y un patrullero oceánico que, con las menores modificaciones y costes posibles, cada uno de los astilleros pueda adaptar a las necesidades concretas de sus respectivas marinas de guerra.
El proyecto parte de la colaboración entre la Marine Nationale francesa, la Marina Militare italiana y la Armada española, cuyos marinos e ingenieros navales han pasado varios años inmersos en diferentes grupos de trabajo para concebir las líneas generales de un modelo de barco de guerra para los próximos 40 años.
El desarrollo de la nueva corbeta, al que se ha adherido la Marina militar griega, está bajo el marco de la Cooperación Estructurada Permanente ‒más conocida como PESCO‒, mecanismo establecido por Bruselas en 2017 para facilitar la colaboración plurinacional en programas de obtención de nuevos sistemas de armas.
En su faceta militar, el proyecto está coordinado por la Marina Militare italiana. En el plano industrial, la responsabilidad recae en Naviris, sociedad constituida a partes iguales entre Fincantieri y Naval Group. En julio, Naviris fue adjudicataria de 60 millones de euros del Fondo Europeo de Defensa para estudiar las líneas maestras del barco, cantidad que será distribuida entre el astillero español Navantia, el francés Naval Group, el italiano Fincantieri, seis empresas griegas, dos noruegas y una danesa.
¿En qué consiste exactamente el proyecto EPC? Lo que buscan los cuatro países asociados es desarrollar y construir un tipo de buque que pueda cumplir misiones de vigilancia y seguridad marítima en escenarios de baja intensidad, así como efectuar operaciones de asistencia humanitaria y de ayuda en casos de emergencias frente a desastres en tierra.
En los planos tecnológico y económico, los Gobiernos de Atenas, Madrid, París y Roma también quieren reforzar la soberanía europea en el ámbito militar, fortalecer la industria europea de defensa y evitar duplicidades de sus inversiones y gastos en sistemas de armas. Cuando el proyecto supere la fase industrial inicial en que ahora se encuentra, en total van a participar de forma directa 40 empresas de 12 naciones de la UE.
Las cuatro Marinas de guerra han acordado que será un buque monocasco de concepción modular, de unas 3.000 toneladas de desplazamiento máximo y una eslora de 110 metros. En popa dispondrá de una cubierta de vuelo y un hangar para alojar un helicóptero y de un espacio para desplegar y operar drones de ala fija o rotatoria. Y podrá alojar algo más de un centenar de personal, entre tripulación y técnicos de los medios aéreos. ¿El armamento y la tecnología a bordo? Misiles, cañones y equipos electrónicos a gusto de cada fuerza naval.
¿Para cuándo la corbeta europea será una realidad? Lo que ahora se inicia de manera oficial es la fase de estudio. Al tratarse de un proyecto de cooperación internacional, las expectativas que se contemplan son que el contrato de construcción de los primeros barcos se suscribirá en torno a mediados de la presente década y la entrega de la primera unidad de la serie hacia 2030.
Fuentes de la Armada han confirmado que la participación española en el proyecto EPC pretende “cubrir el hueco dejado por las seis corbetas de la clase Descubierta reconvertidas en patrulleros de altura”. De unas 1.500 toneladas de desplazamiento, solo el patrullero P-77 Infanta Cristina permanece operativo, aunque su retirada de servicio está programada para 2023.
Hace pocos días, el 9 de octubre, dijo adiós su gemelo ‒P-76 Infanta Elena‒, que acumulaba 43 años de vida marinera y que en su última navegación recaló en los puertos de Cádiz, Palma de Mallorca y Alicante para protagonizar varias jornadas de puertas abiertas.
La Armada también aspira que las corbetas europeas sustituyan a principios del próximo decenio a los cuatro patrulleros de 1.100 toneladas de desplazamiento de la clase Serviola, puestos en servicio entre 1991 y 1992 y que en la década de 2030 ya superarán los 30 años de actividad.
Por su parte, el interés de la Armada italiana pasa por sustituir sus cuatro pequeños patrulleros de altura de la clase Comandanti de principios de los años 2000 y renovar sus dos barcos de vigilancia costera, todos ellos con un desplazamiento del orden de las 1.500 toneladas.
El de la Marine Nationale francesa es reemplazar entre 2030 y 2034 sus seis fragatas de vigilancia de la clase Floreal de 3.000 toneladas de desplazamiento, que entraron en servicio entre 1990 y 1993 y son el principal instrumento con el que París ejerce la soberanía en sus territorios de Ultramar.
El caso de la Marina de Guerra de Grecia es diferente. Atenas quiere mantener un cierto grado de equilibrio militar con su vecina Turquía y pretende reemplazar sus nueve pequeños patrulleros, cuatro de la clase Laskos ‒que datan de los años 80‒ y cinco de la clase Kavaloudis, de la década anterior, todos ellos derivados de lanchas rápidas francesas.
