Pakistán busca recoser sus lazos con Estados Unidos

Pablo Rubio

Pie de foto: El primer ministro de Pakistán, Imran Khan, durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Bishkek, Kirguistán, el 14 de junio de 2019. SPUTNIK/ALEXI DRUZHININ via REUTERS

El Gobierno de Islamabad quiere poner un parche a sus relaciones con la Casa Blanca. A las tres de la tarde de este lunes 22, hora de Washington, D.C., está previsto que el presidente Trump reciba en el Despacho Oval a Imran Khan, primer ministro de Pakistán. Asuntos como la lucha contra el terrorismo y el proceso de paz en Afganistán marcarán, previsiblemente, el tono de la reunión. Se trata de la primera visita oficial de Khan a suelo estadounidense desde su toma de posesión en agosto del año pasado.

La representación paquistaní aterrizó en Washington, D.C., el pasado sábado. El jefe de gobierno llegó acompañado del general Qamar Javed Bajwa y del teniente general Faiz Hameed, director general de la ISI, el servicio de inteligencia del país. Los dos Ejecutivos han emitido sendos comunicados que anticipan el contenido de la reunión bilateral. La Casa Blanca ha enfatizado que el encuentro no será un monográfico sobre geopolítica y defensa, sino que habrá espacio para cuestiones relacionadas con la energía y el comercio. Imran Khan, por su parte, se centrará en presentar su agenda para un Nuevo Pakistán, que se estructura en torno a la lucha contra la corrupción, austeridad en los cargos públicos y una mejor gobernanza.

Khan ya ha tenido ocasión de asistir a diversos actos oficiales. El pasado domingo, se reunió con altos funcionarios del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, a quienes ha hecho partícipes de la complicada situación que atraviesa su país. Además, está previsto que mañana martes asista a una conferencia en el US Institute of Peace, donde se espera que exponga su visión para el país y sus relaciones con Estados Unidos. 

Pie de foto: Fotografia de archivo, muestra a combatientes talibanes afganos,en Bakwah, en la provincia occidental de Farah. AFP/JAVED TANVEER

Nexos deteriorados

Unas relaciones que, desde los años 90, han estado barnizadas con una capa de ambigüedad. Para EEUU, Pakistán ha sido un aliado, pero no del todo fiable, debido, precisamente, a la intensa actividad de diferentes grupos terroristas en el país asiático. Islamabad ha negado repetidamente que exista connivencia alguna con los Talibán o sus aliados, pero la impresión de ambigüedad ha persistido. 

Esta desconfianza se ha puesto de manifiesto recientemente. La tensión entre los dos países se ha incrementado notablemente, alimentada por las heterodoxas personalidades de los dirigentes de ambas potencias. El pasado mes de noviembre, Trump acusó en Twitter al Gobierno de Islamabad de no llevar a cabo medidas suficientes en materia de cooperación antiterrorista. Como consecuencia, decidió suspender las ayudas económicas que la Casa Blanca proporcionaba a Islamabad a tal efecto. En total, Pakistán ha dejado de recibir 300 millones de dólares; una cantidad que el país apenas puede permitirse rechazar. Asimismo, Pakistán ha sido incluido por Washington entre los países que no garantizan la seguridad de las minorías religiosas.

El Ejecutivo de Pakistán no permaneció callado. En respuesta al ataque de Trump, Khan, también vía Twitter, invitó a su homólogo a replantearse la eficacia y la eficiencia de las campañas militares estadounidenses en Afganistán. El diario británico The Guardian cita, además, como una fuente de animadversión la percepción de muchos paquistaníes hacia el propio Trump, a quien se cree, con frecuencia, un dirigente islamófobo.

Pie de foto: Shaheen II, misil balístico tierra-tierra, según Pakistán capaz de transportar armas convencionales y nucleares a un radio de acción de hasta 1.500 millas, durante un lanzamiento de entrenamiento en esta foto distribuida por Inter Services Public Relations (ISPR) el 23 de mayo de 2019. PHOTO: Relaciones Públicas Inter Services (ISPR)/Documento vía REUTERS

Estabilidad en Afganistán y la región

El proceso de paz en Afganistán, país vecino de Pakistán con una frontera sumamente porosa, aparece como una oportunidad para que las relaciones con EEUU se reconduzcan por unos cauces menos hostiles. Los acuerdos sin precedentes alcanzados recientemente en Doha entre los Talibán y el gobierno de Kabul representaron un progreso importante, pero dejaron sin resolver cuestiones clave para el futuro de Afganistán: ¿qué cotas de poder detentarán los Talibán? ¿Habrá elecciones democráticas? ¿Qué ocurrirá con los derechos de las mujeres?

Para despejar estas incógnitas, Pakistán ha manifestado su deseo de desempeñar el papel de mediador entre la administración estadounidense y los Talibán, posición que ya ha asumido anteriormente. En declaraciones a Al Jazeera, el analista de política exterior Hassan Akbar ha manifestado: “Hay margen para el crecimiento en una relación que ha estado lastrada por un déficit crónico de confianza. Es probable que Trump valore el papel que juega Pakistán en Afganistán”.

En materia de seguridad y defensa, es probable que Trump y Khan no se limiten a discutir el problema de Afganistán. La creciente influencia de Irán-que también limita con Afganistán- en la región está en la agenda de Washington y, por proximidad, afecta también a Pakistán. Asimismo, el conflicto con India relativo a la región de Cachemira es otro tema que no debe obviarse. A pesar de la reciente mejora de las relaciones bilaterales entre ambas potencias asiáticas -Pakistán ha reabierto su espacio aéreo al tráfico civil indio-, las tensiones latentes continúan existiendo. Con un arsenal nuclear a cada lado de la frontera, el riesgo que entrañaría una escalada bélica no se pierde de vista. En la región fronteriza, operan grupos armados como Laskhar-e-Taiba o Jaish-e-Mohammed. EEUU ha presionado reiteradamente a Islamabad para que tome medidas de calado contra estas organizaciones.

Como telón de fondo, la reunión se desarrolla en un contexto en el que Pakistán, poco ha poco, ha ido desplazándose hacia la órbita de influencia de China. Un ejemplo de ello es el proyecto de la nueva Ruta de la Seda, a través del cual Beijing pretende establecer conexiones ferroviarias con Oriente Próximo y, más adelante, con Europa. El territorio de Pakistán ofrece un importante corredor de comunicaciones para China. En contrapartida, Islamabad recibirá unas cuantiosas inversiones de las que tiene necesidad urgente.

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