El primer ministro paquistaní ha declarado que será “facilitador del diálogo”, debido a sus lazos “fraternales” con los dos países

Pakistán mediará entre Irán y Arabia Saudí: ¿qué hay en juego?

photo_camera PHOTO/PRESIDENCIA IRANÍ - El presidente iraní Hasan Rohaní y el primer ministro pakistaní Imran Khan asisten a una conferencia de prensa conjunta tras su reunión

“Creemos que las disputas se pueden resolver a través del diálogo”. Ese ha sido el mensaje que ha dejado el primer ministro paquistaní, Imran Khan en su visita a Teherán, donde se ha reunido con el mandatario Hasán Rohaní. “Los pueblos de la región, incluidos Afganistán y Siria, todavía sufren las consecuencias del terrorismo, por lo tanto, ningún nuevo conflicto debe comenzar en la región”, pues ello, ha señalado Khan, “será en detrimento de las naciones regionales y en beneficio de los extranjeros”, en referencia a la posibilidad de que estalle abiertamente un enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán. 

Pakistán ha presentado, de esta forma, su nuevo papel de mediador entre estas dos potencias -incluyendo a Estados Unidos-, envueltas en una tensión que se ha recrudecido de forma exponencial desde hace un mes, cuando drones presumiblemente iraníes atacaron las refinerías de la petrolera estatal Saudi Aramco, provocando el recorte del 5% de la producción mundial de crudo. Sin embargo, este anuncio no se puede considerar como nuevo, pues como explica The Diplomat, durante la Asamblea General de la ONU, “circularon informes de que funcionarios saudíes y estadounidenses pidieron al primer ministro de Pakistán que mediara entre la Administración Trump e Irán”. Algunos analistas como Nayanima Basu, de The Print, va más allá y establece en el año 1971 el primer esfuerzo de mediación paquistaní, si bien estos ganaron impulso bajo el liderazgo de Nawaz Sharif (2013-2017) y Pervez Musharraf (2001-2008).

Antes de la nación liderada por Imran Khan, quien prefiere autocalificarse como “facilitador del diálogo”, en lugar de mediador, otros países ya han trato de erigirse como mediadores explícitos en esta contienda. En primer lugar, fue el caso de Japón, con la reunión entre el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y Rohaní y el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, que se produjo en Teherán el 13 y 14 de junio; y el posterior encuentro entre Abe y el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, en Yokohama, el 28 de agosto. El segundo país que abogó por la distensión a través de la mediación ha sido Irak, pues su ministro de Exteriores, Mohammed al-Hakim, ofreció su ayuda para resolver las diferencias y, así, “ser mediadores”, durante una rueda de prensa conjunta en Bagdad con su homólogo iraní en el mes de junio. En la esfera europea, cabe destacar el rol desempeñado por Francia, fundamentalmente durante la cumbre del G7 celebrada en Biarritz, en la que el presidente galo, Emmanuel Macron, trató de organizar, sin éxito, una reunión entre el dirigente estadounidense, Donald Trump, y Hasán Rohaní. 

Los intereses de estos tres países en la mediación han quedado más o menos claros dependiendo del caso. Japón, por su parte, necesita el petróleo iraní, mientras que Irak aspira a relanzar la cooperación con Irán y mantener un frente unido contra cualquier injerencia extranjera en la región. Las pretensiones francesas pueden enfocarse a la ambición de Macron de erigirse como el nuevo líder europeo y dirigente de la política exterior comunitaria, ante la situación convulsa que se vive en Reino Unido con el Brexit y en Alemania con el ocaso de Ángela Merkel.

El ayatolá Ali Jamenei, a la derecha, se reúne con el primer ministro pakistaní Imran Khan, en el centro, con el presidente iraní Hassan Rouhani, en Teherán, Irán, el domingo 13 de octubre de 2019

Por lo tanto, ¿qué es lo que tiene en juego Pakistán al ofrecerse a esta contienda tan difícil y arriesgada a la vez? 

Relaciones Pakistán-Irán

En primer lugar, en cuanto a las relaciones Pakistán-Irán, cabe destacar la dimensión política: “La República Islámica de Irán siempre ha sido un vecino amigo de Pakistán y nos ha apoyado en tiempos difíciles”, ha declarado Khan en el marco de su visita a Teherán. Los vínculos entre los dos países se remontan al año 1947, cuando Teherán se convirtió en la primera nación en reconocer la independencia de Islamabad del Imperio Británico. Desde entonces, se han dado “relaciones fraternales” entre ambos, si bien es cierto que “ha habido escaramuzas en las fronteras y acusaciones de terrorismo transfronterizo […] así como un déficit de confianza tras la Guerra contra el Terror liderada por Estados Unidos, que acercó a Pakistán al gigante norteamericano”, como recoge el estudio ‘Understanding Pakistan’s Relationship with Iran’ de Middle East Policy Council.

En materia de cooperación, el informe destaca los lazos militares entre los dos países, significativos, sobre todo, desde la década de 1990. “Pakistán proporcionó tecnología nuclear a Irán, y las dos naciones produjeron conjuntamente tanques Al-Khalid”, concreta la publicación. “Las agencias de inteligencia y el aparato militar han impulsado tradicionalmente las relaciones”, expone el experto Adam Weinstein en War on Rocks, quien también destaca “el importante patrimonio cultural compartido que podría ayudar a Islamabad a mediar con Teherán”.

Un miembro del ejército pakistaní observa durante la apertura de un proyecto comercial en el puerto de Gwadar, a unos 700 km al oeste de Karachi

Los vínculos económicos entre los dos Estados son probablemente, los más reseñables. Uno de los proyectos que ha marcado la agenda comercial entre Pakistán e Irán en los últimos tiempos ha sido la construcción de un gasoducto común, conocido como el gasoducto “de Paz”, que se extenderá a lo largo de 2.775 kilómetros y que permitirá el suministro de gas natural a Pakistán procedente de Irán. La parte paquistaní del proyecto ha recibido numerosas presiones para que no se completase, sobre todo, por parte de Arabia Saudí, quien le ha propuesto al Ejecutivo de Imran Khan un plan alternativo, que incluye un préstamo económico y la instalación de una refinería petrolera.

El otro gran proyecto sobre la mesa de los dos países son las negociaciones para vincular el puerto iraní de Chabahar, situado en la provincia de Sistán, y Baluchistán, localizado al sudeste de Irán y fronterizo con Pakistán y Afganistán, con el puerto paquistaní de Gwadar, como ha explicado el analista Santiago Mondéjar en Atalayar. “Uno de los incentivos de Irán para promover esta triangulación es sentar las bases para capitalizar sus inversiones en el gasoducto que transcurre desde el yacimiento de gas natural de South Pars-North Dome, ubicado en el golfo Pérsico, hasta Pakistán”, detalla Mondéjar.

Puerto de Chabahar (Shahid Beheshti) durante la inauguración de la primera fase en la ciudad costera de Chabahar, en el sur de Irán
Relaciones Pakistán-Arabia Saudí

Los vínculos, que se remontan a la década de los años 50 del siglo pasado -al igual que sucede en el caso de Irán- han sido detallados por la experta Madiha Afzal, de Brookings, de la siguiente forma: “Pakistán y Arabia Saudí han tenido una estrecha relación a lo largo de las décadas, durante los regímenes militar y civil de Pakistán. Arabia Saudí ha ofrecido generosa ayuda económica a Pakistán, y los dos países han cooperado en asuntos de defensa”. 

La relación acogió un nuevo impulso en el mes de agosto, cuando el medio local Radio Pakistan, citando al primer ministro, Imran Khan, publicó que “la máxima prioridad de Pakistán es fortalecer las relaciones con el Reino”. A través de una llamada telefónica recogida por Arab News, “los dos líderes reafirmaron la cercanía de los lazos entre Pakistán y Arabia Saudí y reiteraron su determinación compartida de forjar una asociación más fuerte que cubra todos los aspectos de las relaciones bilaterales entre sus dos países”. 

La buena sintonía reinante ha quedado materializada en el ámbito económico. En febrero de este año, coincidiendo con la celebración de una cumbre bilateral entre Khan y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, se firmaron memorándums de entendimiento por valor de 20.000 millones de dólares. En 2018, Arabia Saudí le otorgó a Pakistán con 3.000 millones de dólares para apoyar su reserva de divisas y, además, le dotó con otros 3.000 millones de dólares en concepto de pagos diferidos de importación de petróleo. Cabe destacar, en este punto, que el Reino se configura como la principal fuente de crudo de Pakistán.

El primer ministro pakistaní, Imran Khan, se reúne con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, en el Palacio Al-Salam

Otros datos que ilustran la bonanza en las relaciones son que, actualmente, 2,5, millones de paquistaníes trabajan en Arabia Saudí y su volumen de intercambio comercial alcanza los 451 millones de dólares -solo en bienes importados y exportados-, de acuerdo con datos de Naciones Unidas fechados en 2016. De dicho total, 390 millones corresponden a las exportaciones iraníes con destino el Reino, mientras que los 61 restantes proceden de las exportaciones saudíes destinadas a Pakistán.

La cooperación también ha alcanzado la esfera militar. De acuerdo con Weinstein, “existe una percepción generalizada en Estados Unidos y entre los analistas occidentales de que Arabia Saudí proporcionó fondos para el programa nuclear de Pakistán a cambio de una garantía nuclear”. El diplomático saudí Muhammad Khilewi, citado por el informe ‘Pakistan’s Approach to Navigating the Saudi-Iranian Split’ del United States Institute of Peace, explica que “los dos países han alcanzado un entendimiento donde Pakistán se compromete a proveer a Arabia Saudí de armas nucleares en un futuro si fuera necesario”.

De este modo, y teniendo en consideración la situación convulsa en Oriente Medio, el analista del Centro Woodrow Wilson de Washington, Michael Kugelman, asegura que “Pakistán permanece sólidamente aliado con Arabia Saudí, independientemente del alcance de Teherán”.

Con este escenario, la labor de mediación -facilitación del diálogo- emprendida por Khan podría tener éxito: “Pakistán es hábil para equilibrar sus relaciones entre Irán y Arabia Saudí, y si bien su relación con este último es más fuerte, aún se las arregla para ‘liberarse’ de tener que elegir abiertamente lados en la disputa entre los dos”, concluye Madiha Afzal.

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