Pakistán atraviesa un otoño económico en bancarrota
Pakistán vive un otoño convulso marcado por los desastres naturales y una reacción adversa de la opinión pública hacia sus líderes, incapaces de solventar los graves problemas económicos por los que atraviesa el país.
Las inundaciones que asolan el país llegan en un momento en el que la economía de Pakistán se encuentra en una situación absolutamente precaria con una inflación superior al 20% y la depreciación de su moneda local, la rupia.
En este contexto, según los analistas, es posible que Pakistán eleve su tasa de pobreza entre 2,5 y 4 puntos porcentuales, según un informe de Banco Mundial publicado en el mes de octubre. Es decir, cerca del 20% de sus 220 millones de habitantes ya se encuentran por debajo del umbral de la pobreza.
Ahsan Iqbal, ministro de Planificación de Pakistán, que se encuentra al frente de la reconstrucción y rehabilitación de las inundaciones, afirmó esta semana en la Asamblea Nacional del país que Pakistán tiene previsto acoger una conferencia internacional de donantes una vez se haya concluido la evaluación de los daños estimados. En este marco, tanto Francia como Naciones Unidas se ofrecieron a celebrar una conferencia de donantes para generar fondos para Pakstán, que se encuentra entre las naciones más vulnerables al clima.
No obstante, Uzair Younus, director de la Iniciativa para Pakistán del Centro de Asia Meridional del Consejo Atlántico afirmó que los indicadores macroeconómicos de Pakistán supondrán un reto para que el gobierno consiga fondos adicionales.
Precisamente, la incapacidad del país para generar fondos podría conducir al giro de Pakistán hacia China, rival de Estados Unidos y es que, la deuda externa de Pakistán supera los 130.000 millones de dólares, es decir 132.869 millones de euros de los cuales unos 30.662 millones de euros se deberían a China, que también ha realizado importantes inversiones en Pakistán en el marco de su iniciativa “Belt and Road”.
A esta problemática se suman las discrepancias entre la opinión pública y la Comisión Electoral de Pakistán (ECP), que en una decisión unánime ha declarado a Imran Khan, ex primer ministro del país, culpable de “prácticas corruptas” y lo ha inhabilitado para ser miembro del Parlamento. El partido al que pertenece Khan, Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), ha llamado desde el pasado viernes a sus partidarios a tomar las calles.
Según afirma Al Jazeera, “el caso contra Khan fue presentado en agosto por un miembro de la Liga Musulmana de Pakistán Nawaz (PMLN), alegando que el ex primer ministro había comprado junto a su esposa, Bushra Bibi regalos de dignatarios extranjeros - hasta 58 cajas- en el depósito de regalos del Estado y después los vendieron en el mercado a precios rebajados, sin embargo, no reveló los activos en las declaraciones presentadas a la comisión.
Khan, que fue destituido de su cargo mediante una moción de censura parlamentaria, ha señalado a su jefe, Sikandar Sultan Raja, de tener prejuicios contra él y su partido. Tras la destitución de su gobierno, Khan ha celebrado mítines por todo el país, exigiendo la celebración de elecciones anticipadas ganándose el favor el pueblo.
Tal y como señala el analista Hasnaat Malik a Al Jazeera, “el ECP en el veredicto ha enviado el caso a un tribunal de primera instancia. Sin embargo, si Khan es declarado culpable de prácticas corruptas en el tribunal, podría ser encarcelado por un máximo de tres años”. Esto supondría que Pakistán podría enfrentarse ante un panorama potencialmente problemático en el ámbito social, esperándose que se eleve la intensidad de las revueltas que ya se están produciendo por todo el país.
