Papa Francisco: “No se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”

Por Jean-Claude Dufour


Foto: El Papa Francisco a su  llegada a la sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo/Reuters.
La famosa frase de Jesús: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, según algunos teólogos y estudiosos del cristianismo, ha sido manipulada por ignorancia o mala voluntad, porque esas palabras no significan que la fe y el Evangelio no tengan nada que ver con los problemas sociales y políticos del mundo. Al revés, sin conexión con el mundo real, la fe se convierte en una espiritualidad vacía de contenido. El Papa Francisco, que desde que llegó al Vaticano ha removido conciencias y ha arremetido contra el poder, el lujo y el dinero de la curia romana y otros estamentos católicos, no le gusta callarse ante la injusticia social y la barbarie política. Lo ha demostrado muchas veces. Y este martes recordó en la sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, que el jefe de la Iglesia católica es también una personalidad influyente que tiene ideas políticas y sociales y las expresa públicamente. Durante un discurso institucional ante la Eurocámara, el Papa Francisco dejó muy clara su postura ante el drama de la inmigración irregular de África a la Vieja Europa rica pero en crisis. “No se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”, declaró el Sumo Pontífice.  Agregó: “En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda. La ausencia de un apoyo recíproco dentro de la UE corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes, favoreciendo el trabajo esclavo y las continuas tensiones sociales”. El Papa exhortó a los eurodiputados a “trabajar para que Europa redescubra su alma buena”, porque es la única manera de  “favorecer las políticas y el empleo” y, sobre todo, de  “darle dignidad” al ser humano. En este sentido,  el Pontífice consideró  que “ha llegado la hora de construir juntos una Europa que no gire en torno a la economía” y se aleje del egoísmo y la  “opulencia insostenible y a menudo indiferente respecto al mundo circundante y, sobre todo, a los más pobres”. Frente a los graves problemas del mundo y de Europa, el Papa planteó a los legisladores la necesidad de  “actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos” y de “adoptar políticas correctas, valientes y concretas” que ayuden a los países de origen “en su desarrollo sociopolítico y a la superación de los conflictos internos”; en lugar de “políticas de interés, que aumentan y alimentan esos conflictos”.

Duras críticas a los gobernantes
En su mensaje, el jefe de la Iglesia de Roma se atrevió a criticar con dureza a los Estados de la UE y a sus representantes. Su discurso fue social, económico pero también político. Por eso mismo, pidió  a los europarlamentarios que trabajen  por una Europa más fuerte, más unida y menos individualista y que sea capaz  de recuperar valores perdidos u olvidados, como la solidaridad o la justicia social. A Europa, “los grandes ideales que la inspiraron parecen haber perdido fuerza de atracción en favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones”, advirtió el Papa. En la misma línea, recalcó que “una Unión más amplia y más influyente parece ir acompañada de la imagen de una Europa un poco envejecida y reducida, que tiende a sentirse menos protagonista”. El Papa fue duro y contundente con la clase política. “No se puede tolerar que millones de personas mueran de hambre mientras toneladas de alimentos se desechan cada día en nuestras mesas”, recalcó el Pontífice. Además, lamentó que “existe hoy la tendencia hacia una reivindicación siempre más amplia de los derechos individuales que esconde una concepción de persona humana desligada de todo contexto social y antropológico, como una 'mónada' cada vez más insensible a las otras mónadas de su alrededor”. En su opinión, esta situación provoca “que una de las enfermedades más extendidas hoy en Europa sea la de la soledad”, que se ve “particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, como también los jóvenes sin puntos de referencia y oportunidades para el futuro”, así como “en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido en busca de un futuro mejor”. En su visita al Parlamento de Estrasburgo, el Papa estuvo acompañado por el presidente de la Eurocámara,  Martin Schulz. Tuvo la ocasión de saludar a las principales autoridades europeas, como el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
 

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