El dirigente norteamericano se reúne con el primer ministro Benjamin Netanyahu y con Benny Gantz

Pompeo visita Israel para hablar de la anexión de Cisjordania y el conflicto regional con Irán

PHOTO/Ron Przysucha/Departamento de Estado de EEUU - El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, con una máscara facial llega para una visita de 24 horas a Israel

Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, se ha desplazado a Israel para reunirse con el primer ministro Benjamin Netanyahu y con el otro protagonista del próximo Gobierno de unidad, Benny Gantz, de cara a abordar temas de calado como la amenaza territorial que representa Irán con su actitud beligerante o la propuesta hebrea de anexión de parte de Cisjordania prevista a partir del próximo mes de julio. 

La visita de Pompeo, de menos de 24 horas, es la primera de un mandatario foráneo a Israel desde que el Estado israelí cerró las fronteras para impedir la propagación de la enfermedad COVID-19, y se produce en la víspera de la toma de posesión del nuevo Ejecutivo de unidad formado por los principales rivales de las últimas elecciones Netanyahu y Gantz. 

El plan de incorporación y aplicación de la jurisdicción israelí respecto a una parte del territorio palestino ocupado de Cisjordania, que fue apoyado por Estados Unidos dentro de su propuesta de paz lanzada para solventar el conflicto palestino-israelí, la cual no recibió el apoyo de la comunidad internacional ni tampoco, lógicamente, de la totalidad de la comunidad árabe, se ha constituido como uno de los puntos clave a tratar en esta cumbre diplomática. “Tenemos que hacer progresos en este asunto", afirmó Pompeo poco después de tomar tierra en Tel Aviv, en referencia al plan para resolver el conflicto palestino diseñado por el Gobierno estadounidense de Donald Trump, quien lo calificó en su día como “el acuerdo del siglo”.

El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo (I), y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, hablan durante una conferencia de prensa después de su reunión, el 13 de mayo de 2020

Este planteamiento norteamericano proponía la creación de un Estado palestino con soberanía limitada, la anexión de parte de la Cisjordania ocupada y una capital palestina en una zona reducida y periférica de Jerusalén Este. Lo esencial de la proposición era establecer enclaves palestinos con una capacidad de independencia limitada, ubicados entre asentamientos israelíes, bajo la promesa de paralizar la construcción de nuevos asentamientos de colonos judíos en Cisjordania. Además, se proponía que Israel se quedase con el Valle del Jordán y con Jerusalén y sus lugares sagrados, otorgando a los palestinos la posibilidad de situar la capital de lo que sería su nuevo ente estatal en una zona especial de la Ciudad Sagrada entre Abu Dis y la parte oriental de Shuafat, zonas ya segregadas actualmente mediante un muro de hormigón. En este caso, la máxima aspiración palestina sería trasladar su capitalidad y sedes de sus instituciones oficiales a la periferia de Jerusalén Este. En lo planificado por la Administración Trump también se instaba a los dirigentes palestinos a renunciar a la reclamación de los territorios que se anexionó Israel tras el conflicto de 1948, remarcando que no se dará el derecho de retorno de ningún refugiado palestino a territorio israelí. 

En esta foto de archivo del 24 de febrero de 2020, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, comprueba el mapa de la zona durante su visita al asentamiento de Ariel en la Ribera Occidental

Para la creación de ese deseado Estado también se exigía a los palestinos el establecimiento de una administración e instituciones financieras fiables, algo vinculado a otro de los puntos destacables de la oferta hecha y sobre el que confiaba más Donald Trump, que era el de la partida de dinero destinada a la inversión en suelo palestino cuando se estableciese el nuevo Estado. Un montante de unos 50.000 millones de dólares encaminados a la puesta en marcha de lo que sería la nueva Palestina.

En una corta declaración conjunta con Netanyahu, Pompeo, que apareció en el aeropuerto con una mascarilla con los colores de la bandera norteamericana, habló de Irán y de los esfuerzos de EEUU para limitar la capacidad de acción iraní de cara a "hacer daño a Israel y otros países"; una política que "ha dado sus frutos y ha tenido éxito", resaltó. El diplomático estadounidense condenó al régimen de Teherán por tratar de impulsar el terrorismo global mientras su pueblo sufre el embate de la pandemia mundial del coronavirus. Y es que Irán extiende sus tentáculos por diferentes países a través de las Fuerzas Quds, división de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní (cuerpo de élite del Ejército persa) que actúa en el plano internacional asociándose con fuerzas chiíes para intervenir en asuntos internos de estas naciones. Este es el caso de Líbano y los grupos armados de Hizbulá, Yemen y los rebeldes hutíes, Irak y las Fuerzas de Movilización Popular o Siria y las milicias de origen afgano de Liwa Fatemiyoun.

Benny Gantz, presidente del partido de la oposición Azul y Blanco

Por su parte, Benjamin Netanyahu señaló que el principal tema de su agenda será la lucha contra la COVID-19 y, el segundo, "otra plaga" como es la amenaza iraní. Respecto a la próxima constitución del Gobierno de unidad, que pone fin a cerca de año y medio de bloqueo político con un Ejecutivo en funciones en Israel, será, según comentó: “Una oportunidad para promover la paz y la seguridad, en base a los entendimientos que alcancé con el presidente Trump en mi última visita a Washington en enero", un desplazamiento que se centró en discutir el plan de paz estadounidense para Oriente Medio.

Esta foto de archivo del 18 de febrero de 2020, muestra una vista del asentamiento de Ma'ale Efraim en la Ribera Occidental en las colinas del Valle del Jordán

La República Islámica de Irán viene siendo señalada durante los últimos meses por la inseguridad regional que se vive en Oriente Medio. Una escalada de tensión derivada de las sanciones económicas impuestas por Washington a Teherán en 2018 después de que EEUU abandonase el acuerdo nuclear suscrito en 2015 (JCPOA, por sus siglas en inglés) por el que se limitaba el programa atómico persa, sobre todo en lo referente a la cuestión armamentística. Estas medidas se centraron principalmente en el petróleo, principal fuente de financiación iraní, golpeando seriamente a la economía del régimen de los ayatolás, y recibieron la respuesta de Hasán Rohaní, presidente de Irán, quien amenazó con seguir comerciando con su crudo y con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial. 

Miembros de la Guardia Revolucionaria del Irán marchan durante un desfile militar en Teherán

En este escenario se sucedieron diversos episodios de ataques a cargueros en aguas del Golfo y ofensivas contra infraestructuras petrolíferas y aeroportuarias en Arabia Saudí, gran representante de la rama suní del islam contrapuesta a la chií patrocinada por Irán. Unos incidentes de los que se culpabilizó al régimen de los ayatolás y a agentes pro-iraníes, como los rebeldes hutíes que luchan en la guerra de Yemen contra el Gobierno reconocido internacionalmente de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, que es defendido a su vez por una coalición árabe liderada por el reino saudí. 

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