Los talibanes advierten a Washington de no “desestabilizar” en su primer encuentro tras la toma de Kabul

Primera reunión entre Estados Unidos y los talibanes tras la retirada de las tropas de Afganistán

photo_camera AP/EVAN VUCCI - El presidente Joe Biden habla sobre los atentados en el aeropuerto de Kabul en los que murieron al menos 12 militares estadounidenses, desde el Salón Este de la Casa Blanca, el jueves 26 de agosto de 2021

La toma de Kabul por parte de los talibanes hace algo menos de dos meses abrió una nueva – a la par que preocupante – etapa en Afganistán. La retirada de las tropas norteamericanas del país tras 20 años de presencia en territorio afgano fue aprovechada por los radicales para hacerse con el poder y dirigir el país. Ahora, desde una posición de liderazgo, se sientan a hablar con Estados Unidos mientras reciben el apoyo de China que pretende asegurar a toda costa su presencia en Afganistán. El ambicioso proyecto Belt and Road diseñado desde Pekín pasa por garantizar el recorrido en la región ahora controlada por los talibanes, algo que no permite estar del todo tranquilos a los de Xi Jinping.

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La situación del país afgano obliga a las grandes potencias a sentarse a hablar para poder acercar posturas y, al menos, intentar ayudar a mejorar la realidad actual que somete a la población afgana que ve cómo sus derechos – especialmente los de las mujeres – han menguado drásticamente. Washington ha mantenido su primer encuentro en Doha con los talibanes, quienes han pedido a la Administración Biden el levantamiento del bloqueo a las reservas del Banco Central afgano depositadas en la Reserva Federal. Así lo he hecho saber el ministro de Exteriores talibán en funciones, Amir Khan Muttaqi en declaraciones a Al Jazeera.

No obstante, la negativa talibán a hacer frente a la amenaza de ISIS no favorece el levantamiento del bloqueo por parte de Estados Unidos. Tras el caos derivado de la toma de la capital afgana, los talibanes pretenden legitimar su Gobierno en el plano internacional, algo que no les va a resultar nada sencillo. Es más, a pesar de la reunión entre los extremistas y los norteamericanos, desde Washington dicen no tener intención de reconocer o legitimar el control talibán, sino que la reunión se limitaba a asuntos de interés nacional para los estadounidenses.

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Uno de los aspectos que sí pretendían abordar los representantes del Gobierno de Biden es la salida de aquellas personas que aún permanezcan en territorio afgano y quieran abandonar el país. Además, instan a los talibanes a respetar los derechos de los ciudadanos, especialmente los de mujeres y niñas. La Administración norteamericana se queja de la lentitud del proceso de identificación de nacionales americanos y afganos con residencia en Estados Unidos para su vuelta al país. Ahí es donde Qatar, quien ahora alberga la reunión entre ambas partes, está jugando un importante papel para intentar acelerar los trámites.

Hasta 1.300 personas han sido evacuadas gracias a la ayuda proporcionada desde Doha. El último de los seis aviones que ha fletado Qatar trasladó el pasado miércoles a nacionales de otros países e incluso afganos que podrían correr peligro en su país bajo el régimen talibán. Este proceso de evacuación, que aún no ha terminado, es otro de los motivos por los que se ha producido la reunión entre talibanes y norteamericanos. La intención es no dejar aquí las conversaciones y seguir en contacto al menos durante toda la jornada del domingo, cuando se espera la llega a la capital qatarí de varios representantes de países europeos.

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Sin embargo, en Europa no tienen claro al acercamiento los talibanes, como sí lo tienen estos: “Unas buenas relaciones con Afganistán son buenas para todos. Nada se debe hacer para debilitar al gobierno actual de Afganistán, que puede liderar la búsqueda de soluciones a los problemas de su gente”, decía Khan Muttaqi en declaraciones a la AFP. Incluso, el ministro de Exteriores talibán lanzaba un aviso a estadounidenses y europeos asegurando que “les hemos dicho claramente que intentar desestabilizar al gobierno de Afganistán no es bueno para nadie”.

Si algo se tiene claro en Occidente es que la seguridad de la población afgana pasa por una mesa de negociación con los talibanes. La relación con ISIS es la mayor de las preocupaciones en este momento ya que, de abrir conversaciones formales con el nuevo Gobierno talibán, estarían legitimando el control tomado por la fuerza de un grupo extremista que no duda en violar de forma sistemática los derechos humanos. Por otro lado, la gravísima crisis humanitaria que afronta Afganistán obliga a las principales potencias occidentales a decidir qué hacer con un país cuyo 75% de gasto público era proporcionado por las ayudas recibidas desde fuera, y que con la llegada de los talibanes se han frenado en seco. 
 

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