El presidente del país levantino, Michel Aoun, ha recibido el apoyo de sus partidarios ante el reto que supone encargar la formación de un nuevo Gobierno

Pulso en las calles de Líbano

photo_camera PHOTO/MARWAN NAAMANI - Manifestantes favorables al presidente libanés, este domingo, en los alrededores del palacio de Baabda

En medio de las protestas a favor de la caída del régimen, respaldo en la calle a las instituciones libanesas. Los seguidores del presidente Michel Aoun se han manifestado este domingo, 3 de noviembre, ante el palacio de Baabda, en Beirut. La agencia EFE cuenta por miles los asistentes a la concentración ante la residencia presidencial. Los manifestantes han jaleado a Aoun y al ministro de exteriores en funciones Gebran Basil, ambos pertenecientes al partido centrista Movimiento Patriótico Libre.

La demostración de respaldo al presidente ha llegado en un momento crítico por la situación del país mediterráneo. Después de la dimisión de Saad Hariri la semana pasada, Líbano se encuentra sin Gobierno e inmerso en una grave crisis económica y de desafección ciudadana. Las medidas reformistas adoptadas por el anterior primer ministro no han sido suficientes. Las protestas continúan en las calles contra un sistema de poder que se percibe como corrupto y clientelar.

Manifestantes a favor del presidente de Líbano

Aoun ha querido agradecer las muestras de confianza de sus seguidores en un discurso emitido por televisión. El presidente ha comenzado entonando un mea culpa; ha reconocido el profundo arraigo de las prácticas corruptas en las altas esferas libanesas. No obstante, el ministro de Asuntos Exteriores en funciones Gebran Basil, en declaraciones recogidas por EFE, ha reclamado a la ciudadanía que haga un esfuerzo por discernir en esta materia. “Si tratan a todos de corruptos, los corruptos no tendrán que rendir cuentas”, ha razonado.
Presidencia, a través de un comunicado, se ha comprometido a iniciar una ronda de consultas para encargar la formación de un nuevo Gobierno lo antes posible.

“Tenemos un programa de trabajo con tres puntos: la corrupción, la economía y la sociedad civil, y ninguno de los tres es fácil de lograr”, ha expuesto Aoun durante su comparecencia. Ante los desafíos a los que se enfrenta el país en esos apartados, el jefe del Estado ha hecho un llamamiento a la población para unirse en el esfuerzo común: “No debe haber una plaza contra otra, o una manifestación contra otra”. 

Lo cierto es que, a pesar de esta convocatoria a favor del presidente, las manifestaciones más numerosas siguen siendo aquellas en que los ciudadanos dan rienda suelta a su indignación. Este lunes, Beirut, Trípoli y otras ciudades han vuelto a amanecer con algunas vías de comunicación importantes cortadas. Aunque las sucursales bancarias han reabierto sus puertas, los colegios continúan cerrados por tercera semana consecutiva. 

“La gente continúa [con la protesta] porque se sabe que no se puede confiar en este régimen lo más mínimo”, ha relatado a la agencia Reuters Hashem Adnan, que ha participado en las recientes movilizaciones que han bloqueado la carretera de circunvalación en la capital. Muchos acusan a Aoun de retrasar deliberadamente la formación de un nuevo Gobierno y piden que el gabinete esté alejado de las élites tradicionales.
No obstante, definir una coalición estable para gobernar Líbano es una tarea bastante compleja. El poder en el país se distribuye dependiendo de la confesión religiosa de los políticos, de tal forma que todas las facciones estén representadas. Se garantiza, de este modo, un consenso que proporciona un cierto equilibrio, pero que no está desprovisto de fragilidad. 

Según las convenciones legales libanesas, la Jefatura del Estado ha de recaer sobre un cristiano maronita, como Aoun; la Presidencia del Parlamento se la queda un musulmán chií; y el cargo de primer ministro corresponde a un musulmán suní, como era Hariri. El gabinete debe, asimismo, integrar a representantes todos los grupos religiosos, desde las Fuerzas Libanesas cristianas a Hizbulá, principal partido chií.

Concentraciones favorables a Aoun

Marasmo económico

Además del complejo momento político que atraviesa el país, Líbano se encuentra sumido en su peor crisis económica en varias décadas. Las arcas públicas presentan unos niveles muy elevados de deuda y la libra se está depreciando de manera constante con respecto al dólar. La estructura productiva de ciertos sectores de país, como el de la electricidad, está anquilosada y, a nivel microeconómico, la pobreza afecta a uno de cada cuatro ciudadanos.

Unas semanas antes de que comenzaran las protestas, desatadas por el intento del Gobierno de gravar los servicios de voz de aplicaciones para móviles, Hariri emprendió una gira por varios países para atraer inversiones extranjeras hacia Líbano. Una de sus paradas más importantes fue Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Oficina bancaria en Líbano


La maniobra parece estar rindiendo algunos resultados tangibles. Durante la propia visita oficial, las autoridades emiratíes derogaron la prohibición que impedía a sus nacionales viajar a Líbano. Se espera que esta medida contribuya a fomentar el turismo en el país, una fuerte muy importante de ingresos en otro tiempo. 

No es todo: el pasado domingo, Mubarak Rashid al-Mansouri, Gobernador del Banco Central de EAU, ha reconocido que la entidad se está planteando enviar ayuda financiera a Líbano. “Hemos decidido estudiarlo y hacer una recomendación a nuestros líderes a la luz de los acontecimientos recientes”, ha informado al-Mansouri, que ha expresado su deseo de que mejore lo más pronto posible la coyuntura económica del país. Según ha manifestado a Reuters, aún no se han discutido detalles ni condiciones de esa hipotética ayuda.

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