Putin actúa a través de la OTSC para defender sus intereses en Kazajistán
La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la alianza militar del bloque postsoviético encabezada por Rusia e integrada entre otros por Bielorrusia y Armenia, se reunirá este lunes de urgencia con motivo de los fuertes disturbios en Kazajistán, uno de los seis miembros de la organización. En el país centroasiático se desató la semana pasada una serie de revueltas violentas que se han saldado con más de 160 muertos y 1.300 heridos, según las cifras oficiales. Un resultado que ha hecho saltar las alarmas en la región.
El encuentro contará con todos los integrantes del bloque, entre los que también se encuentran Kirguistán y Tayikistán, y tendrá lugar por videoconferencia bajo la presidencia del primer ministro armenio, Nikol Pashinyan. Aunque será Vladímir Putin quien tome la iniciativa en una crisis donde Moscú tiene muchos asuntos que resolver y demasiados frentes abiertos. Rusia es, además, el principal valedor de la organización y su miembro más potente.
La OTSC, fundada tras la caída de la URSS y renovada por última vez en 2002, aún no había realizado ninguna intervención hasta que el presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, invocó a sus socios en los albores de la crisis. El propio Tokáyev solicitó a su homólogo ruso el envío de efectivos para sofocar las revueltas y este respondió con un contingente de 2.500 soldados. Una acción que contó asimismo con el respaldo del propio Pashinyan y del dictador bielorruso Aleksandr Lukashenko.
El Ministerio de Defensa ruso confirmó el domingo la presencia de sus tropas en Almatý, el centro económico y cultural del país que ejerció como capital, aunque no concretó el número de efectivos desplegados sobre el terreno. Moscú aseguró la plena operatividad del contingente, que por el momento se encargará de defender posiciones e infraestructuras clave como el aeropuerto o los edificios gubernamentales. Unas instalaciones arrasadas por los manifestantes.
El estallido de las protestas ha puesto de relieve la lucha intestina por el poder que libran el actual mandatario y su predecesor en el cargo, Nursultán Nazarbáyev. El “padre de la patria” y antiguo miembro del PCUS, que da nombre a la capital, ostentó el poder durante más de tres décadas en Kazajistán, desde los estertores de la Unión Soviética. Y encabeza un régimen donde su núcleo más cercano monopoliza los recursos del país.
Hasta hace poco el mismo Tokáyev formaba parte de este círculo privilegiado. En 2019, de hecho, Nazarbáyev le cedió la presidencia de forma voluntaria y quedó relegado como director del Consejo de Seguridad Nacional. Un puesto desde donde podría manejar los hilos sin estar tan expuesto a las críticas. Sin embargo, los movimientos del actual presidente levantaron ampollas en Palacio, hasta que se desataron una serie de violentos disturbios en el país que pusieron contra las cuerdas a las autoridades.
Con las detenciones de perfiles cercanos al expresidente, Tokáyev señala de forma indirecta a su mentor político como promotor de las protestas. Tanto es así que el mandatario destituyó a Nazarbáyev al frente del Consejo de Seguridad Nacional una vez comenzaron las revueltas. En este sentido, las autoridades kazajas revelaron la detención de Karim Masimov, la persona que más tiempo ha ostentado la jefatura del Gobierno durante la presidencia del “fundador de la nación”.
Las movilizaciones, iniciadas en una localidad del extremo oeste del país por la subida exponencial del precio del gas licuado, se propagaron con celeridad hasta afectar a las dos ciudades principales: Almatý y la capital, Nur-sultán. Coches reducidos a cenizas, instalaciones gubernamentales destrozadas y la aparición de grupos armados marcaron el desarrollo de las protestas, cuyos últimos focos de violencia parecen estar remitiendo.
Aún se desconoce si estas fueron o no organizadas y qué perfiles concretos las componen. Pero todas ellas coincidían en querer derribar el régimen actual, caracterizado por una corrupción rampante y una oligarquía que concentra para sí los vastos recursos energéticos del país.
“Los manifestantes han demostrado capacidades profesionales”, trasladaron las autoridades, añadiendo que estos habían utilizado radios para coordinarse. La línea de argumentación del presidente sostiene que las protestas responden a la acción de un grupo conformado por más de 20.000 terroristas, cuya organización corresponde a una acción de injerencia extranjera. También señala a figuras cercanas al expresidente que estarían involucradas en los disturbios. Por el momento, el Ministerio del Interior contabiliza unas 6.000 detenciones.
Putin parece haber visto una oportunidad en medio del caos para ganar la influencia perdida en su patio trasero. La presencia de grupos proccidentales en las revueltas, similares a los de Ucrania durante la revolución del Euromaidán, así como la incidencia de partidarios de un acercamiento con Turquía, han inquietado a un Kremlin que ha visto cómo su relación con las élites dirigentes kazajas ha ido perdiendo enteros en detrimento de actores como China.
Por este motivo, el líder ruso ha apostado por reforzar a un debilitado Tokáyev al frente de Kazajistán, quien ha solicitado desde el primer momento el respaldo de Moscú. Eso explica el rápido envío de tropas y las recientes declaraciones del embajador ruso en el país centroasiático, Alexei Borodavkin, que amenazó a los detractores del régimen kazajo y aseguró que "la Rusia de ahora no es la Rusia de los años noventa". Toda una declaración de intenciones.
