El presidente ruso y el turco se reunirán en los próximos días en Sochi

Putin y Erdogan abordarán el conflicto en el noreste de Siria

photo_camera PHOTO/PAVEL GOLOVKIN vía REUTERS - El presidente ruso, Vladimir Putin (izquierda), y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante su reunión en Ankara, Turquía, el 16 de septiembre de 2019

Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, se reunirán en los próximos días en Sochi para hablar de la operación militar turca en el noreste de Siria y de la retirada de las milicias kurdas de la zona.

El ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Çavasoglu, confirmó el próximo encuentro de ambos líderes, crucial para determinar el futuro de las siguientes acciones en territorio sirio, donde el día 9 de octubre Turquía inició una invasión por el noreste contra las milicias kurdosirias situadas allí. Unos grupos armados sobre los que se había apoyado Estados Unidos en el pasado para afrontar la lucha contra el grupo terrorista yihadista Daesh. 

La ofensiva turca fue detenida para instaurar un alto el fuego tras el acuerdo alcanzado por Erdogan con Mike Pence, vicepresidente de EEUU, y Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, en el cónclave protagonizado por estos en Ankara el jueves pasado. Un cese de las hostilidades fijado para un periodo de cinco días que permitía el repliegue de las fuerzas kurdosirias, apoyadas a su vez por el dirigente sirio Bachar al-Asad y su principal socio, la Rusia de Vladimir Putin. En este pacto también se selló la retirada del Ejército turco a 20 kilómetros de la frontera. Todo ello tras duros combates desarrollados en las horas previas para controlar enclaves estratégicos como Tal Abiad, Ras al-Ain o Manbech.

Se dejaba de esta forma libre la zona de seguridad creada en la frontera entre Turquía y Siria conformada por una distancia de 32 kilómetros de ancho y 240 de largo; un área a cuya creación dio luz verde la Administración norteamericana de Donald Trump con su abandono de tropas del territorio, y que suponía la salida de las fuerzas kurdosirias de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y la búsqueda del realojo de más de tres millones de refugiados sirios alojados en suelo turco. 

Soldados turcos en la ciudad fronteriza de Tal Abiad, Siria

Esta marcha de efectivos norteamericanos fue duramente criticada por la oposición estadounidense del Partido Demócrata e, incluso, por sectores del propio Partido Republicano de Trump al considerarla una derrota ante Turquía, que lograba la marcha de las YPG (vitales en el pasado para la lucha contra el terrorismo yihadista), las cuales quedaban a merced del país otomano tras la ausencia de los 1.000 soldados estadounidenses que estaban allí; y al entenderla también como una cesión a enemigos de EEUU como Siria, Rusia o, incluso Irán, ya que el régimen de los ayatolás apoya también a Al-Asad. Esta salida norteamericana fue aprovechada a su vez por Rusia para ocupar los emplazamientos dejados. 

En este sentido, el próximo encuentro entre Putin y Erdogan se presume como sustancial ya que, en teoría, se reúnen dos partes enfrentadas en este conflicto. Por un lado, la Turquía de Erdogan, que pretende acabar con sus enemigos históricos kurdos, y la Rusia de Putin, aliado de Al-Asad, quien defiende a estas milicias kurdosirias.

Ante esta importantísima cumbre, el jefe de la diplomacia turca Çavasoglu remarcó que se discutirá con los dirigentes rusos “la eliminación de los terroristas del YPG de nuestras fronteras”. “Creemos que podemos llegar a un acuerdo con ellos para trabajar juntos en el futuro, como lo hemos hecho antes”, destacó el ministro turco de Exteriores. 

Combatientes rebeldes sirios respaldados por Turquía regresan de la ciudad fronteriza siria de Tal Abiad, el 20 de octubre de 2019

Ankara considera a las YPG un grupo terrorista de apoyo a la insurgencia kurda en el sudeste de Turquía. Mientras, estas milicias se encuadran dentro de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, por sus siglas en inglés), que se aliaron recientemente con Damasco para contrarrestar la última ofensiva turca en el noreste de Siria, lo que puso en un brete a Rusia, gran aliado del Gobierno de Al-Asad durante el conflicto sirio y país que últimamente había forjado estrechos lazos con Turquía. 

Este conflicto ha supuesto por lo tanto un escollo para tener en cuenta dentro de las últimas buenas relaciones establecidas entre Turquía y Rusia. Una cooperación desarrollada principalmente en materias de peso como defensa y el sector energético. El ‘sultán’ Erdogan ya dijo el pasado sábado que trataría con Putin el asunto del despliegue militar turco en la frontera con Siria ya que urge una solución pactada entre ambas partes, aunque advirtió que su país continuará “implementando sus propios planes”.

Los sirios huyen con sus pertenencias del campo de la ciudad siria de Ras al-Ain, al noreste de Siria, el 19 de octubre de 2019

Y es que Rusia y Turquía habían anunciado importantes acuerdos en materia de defensa y armamentística, como la adquisición por parte otomana del sistema ruso de defensa antiaérea S-400, por el que se interesaron también China, Arabia Saudí, India y Qatar. Hecho que importunó bastante a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a la principal potencia de Occidente, EEUU.

El S-400 es uno de los sistemas antiaéreos más avanzados ya que sus radares pueden vigilar los cielos en un radio de 600 kilómetros y sus misiles pueden alcanzar objetivos hasta a 400 kilómetros de distancia. Es un modelo muy preciso y puede seguir un amplio abanico de objetivos, incluidos muchos aparatos aparentemente ‘indetectables’. 

La OTAN ya mostró su malestar por este extremo y ya alertó que este sistema no puede ser integrado en la “arquitectura defensiva” de la alianza occidental. 

Un avión de carga militar ruso que transportaba un sistema de defensa con misiles S-400 desde Rusia, durante su descarga en la base aérea militar de Murted, al noroeste de Ankara

Ya en un análisis más profundo, todas estas acciones protagonizadas por Turquía pueden indicar que Recep Tayyip Erdogan parece haber iniciado una ‘huida hacia adelante’ acuciado por los graves problemas internos que atraviesa su mandato. 

A saber, su formación política, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), perdió el control de las importantísimos Ayuntamientos de las ciudades turcas de Estambul (principal centro económico de Turquía) y Ankara (capital administrativa) en las últimas elecciones locales. Y, por otro lado, el país atraviesa una crisis financiera galopante, con un alza de precios superior al 20% anual y una ralentización notable de la actividad económica. 

Ante este panorama, Erdogan parece que puede intentar desviar la atención buscando un enemigo común fuera de cara a unir a su país contra un enemigo exterior. Y esta última operación contra los kurdos podría servir para este objetivo. 

Veremos qué se desprende de la cumbre entre Putin y Erdogan. Sochi puede marcar un camino importante en el futuro del panorama internacional a corto plazo, por lo menos en el conflicto sirio. 

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