Putin y Erdogan no son almas gemelas pero lo parecen

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Vladimir Putin y Receyp Erdogan tienen mucho más en común de lo que parece. Ambos representan un tipo de autoritarismo populista; comparten un fuerte recelo respecto a Estados Unidos; controlan los medios; persiguen a las minorías y quieren recuperar la grandeza de los antiguos imperios que otrora representaron sus países.

El estilo de gobierno de ambos líderes también es cada vez más similar. Desde el intento de golpe de Estado, Erdogan se ha vuelto más parecido a Putin al reprimir a sus opositores en su propio país. Cerca de 60.000 turcos han sido suspendidos de empleo en la purga realizada después del golpe de Estado, y más de 6.000 han sido encarcelados. Por su parte, Vladímir Putin, desde que llegó al poder ha puesto cerco a la disidencia con registros de domicilios de opositores y otras medidas represivas, como encarcelamientos, con las que pretende frenar las manifestaciones y voces que piden su dimisión.

Además, está Siria. Otro de los frentes que une a ambos mandatarios. Pese a formar parte, inicialmente, de bandos opuestos, ahora podrían hacer un frente común en el tablero sirio. Erdogan dio la espalda a Al Assad en 2013, pero ahora las cosas han cambiado. La intervención militar rusa en Siria ha fortalecido al Assad mientras que el apoyo de EEUU a los kurdos ha hecho que los enemigos de régimen de Erdogan estén fortaleciéndose gracias a la guerra Siria. En este escenario, la hipotética ayuda de Putin podría evitar que los kurdos inicien su propia batalla para lograr  ese anhelado estado independiente al que se niega Turquía. 

Erdogan y Putin forman un frente anti Occidente 

Este repentino acercamiento entre ambos presidentes parece responder a la necesidad de formar un frente anti Occidente que responde a intereses comunes. Nueve meses después de la grave crisis política y militar que enfrentó a ambos países, llegó el momento de los abrazos y alabanzas entre los líderes de Rusia y Turquía.

Putin ha recibido en San Petesburgo a su homólogo turco, meses después de haber lanzado durísimas acusaciones en su contra en las que incluso acusó a Erdogan de financiar a los islamistas de Estado Islámico. Sin embargo, ahora el Kremlin trata de utilizarlo contra Occidente para poner fin al aislacionismo en el que se encuentra desde la crisis de Crimea de 2014.

Erdogan, irritado por las críticas europeas y estadounidenses contra la violenta represión que lanzó en su país tras el fallido golpe, reprocha a Occidente su falta de empatía y apoyo. A pesar de que su país en miembro de la OTAN parece que ha optado por unir sus fuerzas con el enemigo de la Alianza. Y luego,  está la economía. Turquía necesita el petróleo, el mercado y los turistas rusos.  Por su parte,  Rusia necesita el mercado turco y su territorio para transportarlo. Ambos líderes inician una luna de miel, que veremos hasta cuándo dura.

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