Ante la creciente amenaza de la inestabilidad y el yihadismo en la región del Sahel, el reino alauí continúa afianzando sus mecanismos antiterroristas, tanto a nivel interno, como a nivel internacional

Rabat refuerza su papel en la lucha contra el terrorismo

photo_camera AFP/FADEL SENNA - Miembros del servicio de seguridad antiterrorista de Marruecos

La entrada del año 2022 en las regiones africanas del Sáhara y el Sahel ha sido testigo de nuevos máximos en las actividades terroristas cometidas por los grupos yihadistas. Según los observadores internacionales, los golpes de Estado perpetrados durante los últimos meses en Mali, Guinea, Chad, Sudán y Burkina Faso no han hecho más que exacerbar la –ya de por sí– convulsa situación en el territorio; especialmente en lugares como el norte de Nigeria o la frontera libia con Chad. Y, en este escenario, los movimientos terroristas han comenzado a fortalecer sus ataques contra las fuerzas y organismos locales e internacionales, como es el caso de los enviados para la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali (MINUSMA).

Ahora, tras las recientes declaraciones del Elíseo francés sobre el fin de la Operación Barkhane y la Task Force Takuba en la República de Mali, la comunidad internacional teme que el país se convierta en el nuevo “Afganistán africano”. 

Voces en una línea más moderada, como la del experto en estudios geoestratégicos y de seguridad, Al-Sharqawi Al-Roudani, para el medio Al Arab News, han afirmado que la salida de Francia y sus socios occidentales del territorio maliense supondrá un fuerte impacto para la estabilidad de toda la región, y es que la presencia de las fuerzas especiales galas sobre el terreno ha servido, hasta el momento, como freno al avance de los grupos terroristas. Especialmente en las zonas fronterizas de Burkina Faso, Nigeria y Mali. 

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“Estamos ante un desarrollo terrorista y un aumento de la inseguridad que puede tener un impacto en los países del Magreb”, ha advertido Al-Roudani. Por ello, en tanto que África occidental y la región del Sahel representan dos “áreas de gran importancia estratégica para el Reino de Marruecos, por su impacto en la seguridad nacional”, el papel de Rabat deberá ser fundamental en la lucha contra el terrorismo en el territorio

Marruecos en la lucha contra el terrorismo 

Tal como explica el analista político y responsable del Centro Atlas de Análisis de Indicadores Políticos e Institucionales, Mohamed Bouden, la labor de Marruecos como actor internacional comprometido en la lucha contra el terrorismo, y como uno de los principales socios de las iniciativas antiterroristas internacionales, está basado en una estrategia de tres puntos. En primer lugar, Rabat ha adoptado medidas de seguridad apoyadas en un enfoque de prontitud, proactividad y vigilancia, así como judicial, en lugar de la perspectiva ‘liquidacionista’ de otras potencias. 

En segundo lugar, el Reino alauí ha puesto en marcha políticas nacionales a nivel religioso y social que tienen como propósito mitigar el riesgo de surgimiento grupos extremistas, como son la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano, la reforma en materia religiosa o el programa de reconciliación. Y, por último, el país se encuentra fomentando la cooperación, tanto regional como internacional, en la lucha contra el terrorismo y sus amenazas, de manera que las instituciones competentes desarrollan –a diario– labores de inteligencia, seguridad y organización. 

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En palabras de Al-Roudani, la lucha marroquí contra el terrorismo se realiza de manera “holística”, global e integral. No obstante, el grueso de las labores del Reino en la prevención de la radicalización y los extremismos violentos se llevan a cabo en relación con el desarrollo humanos y la economía –junto al endurecimiento de los procedimientos penales. “Marruecos es el primer país que invierte en las potencias de África occidental, y esos lazos empresariales multilaterales y bilaterales pueden contribuir a la estabilidad en estas regiones a través de la estabilización y el desarrollo”, ha aclarado el experto. 

Rabat ha intensificado, además, su colaboración con otras potencias e instituciones internacionales (como la Interpol o la Europol), y continúa adelante con “un sistema de vigilancia que se anticipa a los riesgos y amenazas” derivadas del terrorismo, según expresa Bouden. El país coopera, desde hace ya varios años, en las iniciativas de desmantelamiento de las células terroristas fuera de sus fronteras. Sobre esta base, la firma del establecimiento de la sede de la Oficina contra el Terrorismo en África en Rabat, en octubre de 2020, ponía de manifiesto el reconocimiento de la estrategia y los esfuerzos marroquíes por parte de la comunidad internacional. 

En esta misma línea, el país ha implementado recientemente la operación “León Africano”, que tiene como objetivo la capacitación en muchos campos operativos, como es el caso de los entrenamientos en operación antiterroristas. Igualmente, ha establecido una zona militar en el territorio fronterizo con Argelia para –además de vigilar las maniobras militares de Argel –, “frenar las incursiones de grupos terroristas o bandas de narcotraficantes” en el territorio. Así lo hacían público fuentes del diario Al Arab News. 

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El Reino tiene un compromiso a largo plazo para prevenir y enfrentar el terrorismo, y mejorar significativamente su arsenal para combatirlo, especialmente a la luz del entorno de amenazas actual y de los nuevos patrones de extremismo y terrorismo”, alegaba Bouden. 

Desde el año 2002, la policía alauí ha desmantelado más de 2.000 células terroristas. Una labor que se ha intensificado a lo largo de los últimos meses, en los que han sido varias las informaciones de Rabat sobre la desarticulación de grupos radicales. Ejemplo de ello tuvo lugar en el mes de octubre, cuando las autoridades marroquíes descubrían en Tánger una célula yihadista compuesta por cinco jóvenes y vinculada al Daesh.

No obstante, esto no logró evitar que el país tuviese que hacer frente a graves ataques, como los acometidos contra en Casablanca en 2003 o el atentado de Marrakech en 2011. El último de ellos ocurrido hace menos de un mes, cuando una mujer francesa de 78 años, residente en Tiznit, fue apuñalada en el mercado de la ciudad. El primer ataque terrorista desde hace más de un año, en octubre de 2020. 

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El terrorismo en el Sahel 

La presencia de estos grupos extremistas en el Sahel y el Magreb se ha fortalecido progresivamente durante los últimos años, lo que se ha visto motivado, en gran medida, por el crecimiento de agrupaciones como el Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes, el Boko Haram o el grupo de Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI). Y, del mismo modo, el surgimiento de EIGS (Estado Islámico del Gran Sáhara) y el ISWAP (Estado Islámico en la Provincia de África Occidental de Nigeria) en los años 2013 y 2016, respectivamente. 

Después de la salida de las tropas francesas del territorio maliense, y ante el temor de que la inestabilidad y las insurgencias –causadas por la corrupción y la incapacidad de detener a los yihadistas– produzcan un “efecto contagio”; se espera que Níger y otros países del golfo de Guinea se conviertan en los nuevos puntos fuertes de la presencia militar europea en el Sahel, en sintonía con el compromiso militar de Macron de continuar luchando contra el terrorismo.

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