Recensión: ‘Siria, análisis de un conflicto’, de Alejandro Menéndez García

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El conflicto de Siria ha entrado ya en su décimo año y, por el momento, no se vislumbra cuál y cómo será su final definitivo, aunque parece claro que el presidente Bachar al-Asad continuará en el poder, a pesar de que su caída era el objetivo de las revueltas que estallaron en enero de 2011 en el marco de la llamada Primavera Árabe. 

La duración del conflicto y su cada vez mayor complejidad llevaron a Alejandro Menéndez García a escribir una segunda y una tercera parte de su primer pequeño ensayo ‘Siria. Análisis de un conflicto’ publicado en 2015. No se trata de un libro académico ni escrito para académicos, sino más bien de una obra de divulgación dirigida al gran público, incluso al poco conocedor de lo ocurrido en el país árabe. Bien es cierto que sirve también a los más informados o versados en el tema para ponerse al día o para consultar datos y acontecimientos. 

Se compone de tres breves libros o informes de fácil lectura, pero que aportan mucha información por su declarado objetivo de acercar y explicar a sus lectores “los movimientos, las luchas y los intereses de las grandes potencias en Oriente Medio y particularmente en Siria como modelo de guerra donde diferentes potencias, ya sea directamente o por delegación, miden sus fuerzas en busca de una supremacía regional”. 

Empieza la primera parte —lo que es de agradecer— con una descripción geográfica, humana y económica del país y una explicación de su historia reciente, todo ello muy necesario para poner este conflicto en su contexto antes de sumergirse en la exposición y análisis de los bandos enfrentados y en el desarrollo de la contienda en los diferentes frentes. Continúa con la exposición de los intereses de las diversas potencias extranjeras en Siria, bien como aliados o como enemigos del régimen de Damasco. El autor recuerda que la guerra de Siria “es un campo de batalla donde diferentes potencias extranjeras tienen intereses y actúan directamente en el conflicto”.

Resulta muy clarificador el destacar cómo el interés geopolítico de la zona aumenta en 2009, cuando “el presidente sirio Bachar al-Asad propuso la creación de un área de comercio denominada ‘Cuatro Mares’ para unir comercialmente los mares Caspio, Negro, Rojo y Mediterráneo. La propuesta fundamental era la construcción de un gasoducto que uniría Irán, Irak y Siria”, escribe Alejandro Menéndez, “sin embargo, el proyecto nunca pudo realizarse debido al estallido de las revueltas contra el régimen de Al-Asad en el año 2011, pero podría llevarse a cabo si el régimen sirio sale victorioso de la guerra”. Está claro que estos intereses geopolíticos proporcionan al régimen de Damasco poderosos aliados, pero también poderosos enemigos en esta contienda. 

Otro hecho interesante al que se refiere el autor son las dificultades, por no decir la imposibilidad, para conseguir un acuerdo en el marco de la ONU y advierte que “este conflicto puede estar marcando el comienzo de una pérdida de influencia de las Naciones Unidas en la gestión de las crisis internacionales a nivel político y militar (no así a nivel humanitario), para regresar a un nuevo marco geopolítico en el que las diferentes potencias gestionan las crisis internacionales, repartiéndose sus zonas de influencia y llegando a acuerdos en foros distintos a las Naciones Unidas”. 

En los detalles y descripciones a la hora de narrar ofensivas, batallas, frentes, es decir, el desarrollo militar del conflicto, se percibe la condición de militar del autor de esta obra que cuenta con formación en geografía, historia, geopolítica, seguridad e inteligencia y con una amplia experiencia en zona de operaciones al haber participado en múltiples misiones en el extranjero. 

Entre las conclusiones de la primera parte de su ensayo, se puede destacar su afirmación de que “la evolución de la guerra en Siria ha provocado la aparición de un enemigo, el Estado Islámico, que amenaza la seguridad internacional y que debe ser derrotado. Los variados y enfrentados intereses de las diferentes potencias internacionales en Siria limitan seriamente la posibilidad de llevar a cabo una operación de paz o intervención terrestre”.

Ante la continuación del conflicto, poco más de un año después de la primera, Alejandro Menéndez publica la segunda parte de ‘Siria. Análisis de un conflicto’. En ese corto intervalo de tiempo han sucedido muchas cosas, entre las que analiza la intervención rusa, la recuperación del régimen de Al-Asad, la fragmentación y radicalización de la oposición, el declive del llamado Estado Islámico o los triunfos de los kurdos. Y destaca, como era de esperar, la intervención rusa en apoyo del régimen de Damasco como el hecho que ha marcado de forma decisiva ese último año, ya que “su impacto en el campo de batalla ha dado un giro total a la dinámica del conflicto”. 

Sigue con la descripción, profundizando más en esta segunda parte, de los diferentes actores internos y externos que continúan manteniendo una lucha abierta en busca de una casi imposible victoria lo que deja patente que “este gigantesco pulso, de imprevisibles consecuencias, ha convertido a Siria en el campo de batalla de la mayor lucha geopolítica desde el fin de la Guerra Fría”. 

Además de una descripción de lo sucedido en los diferentes frentes y del análisis de los de los múltiples intervinientes en el conflicto, el autor dedica sendos capítulos a los que califica como los dos generales estrella del régimen: Suheil al-Hassan e Issam Zahreddine; a las principales milicias presentes en el conflicto y a su proliferación; así como a la lucha y el desgaste de Hizbulá que “ha proporcionado al ejército sirio un aliado eficaz que ha combatido de manera muy destacada en numerosos frentes. Sin embargo, los éxitos militares de Hizbulá en esta guerra también han causado una significativa sangría en los recursos humanos de la organización libanesa”, cuyo valedor, Irán, y su intervención en la contienda también son analizados de forma pormenorizada. 

No olvida tampoco la importancia de las tribus, ya que “la guerra civil en Siria ha afectado profundamente a las tribus árabes provocando no solo ya la adhesión de las tribus hacia alguno de los bandos enfrentados sino además una división interna en muchas de las tribus que se han dividido de manera probablemente irreconciliable y que puede modificar su estructura tribal en el futuro”. Y desempeñar también un rol importante en el futuro del país.

El autor se pregunta también si las Fuerzas Democráticas Sirias son la última apuesta de Washington y explica su papel en la contienda frente a una oposición cuyo rostro islamista ha quedado claro conforme se iba desarrollando el conflicto porque “si inicialmente la guerra de Siria puso el foco mediático sobre una oposición ‘moderada’ al régimen sirio personalizada únicamente en el Ejército Libre de Siria, la duración y evolución del conflicto ha puesto de manifiesto la poca importancia de este grupo (a pesar del apoyo exterior), en beneficio de otros grupos de corriente islamista que han asumido progresivamente el peso de los combates en la lucha contra el régimen sirio. Dejando de un lado al Estado Islámico y a Al-Nusra, suficientemente conocidos por su capacidad y tamaño, otros grupos, como Ahrar al-Sham o Jaysh al-Islam, se han convertido también en protagonistas de una guerra donde han mostrado al exterior el verdadero rostro islamista de la oposición”. Estos grupos islamistas han sido, sin duda, decisivos para la forma en que se ha desarrollado esta contienda todavía inconclusa. 

Parte de las conclusiones de esta segunda parte hacían vislumbrar, ya que sería necesaria una tercera, que “la fragmentación de la oposición en numerosos grupos, la amplia mayoría de ellos de tendencia islamista, han favorecido los intereses de Damasco y han convencido a gran parte de la comunidad internacional de la necesidad de mantener a Asad como factor de estabilidad en la zona y dique necesario para detener la expansión islamista. Sin embargo, los actores externos que han estado financiando y apoyando a estos grupos islamistas, no quieren darse por vencidos e intentarán limitar esa victoria del régimen sirio y alargar el conflicto todo lo que sea posible”. 

La tercera parte ha aparecido este pasado mes de enero cuando todavía continúa el conflicto y su final sigue abierto, a pesar de no ocupar ya los titulares de los grandes medios de comunicación. “Los últimos tres años de guerra en Siria”, escribe Alejandro Menéndez en su prólogo, “han sido tan intensos y tan sangrientos como los anteriores, pero a diferencia de los primeros cinco años de guerra, donde el desgaste de los contendientes sin avances significativos era la tónica general, esta vez sí se han resuelto muchas de las luchas e incógnitas que permanecían abiertas, de tal manera que podemos afirmar que después de casi nueve largos años, la guerra en Siria ha entrado en su fase final”.

Pero también advierte que eso no significa “que el final de la guerra esté próximo, más bien puede suceder lo contrario, ya que están perfectamente establecidas las bases para una larga inestabilidad y un crónico conflicto de baja intensidad en el que las luchas geopolíticas de las diferentes potencias regionales sustituyan en protagonismo al conflicto interno sirio una vez eliminados muchos de los contendientes del mismo”. 

El autor se centra en esta ocasión en el triunfo del régimen sirio en casi todos los frentes gracias al apoyo ruso e iraní, en cómo las diferentes facciones de la mal llamada oposición “moderada” han sido vencidas, en la derrota (que no destrucción) del Estado Islámico, en el ascenso de Al-Nusra como único actor independiente o en la intervención turca y su lucha contra los kurdos y la israelí para eliminar el ascenso iraní o la retirada parcial estadounidense; e incluye acertadamente un capítulo sobre Líbano y las consecuencias del conflicto para este país vecino de Siria. 

Todo ello, muestra con claridad lo difícil que será conseguir un acuerdo entre todas las partes involucradas, cada una de ellas con sus propios intereses que ponga fin a esta sangrienta contienda que el próximo año, si no acaba, cumplirá una década y cuya resolución de una u otra manera marcará el futuro de Oriente Medio durante el siglo XXI. 

El régimen sirio ha mostrado tal resiliencia que ha conseguido sobrevivir, sin duda, también gracias a la ayuda rusa e iraní y ha recuperado ya gran parte del territorio perdido. Una de las razones podría estar, como señala el autor, en que “la base social del régimen sirio es sólida, especialmente entre las minorías alauí, cristiana, drusa y chií. Un sector importante de la mayoría suní también se alinea con el régimen”. El Ejército Libre Sirio era en realidad una débil coalición de grupos de variado tamaño, composición e ideología, muchos de ellos islamistas. “Esta falta de cohesión en el bando rebelde contrastaba con el nuevo ejército sirio que, desde el año 2015 y con apoyo ruso, iba recuperándose lentamente y transformándose en una fuerza completamente diferente a la existente en el año 2011”, señala Alejandro Menéndez.

Además de exponer los intereses y objetivos de Israel e Irán, continúa en esta tercera parte con su análisis sobre las razones y los intereses geoestratégicos de las diferentes potencias implicadas, sobre todo las regionales, y dedica un capítulo especialmente a la batalla de Raqqa, la que fuera la ‘capital’ del autoproclamado califato del Estado Islámico, y recuerda que “si por algo se ha caracterizado la guerra de Siria ha sido por la proliferación de diferentes grupos islamistas y yihadistas de variados orígenes, composición y apoyo exterior” y señala que la organización terrorista Jabhat al-Nusra se ha destacado sobre los demás por su capacidad de adaptación, sus cualidades en el combate, en el control del terreno y su habilidad e inteligencia política para atraer a su órbita de intereses a la población civil y a otros grupos rebeldes sirios. 

Concluye esta tercera parte con una serie de consideraciones finales que, sin duda, dejan abierta la puerta a la aparición de una cuarta dado que “comenzando el año 2020, en pleno invierno, los principales focos de la guerra siria están más activos que nunca. El Ejército sirio sigue empeñado en su ofensiva contra Idlib intentando recuperar más terreno y consolidar el que ya posee.

Israel y Estados Unidos amplían su campaña de bombardeos contra objetivos iraníes en Siria y en Irak. El Estado Islámico derrotado, pero no destruido, está resurgiendo de sus cenizas, ampliando sus ataques y atentados. La retirada parcial estadounidense de Siria y el acoso turco a los kurdos podrían facilitar que el Estado Islámico pudiera establecer nuevas zonas de control territorial en un futuro cercano. Mientras tanto, Turquía continúa con sus planes expansionistas y en el otoño de 2019 lanzó su tercera gran operación contra los kurdos en la que ha vuelto a ocupar una parte significativa del norte de Siria. Por su parte, los kurdos se encuentran totalmente solos, abandonados parcialmente por Estados Unidos, acosados implacablemente por Turquía y con la insurgencia del Estado Islámico cada vez más activa… Rusia sigue dominando la escena…. Irán continúa con su agenda de expansión y consolidación en Irak y Siria. De seguir así, el choque con Israel y Estados Unidos será inevitable porque tarde o temprano, el régimen iraní se cansará de recibir ataques y responderá…”.

Si hay algo que queda claro después de la lectura de ‘Siria. Análisis de un conflicto’ es que si alguien pensó que sería fácil derribar al régimen de Al-Asad, se equivocó por completo. Este ensayo en tres partes ayuda a entender los orígenes del interminable conflicto y su desarrollo, los contendientes y los intereses geopolíticos de las potencias implicadas. Lo hace con un lenguaje claro y gran profusión de datos, inteligible también para los profanos en la materia a pesar de la complejidad, las dimensiones y las consecuencias de esta guerra. 

Como dice el autor ya en el prólogo de la primera parte, “el lector podrá comprobar que lejos de una película simple de buenos y malos, en Siria se está desarrollando una gigantesca partida de ajedrez, en la que numerosas potencias y actores se están jugando sus intereses geopolíticos, sin tener en cuenta la destrucción del país ni los centenares de miles de personas que han muerto o han tenido que abandonar sus hogares. Una sangrienta partida de ajedrez, que a día de hoy (septiembre de 2015), tiene un difícil e incierto resultado…”.

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