Las agencias espaciales de Rusia y Estados Unidos toman todas las precauciones posibles para que la COVID-19 no infecte a los astronautas que se preparan para volar a la Estación Espacial Internacional

Rusia impone drásticas medidas al primer vuelo espacial tripulado bajo la pandemia del coronavirus

photo_camera PHOTO/Roscosmos - Técnicos de la Agencia espacial rusa trasladan al lanzador Soyuz hasta su rampa de despegue en Baikonur

Rusia aplica todas las medidas de prevención sanitaria que están en sus manos para evitar que los astronautas de la Estación Espacial Internacional se contagien con el coronavirus COVID-19, lo que representaría un serio peligro para la continuidad del único complejo habitado que existe en órbita alrededor de la Tierra desde hace 20 años.

En menos de 48 horas está programado el despegue del cohete ruso Soyuz que llevará en un viaje de seis horas hasta la ISS ‒acrónimo en inglés de International Space Station‒ a tres nuevos inquilinos, los cosmonautas rusos Iban Vagner y Anatoli Ivanishin y el astronauta norteamericano Chris Cassidy, los integrantes de la expedición número 63. El envío a órbita de los nuevos residentes del único complejo espacial con presencia humana está programado para el jueves, 9 de abril, a las 10:05 hora peninsular española, desde el cosmódromo ruso de Baikonur, en la republica asiática de Kazajistán.

El cohete tripulado ruso Soyuz ya está desde el XXX en su rampa de despegue, a la espera de alzar el vuelo el 9 de abril

El cohete portador Soyuz 2.1a está instalado en su rampa de lanzamiento desde el 6 de abril, con la nave espacial tripulada alojada en su parte superior, también de nombre Soyuz y denominación MS-16. En Baikonur se encuentran desde el 24 de marzo los astronautas y también alrededor de 270 técnicos especialistas rusos que hasta allí se han trasladado para apoyar las actividades preparatorias del vuelo espacial. 

En el plano técnico, los especialistas rusos ya han efectuado todas las pruebas previas al despegue. Los sistemas a bordo del cohete y la capsula espacial están comprobados y las comunicaciones con las estaciones terrestres que van a controlar los parámetros del vuelo ya han sido revisados. 

Dos astronautas rusos y uno norteamericano protagonizarán el primer vuelo a la Estación Espacial Internacional en plena pandemia de COVID-
Restricciones sociales a los astronautas

Si cada despegue de un lanzador espacial tiene sus particularidades y riesgos, el vuelo tripulado previsto para 9 de abril es muy diferente a todos los que le han precedido, tanto por el riesgo de infección por COVID-19 de los astronautas y técnicos como al posible contagio de los que ahora habitan la ISS.

El director general de Roscosmos, Dimitri Rogozin, ha puesto en marcha drásticas medidas de seguridad y entre sus primeras decisiones, de acuerdo con el administrador de la Agencia espacial norteamericana (NASA), Jim Bridenstine, ha estado la de ampliar el periodo de cuarentena de los astronautas y cancelar, limitar o modificar algunas de las tradiciones previas al despegue que cumple toda tripulación que vuela al espacio.

Una de ellas ha sido suprimir la visita a la Plaza Roja de Moscú y al domicilio de Sergei Korolev, el padre del programa espacial soviético. En cambio, se ha mantenido la costumbre de plantar un árbol en el llamado “Paseo de la Cosmonautas”, una arboleda situada en el Centro de Entrenamiento situado en las cercanías de la capital rusa.

Posicionada a unos 400 kilómetros de la Tierra, la Estación Espacial Internacional se encuentra habitada desde finales de 2000

Una vez llegados a Baikonur el 27 de marzo, sí se les permitió izar las banderas de Rusia, Estados Unidos y Kazajistán, pero manteniéndose completamente alejados del resto de asistentes, solo directivos y ejecutivos espaciales de las naciones citadas. Otra de las restricciones que se ha impuesto consiste en no permitir la presencia de invitados no oficiales ni medios de comunicación en la base espacial de Baikonur para cubrir informativamente el lanzamiento.

Completamente aislados hasta que tomen asiento en la capsula espacial MS-16, en Baikonur también se encuentra la tripulación de respaldo, pero totalmente separados de sus tres compañeros. Compuesta por los rusos Serguei Ryzhikov y Andrei Babkin y el norteamericano Stephen Bowen, han recibido un entrenamiento exactamente igual que la tripulación principal.

De este modo, en el caso de que sea aconsejable el relevo urgente de alguno o todos los miembros de la tripulación titular por causas de accidente, lesión, razones psicológicas o síntomas leves de un simple catarro o de la COVID-19, será posible efectuar de manera inmediata la sustitución sin que la misión se vea afectada.

El director general de Roscosmos, Dimitri Rogozin, ha impuesto drásticas medidas de seguridad, de acuerdo con el administrador de la Agencia espacial norteamericana (NASA), Jim Bridenstine
Medidas de protección implantadas

El epicentro de la pandemia de coronavirus en Rusia se encuentra en Moscú, donde las fuentes oficiales señalan que se han detectado más de 7.500 casos de infecciones y en torno a medio centenar de fallecidos. Según Roscosmos, la Agencia Espacial Federal rusa, entre los 200.000 empleados del sector espacial ruso, a finales de marzo se había confirmado “una sola persona infectada por COVID-19”.

Con carácter general, en Baikonur y en todos los centros espaciales de Rusia se utilizan termómetros digitales para tomar la temperatura de los empleados, desde que entran en los autobuses que les transportan hasta sus lugares de trabajo, acceden a los laboratorios, talleres y oficinas y cuando regresan a sus hogares.

Las normas dictadas por Roscosmos obligan a los conductores de vehículos a someterse a controles médicos diarios y que los asientos de los autobuses se rocíen con desinfectantes, “por la mañana antes de iniciar su labor y por la tarde, al final de la jornada laboral”. Y a desinfectar oficinas, talleres, edificios y calles de los centros de trabajo. 

De acuerdo con las instrucciones de la Agencia Federal Médico-Biológica de Rusia, a todos los directivos y técnicos espaciales rusos y extranjeros procedentes de Moscú llegados a Baikonur por vía aérea se les toma la temperatura y se les exige que cumplimenten cuestionarios especiales. Además, están obligados a permanecer bajo supervisión médica en sus domicilios o en los hoteles donde están alojados. A los casos dudosos y a quienes presentan síntomas de fiebre o manifiestan tos seca, dolores musculares o malestar general son aislados, se les somete a pruebas médicas y se les aplica una cuarentena. 

Entre los entrenamientos a que son sometidos los astronautas se encuentran el hacer frente a incendios y otras anomalías que requieren su protección frente a peligros extremos
Vivir y trabajar a 400 kilómetros de altura

A los tres integrantes de la expedición 63 a la ISS les esperan a 400 kilómetros de altura otros tres astronautas, la norteamericana Jessica Meir y su compañero Andrew Morgan, junto al cosmonauta ruso Oleg Skripochka. Morgan llegó a la ISS el 20 de julio de 2019 y Meir y Skripochka el 25 de septiembre, y desde esas fechas permanecen aislados de los efectos de la pandemia que se expande por todo el mundo. Su retorno a tierra está previsto para el 17 de abril.

Los tres nuevos inquilinos, una vez adaptados a la vida en micro gravedad a bordo de la ISS, cumplirán las tareas que tienen encomendadas: llevar a cabo múltiples experimentos científicos y realizar gran cantidad de pruebas con nuevos materiales en condiciones de ingravidez. Hasta su regreso a tierra en octubre del año en curso, también efectuarán varios paseos espaciales para reparar sistemas caducados o averiados por los efectos de las radiaciones cósmicas sobre los equipos emplazados en el exterior del complejo orbital.

Además del lanzamiento del 9 de abril, desde el cosmódromo de Baikonur hay previsto otro vuelo el día 25 de este mes. En este caso no es una misión tripulada sino de una nave de aprovisionamiento Progress con destino a la ISS.

Más en Sociedad